El último informe de la UIA indicó que el 26% de las industrias tiene dificultades para cubrir vacantes y la problemática más recurrente es, por un lado la escasez de postulaciones pero también el déficit de competencias técnicas específicas y la falta de experiencia e insuficiencias en materia de habilidades blandas.
En ese puente para ensamblar el mundo laboral y con la educación, lejos de escuchar sobre fierros, procesos de automatización, producción en serie o montajes de fábricas tradicionales, los estudiantes se encontraron con casos reales de industria 4.0, el tema convocante del encuentro, y el futuro hacia el cual camina la producción manufacturera en el mundo y también en la Argentina.
“Cuando hablamos de industria 4.0 lo primero que se nos viene a la mente es la transformación en la forma de producir, pero la palabra también incluye transformaciones en la vida personal y nuevas oportunidades”, explicaron los organizadores y eso quedó muy claro cuando se echaron a correr las historias de vida de los cuatro disertantes.
En constante movimiento
“El primer contacto con la industria y la tecnología lo tuve en mi casa, de la mano de un papá electricista, autodidacta que resolvía todo”, relató Florencia Giotti, de Capabiliti Network Cross Latam de Accenture Argentina, una joven que hizo del cambio y la transformación, una forma de vida y el valor agregado de su trabajo.
De profesión ingeniera electrónica, título que obtuvo en la Universidad Nacional de la Plata luego de experimentar en varios trabajos antes de finalizar sus estudios superiores, Giotti, hoy se desempeña en Accenture en consultoría de industria 4.0 en planta, lo que le permite “conocer industrias, los puntos vulnerables que cada una tiene y ayudarlos”, dijo la joven quien desde muy chica supo que le “gustaba encontrar vulnerabilidades” para luego buscar las soluciones.
Ese trabajo la conecta con distintos tipos de industrias en todo el mundo, de rubros tan disímiles como el cemento o el petróleo.
Con un idioma muy cercano al auditorio del encuentro, por su edad, Florencia relató que ese camino que hoy también la encuentra formando parte del equipo de industria 4.0 de UIA, tuvo algunos mojones que siempre oficiaron como disparador hacia su verdadera vocación. En ese rumbo, relató que realizó una pasantía en la compañía Techint, donde pudo conocer más sobre seguridad informática o ciberseguridad “algo muy importante hoy en la industria 4.0”, dijo.
Con su historia, Florencia buscó mostrar como cada lugar de trabajo por el que pasó le aportó una herramienta más a su mochila de conocimientos. Aprendió sobre blockchain _incluso incursionó en la compra de Bitcoins que vendió en 2016 cuando aún no eran un furor_ ; trabajó en la planta de UnitecBlue del grupo Eurnekian en Chascomús en la que se hacían implantaciones de chips en automatización y realizó su primer prototipo que consistía en una placa que detectaba cuando el chip estaba mal implantado. “Fue mucho esfuerzo, viajaba durante una hora en taxis compartidos”, recordó y aconsejó acercarse a las industrias y “probar lo que es eso en la piel”, dijo.
La urgencia por terminar los estudios la llevó de regreso a Accenture en La Plata, donde había comenzado a trabajar. A los tres meses de volver, se anotó en un challenge y en tres meses estaba desempeñándose en el área tech pero en Brasil donde incursionó en la inteligencia artificial, entrenamiento de redes neuronales y en funciones tales como detectar equipamientos de seguridad industrial en una planta, lo que le permitió finalmente unir en una sola labor sus dos pasiones: estar en el terreno (en la industria) y aplicar los conocimientos en tecnología. “Ningún sueño es demasiado grande, ni ningún soñador demasiado chico”, reflexionó la joven que combina su trabajo con su otra pasión que es la gimnasia artística y es madrina de una escuela de robótica en el sur de Córdoba.
“Queremos ofrecerles herramientas para diseñar su futuro, que ojalá sea industrial”, fue la frase que pronunció Leonela Guajardo, representante del área de educación de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) Joven, entidad que también fue parte de la organización del encuentro que se realizó en Rosario, apenas arrancó la charla. Y eso fue también lo que acercó Mauricio Caggioli, gerente de tecnología del grupo Arcelor Mittal / Acindar, quien con apenas 45 años hoy lidera la industria 4.0 en el grupo siderúrgico, dedicado al mantenimiento de sistemas, tecnologías e innovación para mejorar la productividad.
De la historieta a la ciencia
“En mantenimiento estamos haciéndolo en más de 1.000 celulares, 2000 computadores, 400 cámaras; en automatización tenemos más de 100 mil variables censadas y controladas; en data analitycs transformamos los datos en más de 400 informes que le permiten a la compañía tomar decisiones en tiempo real; en innovación realizamos impresiones 3D para repuestos”, dijo el ejecutivo. También mencionó que trabajan en realidad aumentada para mantenimiento, en realidad virtual para mostrar a la empresa en stands comerciales y utilizan internet de las cosas en temas de seguridad.
Ese trabajo fue el resultado de una vida en la cual Caggioli combinó la “pasión por la ciencia ficción”, que encontró en el mundo de las historietas que devoraba desde niño, con “la lectura de revistas de divulgación científica” que le llegaron a sus manos. “En mi infancia no había Netflix ni Disney y leía historietas. Una de ellas era Lúpin que tenía diferentes contenidos científicos y enseñaba a fabricar cosas, como barriletes, aviones”, recordó. Esas habilidades prendieron y lo llevaron a estudiar en una escuela técnica e inclinarse por la ingeniería electrónica como estudio superior. “Me gustaban mucho los sistemas de control y vi que muchas industrias podían tener más potencialidad en ese ámbito”, dijo el ejecutivo quien recordó que tras enviar varios curriculum y calificó en Acindar. “Había mucho que no conocía, tuve que capacitarme en idiomas, en áreas administrativas, de liderazgo”, dijo e instó a los jóvenes a no detenerse en la capacitación continua.
De los autos a la maquinaria
Ese impulso por seguir siempre buscando nuevos desafíos fue el que trasladó a los jóvenes Belén Gigli, encargada del área de compras y desarrollo de proveedores de la industria de maquinaria agrícola Crucianelli, de Armstrong.
La ingeniera industrial graduada en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) dijo convencida que “equivocarse es parte” del proceso de aprendizaje. Es una de sus frases de cabecera a las que recurre cada vez que se le plantea un desafío, dijo. También otras como “nunca hay que dejar de moverse” o “conocé tus habilidades”.
Gigli nació en Las Parejas, el corazón del cluster de maquinaria agrícola santafesina, aunque su inclinación por la ingeniería industrial no fue inmediata. Luego de recibirse como perito mercantil y recorrer varias universidades de Rosario para conocer la oferta académica, volvió a su ciudad natal que le dio las respuestas que esperaba. “En Las Parejas había muchas empresas, las visité, hablé con sus dueños y con la gente que trabajaba en ellas y me decidí por la ingeniería industrial”, recordó la profesional cuyo primer trabajo fue en el rubro automotriz, primero como pasante y luego en el área de calidad de proveedores. “Allí se despertó mi pasión y empiezo a darme cuenta que me gusta todo lo relacionado con los procesos”, dijo. Eso la llevó a visitar distintas plantas y en ese puesto logró estar en contacto con muchos procesos: inyección, mecanizado, soldadura. “Empiezo a formarme, me recibo y trabajo diez años en ese sector” rememoró.
En la actualidad, según datos de la UIA, las industrias ponderaron especialmente las estrategias para la incorporación de jóvenes profesionales y los programas de prácticas profesionalizantes, algunas porque ya lo implementaron y otras se mostraron interesadas.
En el caso de Gigli, decisiones personales la llevan de regreso a su ciudad natal y allí comenzó de nuevo, pero con el bagaje que le aportó la década de trabajo en la industria automotriz. Entró en Crucianelli donde “tuve que comenzar de cero, por ejemplo, conocer qué era una sembradora”, relató, y dijo que acompañó en esa firma la estandarización en línea, la automatización de procesos y la tecnología “precision planting”.
Su experiencia anterior en desarrollo de proveedores le sirvió como puntal para luego poder realizar ese trabajo en el área de compras de Crucianelli, donde se desempeña actualmente. “Siempre que no supe algo, me puse a estudiar”, dijo e instó a los estudiantes a hacerlo siempre. “Nunca dejen de hacerlo y de buscar nuevos desafíos y metas, confíen en ustedes y no dejen de moverse”, arengó.
Casi ingeniero pero ingenioso
El que no dejó de moverse, pero en el escenario del encuentro fue Gabriel Fernández, socio gerente de la empresa AFG Ingeniería. Se paró, se calzó un guardapolvo azul como el que usan los estudiantes y docentes de escuelas técnicas y arengó al público joven:”¿Se ven en el futuro vestidos así?”.
Muy pocos de los presentes levantaron la mano, pero fueron muchos lo que sí lo hicieron cuando les mostró a un industrial que toma decisiones empresarias y seguimiento de procesos productivos desde un celular. “Mi primer mensaje para los profesores es que necesitamos modernizar lo que enseñamos y motivar a los jóvenes”, dijo.
Fernández nació en Pueblo Irigoyen, a pocos kilómetros de la ciudad de Barrancas, que supo ser un cluster autopartista en las décadas del 70 y el 80, y donde el empresario cursó su secundaria en una escuela técnica a la que llegaba haciendo “dedo” hasta que se compró una moto, esa misma que vendió para adquirir la primera computadora que daría el puntapié inicial a su empresa, una auténtica industria 4.0. Arrancó ingeniería pero no llegó a recibirse.
“Todo fue un gran sacrificio, pero valió la pena”, indicó Fernández, quien reconoció que “el idioma técnico” es el único que abre puertas. “Yo no hablo inglés, pero sé interpretar planos y ese fue mi idioma universal para tratar con coreanos, alemanes, con todos aquellos con los que me vinculo”, recordó el titular de la empresa que provee soluciones de ingeniería industrial a grandes compañías como General Motors o Mercedez Benz y que trabaja en las fronteras de la innovación del sector manufacturero. “En cualquier lugar, si saben interpretar un plano pueden conseguir trabajo y subsistir”, arengó.
“La educación técnica es fundamental para la transformación productiva del país”, dijo a la hora de valorar la elección que hicieron esos jóvenes que lo estaban escuchando, a los que les dijo, también, que “la transformación esté en manos de los nuevos técnicos digitales” y les aconsejó “aprovechar cada minuto en la escuela”, porque “cada clase es como incorporar una herramienta en el bolsillo”, dijo.
Además de las automotrices, hoy AFG son proveedores de soluciones para empresas de línea blanca en la región, de otras conocidas como ollas Essen y exportan a Estados Unidos y Colombia. La clave es ir transformándose”, dijo Fernández sin dejar de moverse en el escenario, como en la vida profesional.
“Queremos que formen parte la industria, pero no de la nuestra, sino la de ustedes, la que se permitan emprender”, concluyó Guajardo, de Fisfe Joven. “Sobre todo elijan nuestro país que es un suelo fertil para que los proyectos crezcan”, agregó. Y el resto sólo fueron aplausos.
Charlas y un concurso para innovar
Industria Inspira está organizado por la Unión Industrial Argentina y la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe). De la edición 2022 que se realizó en Rosario participó el gobierno santafesino a través del Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología. Además de la charla se lanzó un concurso para que los jóvenes puedan crear un proyecto innovador que permita suplir las necesidades de su comunidad. El año pasado se presentaron más de 60 iniciativas y resultó ganadora una escuela de Tucumán.