El Banco Central pierde reservas, se abraza a la esperanza de la santa soja, pero en el gobierno desconocen cómo se mueve el sector agro. Atrasando el tipo de cambio y prohibiendo importaciones se encierran en un callejón sin salida.
Atrasando el tipo de cambio y prohibiendo importaciones el gobierno se encierra en un callejón sin salida.
El Banco Central pierde reservas, se abraza a la esperanza de la santa soja, pero en el gobierno desconocen cómo se mueve el sector agro. Atrasando el tipo de cambio y prohibiendo importaciones se encierran en un callejón sin salida.
Las reservas del BCRA se ubican en u$s 37.259 millones, la balanza de dólares de la Argentina está sin liquidez. En el mes de enero, el superávit de balanza comercial fue de u$s 300 millones. Para poder financiar la salida de dólares de otras partidas, como pueden ser dólares para turismo, formación de activos externos o pago de amortización e intereses de deuda, se necesitan como mínimo u$s 15.000 millones. Nadie sabe de dónde saldrán.
El gobierno y muchos consultores tienen un gran error de diagnóstico, creen que la suba en el valor de la soja implica que los productores saldrán desesperados a vender. Nada de eso va a ocurrir. Se venderá lo justo y necesario y el resto quedará como ahorro a la espera que se defina la próxima campaña, esto implica que mucho se liquidará en el 2023.
La soja en Chicago vale más de u$s 600, en Argentina vale u$s415 oficiales, si querés tener dólares reales, esa cifra se achica a u$s220, un robo para el productor.
La soja, que vale u$s 415 la tonelada en la venta inmediata, si la vendemos en el mercado de futuro al mes de mayo cotiza a u$s 422, al mes de julio u$s 424, al mes de septiembre u$s 426 y al mes de noviembre u$s 428 la tonelada. Esto implica que cuanto más demore en venderla, más caro lo puedo hacer. Por lo tanto, nadie tendrá apuro en desprenderse de un producto que en el campo es una moneda más, pero con mucha más credibilidad que los pesos, e inclusive que el dólar billete.
Los analistas hacen una simplificación de la realidad, el gobierno de Estados Unidos dice que en la Argentina se cosecharán 45 millones de toneladas, y como en Chicago está por encima de los u$s 600, los consultores piensan que ingresarán u$s27.000 millones al Banco Central. Pensar que esto sucederá, es como creer en los Reyes Magos.
Desde nuestro punto de vista la sequía es más grave de lo que muchos presumen, con lo cual la cosecha podría ubicarse por debajo de los 40 millones de toneladas, el productor vendería unas 20 millones de toneladas para cubrir gastos, y el resto está por verse. Esto implica que, desde ahora a junio, con mucha suerte podrían ingresar u$s 12.000 millones.
Con el trigo sucede algo parecido, vale u$s 260 la tonelada, pero en mayo su valor crece a u$s253, en julio u$s 265, para diciembre con el ingreso de la próxima campaña vale u$s 251 la tonelada. En Chicago el trigo vale u$s 310 la tonelada, nadie se apresura a vender, los precios tienen una pendiente alcista y, si el clima de suba persiste, mejor tomar un crédito y mantener la mercadería en el campo.
En el caso del maíz, tenemos una realidad dual, la cosecha de primera que se sembró en septiembre y se cosecha en marzo viene muy mal, es el 30% de lo que habitualmente se cosecha en un año, el 70% restante se siembra en diciembre y se cosecha en julio. Por ahora, el maíz tiene precios a la suba, nadie se apresura a vender si a futuro vale más que ahora. Solo en el mes de julio hay una baja de precios, mientras que el maíz abril vale u$s 249, en julio su valor desciende a u$s 229 la tonelada, sin embargo, el productor prefiere esperar para desprenderse de la mercadería, tomará crédito o se financiará con la tarjeta Agro, pero las ventas se demoran en un escenario de precios a la suba. Hay que llegar a la próxima campaña.
¿Por qué el hombre de campo especula con no vender? El hombre de campo está sufriendo una pérdida de rendimiento que en muchos casos es superior al 20% de lo que pensaba recolectar en promedio de todo el campo argentino. Cuando digo promedio, estoy manifestando que en algunos lugares no cosechará nada, y en otros habrá buen rinde, la media estará complicadísima. La única forma de poder seguir en el negocio es retener granos y canjearlo por insumos o utilizarlos para pagar el alquiler de los campos que trabaja. La mercadería es una moneda más de la que circula en nuestro país. Como los bancos están cortando el financiamiento e incrementando la tasa, los productores refinanciarán sus deudas y se quedarán con la mercadería que la harán valer como medio de pago, para poder volver a sembrar y ver si tienen revancha en la próxima campaña. Una nueva seca sería una tragedia.
En resumen, el hombre de campo no especula con no vender, se juega a volver a producir pensando que en la campaña 2022/23 el clima será más benévolo y lo acompañará. El negocio agrícola es estacional, para poder volver a cosechar y tener ingreso un productor que levanta la cosecha de maíz en abril y la de soja en mayo, vuelve a tener ingresos en abril de 2023 y mayo de 2023, guarda soja o maíz para poder vivir y no quedarse con pesos en la mano hasta dicha fecha. Vender la soja o maíz y quedarse con pesos en la mano, es como comprar un helado hoy, y pretender comerlo en abril o mayo de 2023, no te queda nada.