Praga.— Tras meses de duras negociaciones, el presidente de EEUU, Barack
Obama, y su homólogo ruso, Dimitri Medvedev, firmaron ayer en Praga el nuevo tratado Start, el
acuerdo de desarme más amplio de las dos últimas décadas y que ambas partes calificaron como
"histórico".
El acuerdo es un "hito importante", señaló Obama, tras la firma del
documento en la Sala Española del Castillo de Praga. Con el tratado, ambas partes se comprometen a
reducir cada uno la cantidad de cabezas nucleares dentro de los próximos siete años en un 30%, de
2.200 a 1.550. Los sistemas portadores (misiles, submarinos y bombarderos) serían recortados a la
mitad, a 800 cada uno.
De todas maneras, EEUU y Rusia poseen el 90% de las armas nucleares y, aún
después de este tratado, conservan suficiente poder destructivo como para acabar con la vida sobre
la Tierra.
Revisión política.
El histórico documento ahora debe ser ratificado por el parlamento ruso y
el Senado estadounidense, donde la Casa Blanca ya inició su lobby.
Obama agradeció ayer a su "amigo y socio" Medvedev su buena cooperación
para alcanzar el compromiso, y anunció asimismo su intención de lograr la ratificación del acuerdo
por parte del Senado de su país antes de finalizar el año.
"No hay ganadores ni perdedores tras estas negociaciones, que no han sido
nada fáciles", dijo por su parte Medvedev. "El éxito es de ambos países y con ellos de todo el
mundo. El tratado es un éxito histórico que abre un nuevo capítulo en la cooperación entre Rusia y
EEUU", agregó.
La firma del nuevo Start, que reemplaza al Start I que caducó en diciembre de 2009, se da luego
de una revisión de política de EEUU —la cual reduce las posibilidades de lanzar un arma
atómica— y da impulso a una cumbre de seguridad nuclear que se realizará el próximo lunes y
martes en Washington.
El escudo, en discusión.
Obama hizo énfasis en que el escudo no está dirigido contra Moscú, sino
contra posibles ataques desde otros países, y se mostró dispuesto a considerar la inclusión de
Rusia y los Estados de la Otán en los planes.
"EEUU tiene en cuenta el significativo interés ruso en ese tema. Hemos
acordado continuar con nuestras conversaciones, incluyendo nuestra percepción de posibles
peligros", señaló el mandatario estadounidense.
Antes, el líder del Kremlin había advertido que Rusia renunciará al Start
si el escudo antimisiles norteamericano se convierte en una amenaza. Su país ha dejado
suficientemente claro que esa es su condición para el actual acuerdo, apuntó Medvedev.
Según informaron fuentes rusas, el tratado contempla en un preámbulo una
"opción de salida" para el caso de que Moscú considere que los planes del escudo constituyen una
amenaza para Rusia.
El proyecto del sistema antimisiles estadounidense fue uno de los
principales obstáculos en las negociaciones entre Washington y Moscú para sellar el nuevo Start. El
Kremlin pide una "estrecha participación" en los planes. "Como mi colega estadounidense, soy
optimista y creo que nos pondremos de acuerdo en ese asunto", dijo también el presidente ruso.
Ambos líderes, sin embargo, coincidieron en subrayar que el tratado es sólo un primer paso para
más negociaciones. En ese sentido, el líder ruso dedicó una mención especial a los nuevos planes
norteamericanos para construir un escudo antimisiles en Europa, algo que el Kremlin considera una
posible amenaza para su seguridad.
Presión sobre Irán.
"Lamentablemente Teherán no reacciona a una serie de compromisos
ofrecidos", dijo el líder del Kremlin. "Eso no se puede ignorar y el Consejo de Seguridad (de la
ONU) volverá a hablar de ese asunto. Las sanciones dan pocas veces resultados, pero a veces no se
puede avanzar sin ellas", agregó.
Tras la reunión previa a la firma del acuerdo, también Obama había
endurecido el tono frente a Teherán. "Mis expectativas son que seamos capaces de aprobar sanciones
duras contra Irán esta primavera (boreal)", apuntó.
Medvedev también aprovechó la ocasión para conminar con firmeza al gobierno iraní a la
cooperación, en el marco de la disputa por su polémico programa nuclear. Occidente sospecha que
Teherán está enriqueciendo uranio como para construir una bomba atómica, mientras que el país persa
asegura que lo hace sólo para generar electricidad. l