Investigaciones realizadas en distintos países, entre ellos la Argentina, revelaron un dato alarmante: la mitad de los pacientes que están internados sufre algún grado de desnutrición, un problema que no está necesariamente relacionado con la enfermedad que los llevó al hospital. Las causas y los efectos de esta situación serán el eje del XVI Congreso Argentino de Soporte Nutricional y Metabolismo que comienza hoy en Rosario.
Identificar claramente los motivos, y revertirlos, es fundamental ya que está demostrado que el estado nutricional de un enfermo, cuando es óptimo es un aliado de cualquier tratamiento pero si es deficiente se transforma en un feroz enemigo que puede incluso poner en riesgo la vida.
El último estudio que se hizo en el país —y que se repetirá en los próximos meses— mostró que el 50 por ciento de las personas que atraviesan una internación muestran algún signo de mal nutrición a los siete días de estar en cama, y que el 30 por ciento de esos enfermos llega a una desnutrición grave.
Una cuestión seria. Humberto Fain, médico nutricionista y presidente del comité organizador del congreso señaló que "la desnutrición hospitalaria, también llamada secundaria, es un problema serio del que se habla poco, por eso, es imprescindible que quienes estamos abocados a esta temática nos capacitemos cada vez más e intentemos modificar y mejorar este aspecto central de la internación".
Para Fain el trabajo interdisciplinario es clave: "Es una tarea conjunta de médicos, licenciados en nutrición, enfermeros, farmacéuticos que deben trabajar a la par para prevenir o detectar rápidamente estas situaciones".
El médico afirmó que "nos hemos superado mucho si lo comparamos con lo que pasaba 20 años atrás, pero aún queda mucho por cambiar".
"En terapia intensiva, por ejemplo, los médicos están muy ocupados en la oxigenación, en el ritmo cardíaco, en la medicación, pero no siempre se le da la importancia necesaria a la nutrición. A veces son los enfermeros los que dan el alerta, los que nos informan a los médicos que tal paciente hace dos días que no come", dijo.
La alimentación de quien está en un hospital o sanatorio no es un tema primordial cuando en realidad tiene un impacto directo en la evolución clínica del paciente. "El estado nutricional debería estar considerado, en importancia, a la par de los antibióticos o los fármacos que una persona internada necesita para recuperarse, pero lamentablemente todavía persiste la idea de que es algo secundario".
"No es raro que un niño o un adulto que está internado se quede sin almuerzo porque estaba dormido en el momento en el que se le trajeron el plato a la habitación o que una persona que no tiene que seguir una dieta estricta por su enfermedad termine cenando pollo hervido sin sal; estas cosas siguen pasando", comentó.
Hay muchos mitos y costumbres en el ámbito sanatorial y hospitalario que son difíciles pero no imposibles de erradicar. "Hoy tenemos que apuntar, y se está haciendo de a poco, a dietas mucho más personalizadas, a tener en cuenta no sólo lo que necesita el paciente a nivel de macro y micronutrientes sino también aquello que le gusta algo que es muy importante porque puede ser motivo de que esa persona, que ya está soportando el estrés de la internación, encima no coma".
Los errores en esta materia tienen costos altos, explicó el médico: "La desnutrición produce ciertos efectos en el cuerpo que aumentan la morbilidad y mortalidad del paciente porque genera problemas inmunológicos, cardiovasculares, digestivos".
Fain destacó que "en ocasiones, la mal nutrición se transforma en un círculo vicioso donde la persona pierde determinada masa muscular que lo lleva a un estado irreversible; al final, por un problema nutricional que no debería existir o que se puede evitar se torna inmanejable una situación que no lo era".
"Toda enfermedad aguda o crónica, incluyendo las enfermedades mentales, generan un problema nutricional, pero eso no quiere decir que un enfermo agudo o crónico tenga que desnutrirse", puntualizó.
Fain dijo que "actualmente tenemos muchos recursos para evitar la desnutrición e incluso para que los alimentos, que se suministran por boca, sonda o por vena (nutrición parenteral) cumplan exactamente con la función que necesitamos y que incluso ayuden a revertir o controlar la enfermedad de base".
El especialista mencionó que la Asociación Argentina de Nutrición Enteral y Parenteral, organizadora del encuentro en Rosario, conoce "claramente los alcances de estos problemas y por eso los exponemos para trabajarlos en conjunto y hallar soluciones". El año que viene estarán listos los resultados de la nueva encuesta que comienza a fines de 2013 y que busca mostrar cuál es el panorama actual.
El congreso que arranca hoy en el centro de convenciones del hotel Ros Tower, y termina el viernes, hará hincapié en esta temática.
Talleres. En el marco del XVI Congreso Argentino de Soporte Nutricional y Metabolismo y VIII Congreso de Soporte Nutricional y Metabolismo en Pediatría, el viernes, a las 13.30 en el Centro de la Juventud, Belgrano 950, se realizarán talleres nutricionales para chicos y chicas con diabetes, celiaquía, fibrosis quística y trastornos metabólicos. Habrá clases prácticas de cocina, testimonios de pacientes y actividades lúdicas.
La trampa del suero
El nutricionista Humberto Fain dijo que “se cree que porque un paciente internado está con un suero está alimentado, pero eso es hidratación y no nutrición”. Una equivocación común, incluso entre los equipos de salud.
Algunos casos
Juan Carlos es médico. Cuando estaba haciendo su residencia se contagió un virus intrahospitalario y tuvo una neumonía que lo llevó a terapia intensiva. En aquel momento hacía mucho deporte, comía en forma saludable y estaba en su peso. Durante la internación bajó más de 15 kilos y esa desnutrición le produjo tantos problemas que su recuperación total le llevó varios meses. Lucas tiene 10 años y una enfermedad pancreática y pulmonar llamada fibrosis quística. Su terapia incluye una dieta hipercalórica (debe ingerir entre el 20 y 30% más de grasas que una persona sana). El año pasado debió ser internado para un tratamiento endovenoso por una bacteria que se alojó en sus pulmones y aunque no tenía indicada una dieta específica (podía comer lo que quería) salió del hospital mucho más delgado. “A él le encantan las pizzas, las empanadas y las hamburguesas, y está acostumbrado a comerlas porque necesita siempre calorías extras, pero resulta que en la clínica siempre le daban bifecitos o pollo con puré y ensaladas y él se negaba a comerlos, bajó de peso y lograr que lo recupere fue muy difícil”, contó su mamá.
Estos son algunos ejemplos claros de los descuidos que se comenten en el marco de algunas internaciones y que pueden afectar en forma directa la evolución de la enfermedad que provocó la hospitalización.