Mario Roberto Segovia deberá responder hoy en un juzgado penal económico porteño
sobre su presunta condición de máximo proveedor de efedrina con destino de contrabando: llegará
acusado de ser quien suministró el mayor cargamento de esa sustancia secuestrado hasta el momento,
en un depósito del barrio porteño de Barracas, que iba a ser enviado a México.
El llamado "rey de la efedrina" o "Fantasma" fue procesado
el viernes por el juez federal de Zárate Campana, Federico Faggionatto Márquez, como jefe,
financista y organizador de una banda dedicada al contrabando de estupefacientes. Hoy lo aguardan
para escucharlo el juez federal porteño Marcelo Aguinsky y el fiscal Emilio Guerberoff.
Barracas. Estos funcionarios investigaron la exportación de 524 kilos de efedrina,
mezclados en azúcar, desde el depósito fiscal Sadocks, en la calle Río Cuarto al 1400 en Barracas,
en octubre pasado. Existen indicios materiales que apuntan al dueño del Rolls Royce Phantom como
proveedor de esa partida decomisada, que tenía como destino el municipio de Naucalpán, del Estado
de México.
El depósito fiscal Sadocks donde se incautó la voluminosa
partida de efedrina es propiedad de un rosarino, Rubén Alberto Galvarini. El juez Faggionatto
Márquez ordenó hace dos semanas allanamientos en propiedades vinculadas a Galvarini, que es de
Villa Gobernador Gálvez. Según documentación encontrada en esos operativos Segovia trabajó, hacia
el año 2000, en relación de dependencia en Sadocks. Luego se estableció que ambos fueron socios en
la sociedad importadora Rugal SA con sede en la avenida porteña Ingeniero Huergo, frente a Puerto
Madero. Y en el departamento de ese exclusivo barrio comprado por Segovia, allanado el jueves 28 de
noviembre, se encontró la citación a indagatoria de Rubén Alberto Galvarini. Quien lo había
convocado era el juez Aguinsky que hoy estará frente a Segovia.
Todos implicados. La semana pasada este juez procesó a todos los participantes
presuntos del fallido tráfico a México de la efedrina hallada en el galpón de Galvarini. Su
acusación incluyó a los dueños del depósito fiscal —Rubén Alberto Galvarini, Rubén Darío
Galvarini y Mario Gómez—, a dos empleados aduaneros que debían fiscalizar los movimientos en
el galpón fiscal —Andrés Enricci y José Luis Sicardo— y la empresa Euroma, que prestó
su nombre para hacer el envío. También está procesado el despachante de aduanas que intervino,
Maximiliano Iñurrutegui. Todos se defendieron diciendo que alguien que ignoraban había colocado la
efedrina en el azúcar con destino de exportación a México.
Mario Roberto Segovia llegará hoy al tribunal como acusado
de ser quien proveyó esa partida de efedrina encontrada en el galpón de Galvarini. Hasta ahora
Segovia nunca aceptó declarar.
La carga de azúcar donde se disimuló la efedrina entró al
depósito Sadocks el 18 de octubre, según los registros del galpón. Pero el camión del supermercado
Makro, empresa a la que se adquirió el azúcar, había entregado allí el cargamento el 11 de octubre,
es decir siete días antes, sin que se hubiera registrado convenientemente la operación.
La pantalla. La idea de que la exportación de azúcar era una pantalla para sacar
del país hacia México la efedrina es planteada por Aguinsky con un análisis de rendimiento
comercial: el juez dice que los 2.400 kilos de azúcar que irían a México fueron adquiridos casi al
mismo valor que fueron vendidos. Esa ausencia de ganancia en el rubro de comercialización declarado
sugiere para Aguinsky que, en realidad, el negocio no era el azúcar, sino la efedrina, y que todos
estaban al tanto.