"No queremos que se cierre ninguna orquesta, al contrario hay que abrir más. Hay un montón de chicos y chicas en lista de espera para sumarse". El pedido llega con forma de abrazo a una experiencia que conocen en primera persona Carlos, Nadia, Magdalena e Ismael, integrantes de la Escuelas Orquesta infanto Juveniles de El Triángulo y Tablada. Hablan del valor de estos espacios de aprendizajes, cuya continuidad se vive con tanta incertidumbre, que los lleva preguntarse: "Es raro, antes todos buscaban sacarse fotos con nosotros, ¿y ahora qué les pasa, se olvidaron?"
En tiempos de clases, todos los días, a las 6.30 de la mañana, Carlos Pedernera (13 años) pedalea desde su casa hasta la Técnica 4. A la vuelta, llega justo con el tiempo para sumarse a las prácticas de la Escuela Orquesta El Triángulo, que arrancan a las 18.30 en la Escuela 518 de Rouillón al 4400. "Fui a hacer un mandado a la ferretería que está frente a la escuela donde ensaya la orquesta, cuando escuché la música, me volví a mi casa corriendo y le dije a mi mamá que ahí quería estar", se ríe recordando aquella anécdota que hace cuatro años lo llevó a aprender trombón y percusión. Los primeros pasos en la música los hizo en la murga de su escuela primaria, la Simón de Iriondo. Dice que le encanta ir a la orquesta porque es donde está con otros chicos y desaparecen el cansancio o los problemas que cada uno pueda tener.
Tanto Carlos como las demás chicos y chicas, invitados por LaCapital para hablar de sus experiencias musicales, reconocen el trabajo solidario, cooperativo, que se teje amorosamente alrededor de estos espacios: "A veces llegamos tarde a la orquesta, con hambre, y la comisión de madres te convida con un alfajor, o cuando nos vamos comemos todos juntos en el comedor. Se ocupan de que tengamos la ropa planchada para las presentaciones y nos acompañan en los viajes".
Querido violín. También a la Orquesta de barrio Triángulo asiste Nadia Bahl, de 13 años, que va a segundo año del secundario en la Técnica Héroes de Malvinas, y que este año está decidida a comenzar a estudiar también en la Escuela Provincial de Música. Se enamoró de la orquesta escuchando la de Ludueña, la primera a la que se integró, pero como le quedaba lejos de su casa se cambió a El Triángulo. "Al año que aprendía, mi mamá me pudo comprar un violín, y ahora otro mejor", dice orgullosa de su instrumento más querido.
"Tocar en la orquesta es estar en otro mundo, te olvidás de los problemas, te tranquiliza", describe sobre lo que siente cuando ensaya, y enseguida dice que lo mejor que tiene esta experiencia es que "te da otro futuro, te lo cambia, seas músico más adelante o no". Por eso se lamenta que "haya tantos chicos que no tengan la misma oportunidad o que estén en lista de espera para ingresar".
Nadia pide la palabra para opinar y la escuchen muy bien quienes tienen en sus manos la decisión de que estos programas socioeducativos no se caigan: "Sería una pena que cierren las orquestas porque son muy lindos momentos los que pasamos, es como una gran familia".
La Orquesta El Triángulo funciona desde 2004 y reúne a chicos y jóvenes de la zona sudoeste de la ciudad. Su actual directora es la profesora Evangelina Gaido.
Al profesorado. En 2009, comenzó a funcionar en el último piso de la Escuela Vigil la Orquesta de Tablada. Los profesores pasaron por los cursos invitando a los estudiantes a sumarse a las clases organizadas para los sábados a la mañana. Magdalena Cottet, o Magui como todos la llaman, no lo pensó mucho, allí estuvo y nunca dejó de asistir. Lo suyo es la percusión. Este año, ya con 19 cumplidos, comienza a cursar el profesorado de música.
Como los demás, dice que todos los géneros musicales tienen algo de encanto, pero más cuando los interpretan. El repertorio que aprenden en las orquestas es amplio: lo clásico y popular tienen lugar. "Este año empecé a escuchar más murgas, porque me sumé a la murga Modestia Aparte, que es de mujeres y tiene un estilo uruguayo, con temas basados en la problemática de género. Por eso me gusta, por la temática y la conformación".
Magui encuentra en las orquestas un valor de contención sustancial: "Ayudan a que los chicos estén en la escuela, no en la calle, haciendo algo que les gusta, que les puede servir para el día de mañana. Pero además ayudan a ver el futuro de otra manera, a apropiarse del espacio, a querer el lugar donde estamos. Y si estamos contentos con lo que hacemos, lo vamos a cuidar".
Cuidar lo logrado. No puede entender cómo está en riesgo la continuidad de las orquestas infanto juveniles: "Sacarlas sería quitarles contención a casi 200 chicos de Tablada, y si sumamos a los de las otras orquestas son muchos más. Chicos para quienes es la única actividad extracurricular que tienen, un espacio donde se aprende y nos divertimos".
"La orquesta te abre la mente. No es necesario venir acá pensando que vas a ser músico, podés estudiar cualquier otra carrera, y tomar esto como un hobby", dice para acentuar el mérito de abrir horizontes que tienen estas propuestas.
Ismael Reynoso tiene 17 años y está en 4º de la Secundaria 551 Sonia Beatriz González. Tanto como el hockey, del cual es un excelente jugador, se apasiona con participar en la Orquesta de Tablada. Más desde que los ensayos también se hacen en la sede de su escuela de Ayolas y Grandoli.
Se enteró que había "una orquesta en el barrio" cuando estaba en 7º grado de la primaria. Un sábado a la mañana se acercó hasta la sede de Alem y Gaboto, y los profesores le sacaron enseguida la timidez inicial. Eso fue en 2012. Al inicio aprendió flauta traversa y más tarde trombón, por necesidad: "En 2014 teníamos que ir a tocar a Buenos Aires y faltaba quien tocase este instrumento. El director (Carlos Goldfeld) me insistió que les diera una mano y ahí me enganché".
Al principio se ponía nervioso, porque no conocía a nadie. De a poco fue conociendo al grupo, formando una amistad. "Para mí la orquesta es como un gran abrazo, igual para los demás que tocan aquí. Pero también tiene el valor de funcionar en un barrio llamado Tablada, donde muchos no quieren venir por lo que dicen los noticieros de los robos y la droga. La orquesta cambia al barrio, lo ayuda, nos acompaña y nos cuida. Los padres, los directores y los profesores son una familia para nosotros".
Por si quedaran dudas del peso de sus palabras, Ismael reflexiona: "Todo está muy mal con lo que quieren hacer con las orquestas. Nos cortan la posibilidad de aprender a nosotros y a las nuevas generaciones".
Pedido para la foto. La charla se da en una de las sedes de la Orquesta Tablada, en el edificio de la Vigil. Hablan con cariño infinito de sus profesores, de lo valioso que todo sea gratuito, público, inclusivo. Que los instrumentos estén disponibles para ensayar hasta en la casa, que sean de todos. De lo bueno que es sentir al otro al lado, dándoles fuerza para perder el miedo cuando se levanta el telón y el público está enfrente. Y la felicidad que representa para sus familias y vecinos tener un músico cercano. Por eso no entienden bien, como dice Carlos con sus 13 años "por qué quieren cerrar las orquestas, habiendo tantos problemas que atender".
Llega el momento de hacer las fotos para la nota. Le piden a la reportera gráfica que trabaja en la entrevista que además de tomarlos junto a los instrumentos musicales disponibles en la sala, los fotografíe también sin ninguno en mano, excluidos de lo que tanto quieren y han construido. Otra manera de hacer visible su protesta.
Programa. Las orquestas de Tablada y El Triángulo integran el Programa Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario, dependiente del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación. En Santa Fe hay otras dos de este mismo plan: la de Las Parejas y la de Granadero Baigorria.
El viernes 12 de febrero pasado profesores y padres hicieron sentir públicamente su preocupación por la falta de respuesta oficial sobre la continuidad del programa y del pago de los salarios correspondientes al receso de verano. La demanda también figura en las agendas de las paritarias tanto nacional como provincial.
Esta semana, ante el reclamo, la Nación decidió renovar el contrato de los docentes del programa por dos meses más: enero y febrero 2016. Toda una ironía.