“En un país restringido en materia externa, jugaría con las exportaciones”. Eduardo Crespo, especialista en Desarrollo Económico, master y doctor en Economía por la Universidad Federal de Río de Janeiro, considera que lo peor que puede sucederle a la economía argentina es una devaluación. Por eso insiste en la necesidad de apostar fuerte al mercado externo y, en ese contexto, criticó el cierre de las ventas externas de carne. También advirtió que Argentina es el único país que está haciendo un ajuste fiscal en este contexto y señaló que prefiere que el Estado asista a la población con un nuevo IFE que subsidiar las tarifas indiscriminadamente.
_ La situación es bastante complicada. Obviamente la Argentina ya estaba en un proceso inflacionario pero también hay algo que lo agrava, que es la suba de los precios de los commodities. Si bien por otro lado nos favorece, en la coyuntura esto empieza a arrastrar también precios, especialmente de alimentos. A esto se podría agregar que si bien la situación cambiaria está relativamente controlada, es un país que está con pocas reservas y si llega a tener una devaluación. Por ahora lo que veo es que básicamente ha habido una suba de algunas tarifas de energía, puntualmente, y subas de precios internacionales. Creo que este es el factor principal.
_ Yo creo que es un efecto de corto plazo, si se trata apenas de una suba de precios internacionales. Obviamente la repercusión es muy mala porque tiende a reducir el salario. El punto es que yo no comparto la idea de restringir las exportaciones porque este es un país que está contando los dólares, raspando el fondo de la olla. Aunque parezca más heterodoxo, preferiría por algunos, meses hasta que la situación se calme, subsidiar la carne o algunos cortes, o buscar alguna solución que no perjudique a nadie. Pero un país que está tan restringido en materia externa, yo no jugaría con el tema exportaciones. Ahora, si es una amenaza para negociar, eso lo desconozco. La perspectiva es que para fin de año vamos a tener bastante menos reservas porque es un año electoral y es probable que haya bastantes compras de dólares en la segunda mitad del año. En ese contexto me parece que restringir exportaciones es la peor medida que se puede tomar. Lo peor que puede ocurrir en un año electoral es que caigan los salarios por una devaluación.
_Respecto de la situación de las reservas, ¿cómo percibe en el escenario del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el vencimiento con el Club de París?
_ La expectativa es que haya un desahogo a partir del acuerdo con el FMI. Eventualmente hay quienes hablan de pedir un pequeño préstamo para tener alguna posibilidad en un contexto como el que estamos ahora, aún en cuarentena, por lo menos de poner algún subsidio para compensar a la población por estos parates que estamos sufriendo. Ayudaría muchísimo si hubiera algún apoyo financiero, no necesariamente grandes sumas de dinero, porque éste es el único país en la región que en un contexto como este está en una política fiscal contractiva. Es un país que está reduciendo el déficit fiscal, está haciendo un esfuerzo fiscal muy grande. Aparentemente dentro de lo acordado ya habría algún margen para aumentar algunos gastos, entonces me parece que un acuerdo con el FMI, en esta coyuntura, e ayudaría a relajar bastante.
_ Respecto del tema fiscal, en las últimas semanas hubo discusiones incluso dentro del gobierno sobre el tema fiscal, tarifas y la forma de encarar las negociaciones con el FMI. ¿Qué opina al respecto?
_ Sobre el tema fiscal, lo acordado fue de 4 puntos y medio de déficit. En este momento lo estimado es que estaríamos en 2% de déficit, o sea que habría un margen como para un cierto aumento del gasto público, e incluso sin salirse de lo acordado. Con relación al tema tarifas, entiendo que hay otros problemas, es decir, que hay acuerdos con las empresas, hay acuerdos de inversiones y es una discusión en qué medida mantener tarifas que van a toda la población en forma indiscriminada, entre otras cosas financiando consumos de clase media e incluso de clases altas, cuando se podría hacer algo más focalizado, como por ejemplo aumentar el IFE y al mismo tiempo aumentar tarifas. Personalmente preferiría siempre aumentar el IFE, aumentarle a los que están sufriendo más, y que se les aumente la tarifa a los sectores medios que tienen cuatro aires acondicionados. Yo por lo menos trataría de acomodar un poco esos patos para que sea lo más equilibrado posible. Hay gente que dice que es difícil hacerlo, que no es tan fácil discriminar quién tiene una tarifa demasiado alta o demasiado baja, pero me parece que ya pasaron muchos años desde que empezaron estas cuestiones de los subsidios a las tarifas como para tratar de aceitar un poco el mecanismo.
_ El año pasado el gobierno, echó mano a instrumentos como el IFE e incluso fue mucho más activo que los gobiernos provinciales. ¿Se quedó corto este año?
_ Sí, absolutamente. Incluso comparado con los países vecinos como Brasil, que claramente tiene una situación externa mucho más holgada que Argentina, porque tiene muchas reservas internacionales, más allá de la crisis social política y económica por la que está pasando. Lo cierto es que si comparamos con los países vecinos, claramente estas ayudas han sido bastante pocas y este año estamos en un contexto de ajuste fiscal. Si uno mira, por ejemplo, la evolución del consumo, venta de supermercados y demás, estamos muy para abajo. Hay un aumento en la inversión pública que obviamente es necesaria, tiene repercusión, pero que me parece que en este contexto sobre todo si queremos mantener estos controles que estamos viviendo por lo menos hasta que la mayor parte de la población esté vacunada, se precisa algún tipo de compensación. Es necesario.
_ ¿Esto impulsaría también las negociaciones salariales del sector privado y del sector formal? Porque lo que vemos es que se van cerrando paritarias, pero pareciera que las pautas, la forma y la estructura que han tenido de acordar este año han quedado desfasadas con respecto al vértigo que tiene la inflación.
_ Estamos en una economía que cayó 11 puntos, me parece bastante lógico que el poder de negociación de los trabajadores haya empeorado en este contexto. No creo que se pueda revertir mucho esto con un IFE. Muchos hablábamos hace un tiempo de puja distributiva. Creo que la pandemia lo que ha hecho es reducirla. Si tenemos inflación es por otro motivo: por devaluación, por suba de precios internacionales. Diría más bien que hay fuerzas de deflacionarias ya operando en la economía Argentina. Si las tarifas van claramente por abajo de la inflación, estamos frente a un proceso que por algunos costados es deflacionario.
_ En algún momento se habló de otras estrategias, como la renta básica. ¿Considera que es viable en este contexto poder ensayar esquemas de este tipo o habría que tomar medidas de emergencia?
_ Yo tomaría medidas de emergencia y después, una vez que la situación se restablezca, habrá que ver qué es lo negociado con el FMI y cuál es la situación fiscal y la cambiaria. Claramente si Argentina no ordena mínimamente el frente externo, si no pone un poco de orden en términos de acomodar reservas y demás, cualquier cosa que se haga va a ser muy precaria. Uno puede dar la ayuda que se quiera, pero si hay una devaluación, estamos sonados. Todavía, tenemos cepo, aparentemente estarían más o menos amortiguadas las tendencias a la devaluación, pero me parece que la situación es precaria. Este año va a haber un crecimiento del 7% pero más que nada es una recuperación, porque el año pasado cayó 11%. Se tiene que ordenar el tema externo se tiene que acumular reservas porque si no tenemos una tendencia a la devaluación crónica y eso es catastrófico.
_ Llama la atención que el gobierno tiene alguna dificultad para acumular reservas en proporción a la suba de precios internacionales.
_ Sí, estamos bastante complicados. Los años electorales son años donde se pierden muchas reservas efectivamente, porque hay una tendencia especulativa. La población también está acostumbrada a que hasta las elecciones el tipo de cambio se congela, y después de las elecciones se suelta o no hay otra cosa que soltarlo. Si estamos complicados con una soja que estaba a u$s600 la tonelada, no me quiero imaginar si hubiera una caída de precios.
_ ¿El gobierno podría hacer algo con las herramientas que tiene a mano? ¿Hay margen para un mayor cepo o tiene que avanzar con otras herramientas?
_ Creo que tiene que tratar de habilitar todos los proyectos de exportación que se puedan habilitar. Me parece que ahí ya hay algunas cuestiones que hacen más a lo productivo. Tenemos un conjunto de proyectos pendientes en parte, una enorme discusión en torno al debate sobre la minería, por ejemplo, el debate ambiental y demás. Hay grupos que se oponen. En fin, creo que hay que disponer un conjunto de controles pero habilitar todos estos proyectos. En la medida en que se instale la idea de que Argentina va empezar exportar todo lo que se pueda, desde los chanchos a China a la carne, a la minería, etcétera, me parece que eso ya crea otro clima, porque la perspectiva que está instalada ahora es que se vienen unos años de fuerte crecimiento de las exportaciones de comodities en el mundo.
_¿Es posible combinar el desarrollo sustentable con la minería, por ejemplo, o Vaca Muerta?
_ Es inevitable, desde un plano estrictamente económico, porque en principio sin minería no se puede vivir. Un país como Argentina no puede abstraerse de sus exportaciones. Estas son cosas imprescindibles. Obviamente no se puede dejar que la situación ambiental se deteriore. Lo que sí se precisa es un organismo del Estado que evalúe los proyectos y ver si funcionan y qué impactos tienen. Ello no puede quedar en manos de ONGs. Hay muchos sectores en el gobierno que no tienen claro el rumbo, incluso hay algunos que defienden el decrecimiento, y que podríamos simplemente distribuir la riqueza. Es una locura. Necesitamos es un esquema desarrollista, un Estado comprometido con el desarrollo.