Finalmente, las tareas de búsqueda desembocaron en un escenario de profunda tristeza. Es que en el mediodía de ayer, rescatistas encontraron el cuerpo sin vida de Luis Ariel López, el maestro mayor de obras que había quedado atrapado tras derrumbarse la casa de Superí al 200, en barrio Alberdi.
Bomberos Zapadores y agentes de Defensa Civil encontraron el cadáver entre escombros del sector de lo que en algún momento fueron la cocina y el living comedor del inmueble. “Recuperamos el cuerpo y primero lo hablamos con la familia”, confirmó Andrés Lastorta, el titular de Zapadores.
Si bien su padre y el inquilino alcanzaron a salir ilesos del derrumbe de la vivienda, Luis Ariel (de 52 años) quedó prácticamente sepultado por los escombros. Llegó a avisarle a su papá, de 88 años, para que escapara rápido, cuando detectó las primeras señales del desmoronamiento. Luego sobrevino el derrumbe, y durante un día y medio no se supo nada de él.
Si bien había esperanzas de encontrarlo con vida, dada la magnitud del derrumbe y ante el paso de las horas, la ilusión se fue disipando y también se evaluaba este triste final que finalmente se confirmó.
“Fueron muchas horas de trabajo, esperábamos que no fuera este el final pero estaba dentro de las posibilidades. Donde el cuerpo había quedado atrapado, prácticamente no había espacio de vida”, precisó el subdirector de Defensa Civil, Gonzalo Ratner.
Tras el angustiante hallazgo, los rescatistas dieron por finalizados sus trabajos y el cuerpo fue trasladado al Instituto Médico Legal (IML).
También, los responsables del operativo de búsqueda se encargaron de puntualizar que “quedó descartado el derrumbe por escape de gas”, y comentaron que “la investigación la llevará adelante Obras Particulares” del municipio.
Un amante de los deportes
Luis Ariel López tenía 52 años. Sus amigos lo describieron como un amante del río, de la montaña, un auténtico deportista. Destacaron que era un hombre de hablar pausado y de voz serena.
Fue alumno de la histórica escuela Gabriel Carrasco (Agrelo al 1700), donde las hermanas Olga y Leticia Cossettini dejaron su impronta pedagógica. Luis Ariel transitó por esas aulas para luego hacer la secundaria en la Escuela Técnica Nº 5 (Enet Nº 5), donde se recibió de maestro mayor de obras.
Siempre vivió en esa zona de Alberdi, con su padre. Tenía una hermana, María Carolina, que reside en Bélgica, y otro hermano, Cristian, en Rosario. No tenía hijos. Abrazó la práctica de deportes al aire libre como su pasión. Y era socio del Club Remeros Alberdi, donde su padre fue directivo. Por su destacado aporte, esa institución deportiva homenajeó al papá con una embarcación que le regalaron con su nombre.