El centro de nuestra ciudad se ha convertido en un baño público a cielo abierto, cualquiera hace sus necesidades a la vista de todos. La Guardia Urbana Municipal al parecer brilla por su ausencia porque si no debería actuar para sancionar estas actitudes cada vez más frecuentes. Parece que a nadie le interesan el decoro y las buenas costumbres. Hasta algunas mujeres copian lo malo del hombre y escupen o se rascan la entrepierna sin problema. Caminando por nuestras calles se pueden encontrar tirados preservativos, pañales o toallitas íntimas usadas. En una ciudad que pertenece a un país en el que no se respeta el libre tránsito, las elecciones se adelantan según la conveniencia del mandatario de turno, donde los automovilistas no respetan a nadie, donde a los jubilados les pagan monedas, donde los jóvenes tienen de modelo hacerse famosos en algún reality o jugar bien al fútbol para salvarse, donde la solidaridad no existe, donde el que piensa distinto no es un rival sino un enemigo y donde se ha profundizado enormemente la pelea entre pobres, está claro que da como resultado el poco respeto por las mínimas normas de convivencia. La Argentina debe tener cura. Debemos tratarnos mejor y ser más respetuosos si no queremos escuchar palabras hirientes como las del escritor Vargas Llosa cuando dijo que teme que el nuestro sea un país incurable. Todavía estamos a tiempo de cambiar para mejorar.