William Hanna y Joseph Barbera fueron los creadores de la famosa dupla Tom & Jerry. Una pareja de mascotas amigas y enemigas intimas que por varias generaciones captaron con sus historias nuestra atención. Dicho sea de paso, ganaron 7 premios Oscars. Todo un éxito.
Hoy, los niños tienen una variopinto de estímulos tan amplio que lograr su atención es cada vez más complejo y se ha vuelto un recurso absolutamente escaso. Volver a la inocencia de aquellos días, sería una buena forma de revivir valores, en cierto modo esas mascotas eran muy compañeras y se defendían mutuamente.
Dejemos la inocencia de lado y pasemos a la economía que tiene varios clásicos de discusión y ocupación permanente como es la carrera de los salarios contra la inflación, otra interminable historia del gato y ratón.
Los salarios vienen hace más de una década perdiendo la batalla contra la inflación. Digamos que la inflación corre más rápido que los salarios y es por esta diferencia en velocidades, que en promedio todos perdemos poder de compra y por ende somos más pobres.
David Ricardo (1772-1823) un Tom & Jerry de la economía, definía al salario en la teórica microeconómica como el pago por la productividad y en su ley de rendimientos decrecientes, el salario de equilibrio era aquel que iguala a su productividad marginal (w=pmgl). Técnicamente aquellos eran de subsistencia “Ley de bronce de los salarios”, que solo alcanzaban para sobre-vivir y reproducirse a duras penas.
O sea que el salario paga lo que en verdad con el trabajo cada uno agrega al producto final. Quien coordina la producción (el empresario) en sus cabales, no pagaría un salario más alto de lo que en verdad recibe por el trabajo y su productividad asociada, a menos que justifique su accionar en obras de beneficencia u otra modalidad que escape a la lógica económica.
¿Qué determina el valor agregado o lo productivo que somos?: El nivel educacional, la actualización continua; la eficiencia de los procesos productivos, la re ingeniería; la tecnología incorporada (ahorro previo como condición necesaria); la vagancia o la proactividad (salir de la zona de confort); la “tajada” que se apropia el Estado (resta al consumo e inversión)
“Inflación por el ascensor y salarios por las escaleras”. Fue una frase acuñada por un ex presidente que, en su tercer mandato por el shock del petróleo y la “inflación importada” daban lugar a un episodio de actualización de salarios por sobre la inflación en orden del 220% (inédito). Claro que, como nada es gratis en económica esas cuentas se pagaron con mas retrasos y decadencia propia de escenarios artificiales.
Estamos en pre-elecciones, momento en el que abundan los eslogans sin contenidos, las soluciones mágicas y la demagogia egoísta. Eso si, tantos años de retraso y educación en retirada van generando la tierra fértil para que germinen los sin sentidos. Los “chistes y los artistas” son los mismos, solo que el público se renueva. Debemos aprender qué lo gratis no es tal y qué no pagar las cuentas siempre sale caro.
Ante este escenario de salarios qué no alcanzan podríamos intentar una postura diferente: a) renovar conocimientos, desaprender, b) hacer mejor lo que hacemos, profesionalizarnos y c) aprender a leer un mercado con necesidades renovadas.
En definitivas buscar la solución aportando valor y siendo más productivos en lo que hacemos, es una postura de asumir responsabilidades y no esperar qué el escenario cambie, al menos por ahora.
La matriz llamada mercado (los consumidores, vos y yo) juzgamos productos y servicios en cada compra y como contrapartida pagamos un precio o una compensación. Este ultimo se justifica en función del valor que agregamos con lo que hacemos y que será un salario cuando trabajamos en relación de dependencia o un precio del bien o servicio que brindamos como emprendedores.
Cada cual al momento de comprar y pagar por algo, asumimos qué estamos recibiendo algo qué vale más de lo qué estamos en efecto pagando. Nadie pagaría más por algo qué lo considera menos valioso qué su pago.
Argentina se caracteriza por tener una mega y costosa estructura estatal. Sostener esta mochila con impuestos limita al privado en sus decisiones de consumo y a las empresas pagar mejores salarios y restringir la inversión. 1+1=2. No digo nada nuevo, pero hay que repasarlo.
El elefante que supimos enquistar intenta “compensar” las fallas del mercado, cargándonos de mayores compromisos que, sin valor agregado debemos sostener con transferencias crecientes del privado al público.
Al menos la ultima década, argentina mantiene su nivel de producción (PBI) constante y como contraparte, hay mas ocupados (productivos es otra cosa). Igual producción y mas gente que asistir, la cuenta da un salario real (neto de inflación) que cae como un piano año tras año.
En escenarios recesivos (+ de 32 trimestres sin crecimiento) esta dinámica negativa se potencia y mas aun cuando las rigideces del mercado laboral imponen condiciones que no tienen por objeto compensar con mayor producción la caída de los ingresos salariales sino la de sostener un salario a como de lugar generando una globo condenado a estallar.
No sugiero ajustes de salarios sino foco en la producción, estímulos impositivos y regímenes de industrialización competitiva que aspiren los fondos del sistema financiero hacia el productivo. Es la única forma en que vamos a poder pagar la deuda.
Entre los años 2022 y 2023, deberemos honrar vencimientos de deudas por más de 45 mil millones de dólares. Esto significa qué producir y a toda velocidad es indispensable.
La carrera Tom & Jerry de salarios e inflación seguirá siendo un clásico en la medida qué el Estado siga siendo un pesado socio a quien mantener. Ganarle con salarios a la inflación dependerá de la capacidad de producción, de menores impuestos, de mayor apertura económica, de un gasto público más eficiente y de un pueblo que se re eduque sobre la base de agregar valor.
El estado verdaderamente crítico de la economía Argentina, amerita que aquellos qué hoy se pelean cómo gato y ratón, sean solidarios en consensuar soluciones, como lo hacían Tom y Jerry cuándo se mandaban de las suyas. La economía siempre tiene dibujos.