El Banco Central puede controlar la corrida, lo que no podrá evitar son las consecuencias. Tasa de interés más elevada, contracción económica y dificultades crecientes para lograr la meta fiscal. La economía languidece y el año 2018 mostraría menos crecimiento que 2017.
La corrida es muy grande, el Banco Central tenía reservas por u$s 62.456 millones al 19 de abril pasado, ayer sólo tenía u$s 59.321 millones, y perdió u$s 3.135 millones en menos de una semana. El mix de compromisos internacionales, ventas de dólares y otras transacciones lo llevo a esta pérdida de reservas que ponen nerviosos a más de un operador.
No obstante, debemos destacar que este mismo Banco Central en el mes de enero compró u$s 8.635 millones a un precio de $ 18,13, y que entre marzo y febrero vendió al público un total de u$s 4.531 millones a un precio de $ 20,20 aproximadamente. Está claro que ganó casi $ 2,00 por cada dólar vendido, y que seguirá vendiendo si el mercado se lo reclama, sin embargo, estas ventas tendrán sus consecuencias.
La obligada ventas de divisas llevó a una contracción de la base monetaria, y una suba de la tasa de interés. La Lebac a 21 días cerró al 26,25 por ciento anual, y la seguirá llevando a la suba si la corrida continúa. Las cartas están del lado del Banco Central.
Hay varias razones para la suba del dólar, que comenzaremos a detallar desde las externas e internas.
•En Estados Unidos se vive un proceso de suba de tasas de largo plazo. El bono de Tesorería americano, paso de un nivel de 2,3 por ciento anual hace un año atrás, a cotizar en 3,02 por ciento anual en el día de ayer, subiendo un 31,3 por ciento. Nos guste o no, esta suba cambia el rumbo de los capitales a nivel mundial. El dólar comenzó un proceso de fortalecimiento frente al resto de las monedas mundiales.
•En Brasil el real se devaluó. Se ubicó en 3,48, cuando un año atrás cotizaba en 3,20 por dólar, representando una suba del 8,75 por ciento, con una inflación del 3 por ciento anual, estamos en una devaluación real del 5,75 por ciento. Habrá que monitorear si Brasil sigue devaluando en los próximos días.Eso sí sería un problema para Argentina. En Méxicom otro grande de la región, hace un año atrás su tipo de cambio estaba en $ 19,20 por dólar. Hoy cotiza a $ 18,82, y la inflación es del 6,6 por ciento anual. No parece que haya grandes problemas.
•En el plano doméstico, el nuevo impuesto a las Lebac hizo que muchos inversores desarmaran la posiciones en pesos y se pasaran a dólares, eso implica que se van de Argentina. Si invirtieran en algún bono en dólares no necesitarían el dólar físico, con lo cual las compras realizadas están destinadas a sacar el dinero del país.
•El debate por las tarifas genera un caos en los inversores. Si las tarifas no aumentan eso implica que el gasto no baja, y que el déficit crecería más de lo esperado. La oposición habló de cambiar la meta de déficit fiscal, y eso preocupa ya que podría poner en duda la capacidad de repago de la deuda pública. En economía todo tiene que ver con todo, y este tema no parece del todo calibrado por el gobierno y oposición. El resultado, inestabilidad en los mercados.
En el marco de estas cuatro razones expresadas, la evolución de la tasa americana, la devaluación del real, la salida de los capitales extranjeros de inversiones en pesos, y el combo tarifas/déficit fiscal, el Banco Central procedió a poner paños fríos, vender todo lo que sea necesario, y subir tenuemente la tasa de interés.
No vemos que nadie esté desafiando al gobierno. Todo lo contrario, los capitales se van porque fueron agredidos con un impuesto que impactaba nocivamente sobre su rentabilidad. Creemos que una vez superada esta salida de capitales, todo volverá a la normalidad, pero quedará el rezago de una tasa de interés más elevada, un mercado accionario menos capitalizado y bonos con rendimientos estrafalarios, ya que un bono a 30 años de Argentina ya rinde el 8 por ciento anual.
En el mercado de futuro del dólar, el interés abierto bajó, no hay un gran volumen y tampoco compras especulativas que esperen una devaluación. El dólar a un año cotiza en $ 24,51 y tiene una tasa implícita del 21 por ciento anual. A fin de año se ubica en el $ 23,25 con una tasa implícita del 21,7 por ciento anual.
Conclusión
El Banco Central marcó la cancha, quiere un tipo de cambio fijo, porque no puede domar la inflación que apunta en abril a niveles del 2,5 por ciento. Esto avala nuestro pronóstico del 13 por ciento para los primeros 6 meses del año y cercana al 24 por ciento anual.
El problema no es la suba de tarifas, es que no se contempló un plan económico para que los agentes económicos puedan convivir con niveles de tarifas más altos, que los negocios sean rentables y que la población no perdiera poder adquisitivo de su salario.
También es cierto que en el paso de la economía K a la economía M nadie avisó que nos dirigíamos a un brusco cambio en la forma de hacer negocios, y esto dejó muy mal parado a muchos actores.
La sequía en todo el país le trajo y el seguirá trayendo complicaciones al gobierno, que sigue repitiendo que la inflación bajará en el segundo semestre, pero en el último trimestre del año subiría muy fuerte la carne y la leche, complicando al índice de precios. De esto no está enterado el Central, ya que su mirada sólo llega al obelisco.
La economía creció muy fuerte en el primer trimestre, pero creemos que irá languideciendo durante 2018, sin una buena cosecha, con menos obra pública, una inflación creciente, y menos inversiones.
El Banco Central puede controlar esta situación, perder u$s 4.000 millones más de reservas y no complicarse, pero el marco del plan económico no es el adecuado y este error de poner un impuesto a los capitales lo pagara caro, con más tasa de interés, menos actividad y con problemas para llegar a la meta de déficit fiscal. Lo único que lo puede salvar es pasar de mercado de frontera a emergente. Ojalá lo logre, por el bien de todos.