El plan económico quedo desdibujado por los cambios en el escenario internacional, los problemas en la economía doméstica y el impuesto a la renta financiera.
El plan económico quedo desdibujado por los cambios en el escenario internacional, los problemas en la economía doméstica y el impuesto a la renta financiera.
La suba de tasas en Estados Unidos nos coloca en un escenario económico muy adverso para las economías emergentes. Se va a encarecer la tasa de financiamiento, y probablemente tengamos un tipo de cambio más elevado. Esto obligaría a que los países tengan más austeridad en el plano doméstico, y tengan que lograr superávit fiscal para no tener estampidas inflacionarias.
En Argentina, el mix de una suba de tasas en el mundo, que condiciona el financiamiento futuro, un dólar fortalecido a escala global, y precios de las materias primas en probable descenso generan un combo de problemas no menores para la actividad económica.
En este escenario, la Argentina está atravesando una transición económica, en donde está normalizando el precio de las tarifas, aplicando una reforma tributaria que castiga a la especulación, y pretende mantener un gasto público elevado.
Evidentemente el mix de un mundo más hostil, y la falta de una política económica más sincronizada y eficaz en el mercado interno, nos llevó a una fuga de capitales, devaluación y suba de tasa de interés que impacta de lleno en la actividad económica.
La Argentina no tiene superávit fiscal, y difícilmente lo pueda tener en esta coyuntura. El gobierno heredo un gasto público que resulta difícil de financiar en las circunstancias actuales, por ende, está condenado a tener déficit fiscal, y consecuentemente una fuente de inflación futura.
El impuesto a la renta financiera, ahuyentó a los inversores extranjeros que llegaron al país en 2016 y 2017 e invirtieron en pesos. Las salidas de estas inversiones generaron una gran suba en el tipo de cambio, situación que por el momento el Banco Central no puede controlar.
La inflación para 2018 rondaría el 25 por ciento anual y los especuladores demandan una tasa de interés real del 10 por ciento, esto implicaría una tasa del 35 por ciento anual. Si ello no ocurre se lanzan a comprar dólares, esto derivó en una fuerte suba del tipo de cambio que pasó de $ 18,77 a fines del año 2017 a los $ 21,50 actuales. Esta suba de casi el 15 por ciento no se detiene, y está en busca de un nuevo precio de equilibrio.
En este escenario es difícil presagiar el rumbo futuro del plan económico, aunque podemos mensurar las consecuencias de este desajuste en las principales variables económicas.
La Argentina tendrá en el año 2018 una inflación no menor al 25 por ciento anual, por ende, el tipo de cambio podría ubicarse en torno de $ 23,50 para fin de año. Esto traerá como consecuencia una tasa de interés que podría ubicarse en niveles superiores al 30 por ciento anual e impactaría negativamente en la actividad económica.
En la actual coyuntura, el mayor valor del dólar invitó a una venta de la divisa para adquirir autos, motos o propiedades, pero en ningún caso se vendieron dólares para colocarse en el mercado financiero en pesos.
Las materias primas agrícolas han mostrado una suba considerable, en principio por ser un activo escaso en un mercado con demanda abundante. La suba de precios ha llegado para menguar el duro golpe de la menor producción, pero en ningún caso genera un efecto riqueza que produzca una reactivación económica.
Conclusión
El gobierno está en el ojo de la tormenta financiera. Creemos que en las próximas semanas la intensidad de las subas y bajas dará espacio para la necesaria calma que permitiría repensar el plan económico.
El gobierno no puede salir adelante si no fortalece las reservas y el equilibrio del presupuesto público. Se barajan muchas alternativas para salir del escenario de desconfianza.
Esta la posibilidad de recibir un crédito del Fondo Monetario Interancional (FMI) de u$s30.000 millones, privatizar empresas (el 50 por ciento de Transener se podría vender y su capitalización bursátil es de u$s1.000 millones) e invitar a un nuevo blanqueo.
Creemos que estamos en las puertas de un nuevo plan económico, que debe restablecer la confianza que se perdió en los últimos meses.
La mayor confianza no se logra bajando el precio de las tarifas, hay que pensar en generar más riqueza, para eso es necesario aplicar mensos impuestos a la nueva inversión, realizar la reforma laboral y tener un tipo de cambio competitivo que invite a exportar y recibir más turistas en nuestro país.
Si seguimos viajando al exterior e importando celulares no me parece que arribemos a buen puerto.