Duele mucho cuando se censura a los jóvenes, y más aún si esos jóvenes son nuestros alumnos. Y más dolor e incomprensión nos causa cuando esa censura proviene de compañeros docentes cuando ellos deberían ser los primeros en permitir que los jóvenes se expresen libremente, permitir que reflexionen, participen, militen activamente. Y mucho, pero mucho más duele cuando la censura se practica sin argumentos sostenibles y válidos sobre algo tan sensible, algo tan incuestionable como fue el terrorismo de Estado que desde 1976 a 1983 dominó al país. Se pretendió censurar a mis alumnos en un acto en la calle y una pintada de murales prohibiéndoles pintar pañuelos blancos y leyendas como "Nunca Más 30.000 desaparecidos, ni olvido, ni perdón, justicia y verdad". Esa comisión directiva que felizmente no representa a todos los docentes de nuestra institución prohibió los dibujos que proponían los alumnos del centro de estudiantes, organización estudiantil que no funcionaba en la escuela desde hace muchos años. Pero del dolor se sacan las fuerzas cuando se tiene la convicción de que se está trabajando en la búsqueda de la verdad y la memoria colectiva, aunque ésta genere desavenencias, controversias y opiniones contrapuestas que sin dudas debemos debatir pero nunca negar. Por disposición del Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe la efeméride del 24 de marzo es obligatoria. El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, ha dicho que "el 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, fue instituido desde el 2006 como feriado nacional, por lo que actualmente está incorporado al calendario escolar. Nosotros como Estado educador, trabajamos para que las efemérides escolares no se conviertan en meras formalidades retóricas, sino en momentos de conmemoración conjunta y, por lo tanto, en espacios privilegiados para el ejercicio de la memoria". Lamentablemente, muchos directivos y responsables de establecimientos educativos no entienden esto y hacen caso omiso, negando la fecha, minimizando u obviando el acto para no tener conflictos y en otros casos como en nuestra escuela censurando la expresión de los jóvenes haciéndome recordar lo peor de aquellas nefastas épocas que repudiamos, felizmente hoy en democracia.