Los tres peritos forenses que examinaron la personalidad de Juan Gabriel Abramor llegaron a la conclusión de que el culto a San La Muerte, un ícono religioso vinculado con el bien y el mal, no dejó una impronta en su conducta para llevarlo a disparar cinco balazos mortales a su padre Juan Carlos, un parapsicólogo de 45 años y cultor de la magia negra. La psicóloga Olga Carlstein Wilson, una de los profesionales intervinientes, sostuvo que la motivación del crimen pudo radicar en el "vínculo distorsionado y perverso que mantenían el padre y el hijo y una consecuencia de un impulso gestado en el tiempo" por el muchacho enjuiciado.
La de ayer fue la segunda jornada del juicio oral y público contra Juan Gabriel Abramor por el asesinato de su padre ocurrido el 7 de abril de 2010 en una casa de Pueyrredón 4031. La audiencia se celebró en el primer piso de los Tribunales provinciales de Balcarce al 1600. En la apertura del juicio una declaración del acusado, admitiendo el hecho, dejó una resonancia de la complejidad del caso. "Yo no maté a mi padre, maté al brujo", dijo Juan Gabriel.
En ese testimonio Juan Gabriel dijo que su padre anunció su intención de sacrificar a su pequeño hijo. Y que como sabía que su padre tenía "poderes" que habían causado la muerte de manera natural a tres personas "mediante trabajos" se aterrorizó. Eso lo empujó al crimen por no tener "otra alternativa".
Comprender o no. Los psiquiatras forenses Marta Rodríguez Pujol y Carlos Alberto Elías, que entrevistaron a Juan Gabriel, coincidieron en el diagnóstico de la psicóloga Carlstein Wilson acerca de su conducta, pero ambos exhibieron diferencias con ella. Pujol tuvo un solo encuentro con el muchacho y advirtió una postura reticente para contar lo que había ocurrido. "Hay una falta de espontaneidad en su relato. No tiene una patología mental que le impida comprender la criminalidad del hecho", sostuvo ayer.
Cuando la fiscal Lucía Aráoz consultó a la psiquiatra acerca de si Juan Gabriel había actuado con premeditación en el crimen de su padre respondió que no estaba en condiciones de precisarlo, pero señaló que el muchacho no mostró signos de angustia. "No lloró en la entrevista" (Abramor), indicó. Además la profesional advirtió que el joven no mostró una "expresión de sentimiento de odio hacia el padre y su relato no estuvo acompañado de carga emocional", afirmó.
La fe y la acción. A su vez, lo más relevante del testimonio del médico psiquiatra Carlos Elías fue cuando desvinculó los motivos del crimen de la creencia religiosa de los Abramor. "La cuestión de la fe no influyó en la conducta criminal", indicó. Y colocó la cuestión de la devoción a San La Muerte en el terreno de los mitos y alejada de la ciencia.
La psicóloga Carlstein Wilson puso enfásis en los trastornos de la personalidad de Juan Gabriel y recordó los intentos de suicidio del joven acusado.
Recordó los abusos sexuales que sufrió de parte del padre hasta los once años, que luego se convirtieron en verbales cuando Juan Gabriel dejó la casa de la madre, en Lomas de Zamora, y regresó a la ciudad para volver a vivir con el padre. "Sos un putito. Nunca te vas a poder ir de mi lado", escuchó de boca de Juan Gabriel, según dijo, en la entrevista.
Sugestión. La profesional concluyó que el muchacho sintió que su padre era dueño de su cuerpo y de su familia. Y generó en él una conducta de sometimiento, acompañada de sentimientos de amor y odio.
"La actividad desplegada por el padre pudo haber manipulado su conciencia a tal punto de creer que (el hombre fallecido) tenía poderes sobrenaturales para determinar la vida o la muerte sobre las personas", escribió en su informe dirigido al juez de Instrucción Nº7 Gustavo Pérez de Urrechu, que investigó el caso en su etapa inicial.
Dos crudos relatos
Entre quienes declararon ayer ante el tribunal estuvo Natalia Fernández, la pareja de Juan Carlos Abramor. Bastante nerviosa, la mujer recordó ante el juez José Luis Mascali que su marido y Juan Gabriel tuvieron “muchas peleas, pero él siempre lo perdonaba. Vivía para él y para Morena (la otra hija del hombre asesinado)”, sostuvo.
La mujer aseguró que nunca presenció que su marido “haya sacrificado animales o personas” como un ritual en honor a “San La Muerte”, pero admitió que veneraba a ese “santo”.
El momento más emotivo de su declaración fue cuando la fiscal Lucía Araóz le pidió un relato pormenorizado de lo ocurrido el 7 de abril de 2010, el día del crimen de su esposo. Entonces, dijo que Juan Carlos llevó a su hija de 13 años a un curso de computación y que regresó a las 10 porque a las 12 comenzaba su programa en una FM.
En ese momento, contó, Juan Gabriel se levantó para bañarse y regresó a su habitación. “Mi marido fue con La Gorda (por su hija Morena) para la parte de atrás de la casa. Gabriel salió de la pieza. Yo estaba de espaldas cuando escuché el primer balazo. Cuando me di vuelta, lo vi a Juan Carlos tirado en el suelo. En ese momento, Gabriel le pegó un tiro en la espalda y siguió disparando hasta vaciar el cargador”, contó.
En crisis. En ese momento la mujer estalló en llanto y la audiencia debió interrumpirse. Después, Natalia recordó que Juan Gabriel se quedó inmóvil junto al cuerpo sin vida del padre, apoyó el arma en la mesa de la cocina y encendió un cigarrillo. “Yo le pregunté qué hiciste y el solamente me contestó: «Ya está Nati»”.
Después fue el turno de Bárbara Vergara, la ex pareja de Juan Gabriel. La chica aclaró que no compartía el culto que profesaba su suegro “porque no veía bien las cosas que hacía” y que en una oportunidad quiso marcharse con Juan Gabriel, pero el padre le dijo que no lo hiciera. “Un día escuché que había dicho (el hombre fallecido) que Gabriel era de su propiedad”, contó.