El presidente Javier Milei ganó las elecciones tras una campaña en la que la dolarización, la eliminación del Banco Central y la desaparición del peso fueron consignas instrumentales de su promesa de terminar con la inflación. A seis meses, la realidad alteró las propuestas iniciales pero versiones algo más modestas, como la competencia de monedas, siguen siendo parte del discurso oficial. Alexandre Roig, doctor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Francia) y profesor titular e investigador de la Universidad de San Martín (Unsam), es un estudioso del tema. Autor, entre otras obras, de “La moneda imposible, la convertibilidad argentina de 1991”, es muy crítico de la política oficial pero también del marco en el cual se desarrollan. “Mientras sigamos pensando en la moneda solamente con una herramienta, seguiremos chocando con el problema monetario”, señaló.
“En Argentina se habla mucho de la moneda como un medio para un intercambio, como una especie de instrumento técnico neutro, y es mucho más que eso, es una institución que expresa dimensiones políticas, simbólicas y obviamente económicas”, explicó durante una entrevista con el programa radial La Banda Cambiaria. A su juicio, “esa es una de las razones por la cual cuesta encontrar una forma monetaria adaptada a la realidad local”.
La disputa sobre la moneda en Argentina “siempre está asociada a problemas y crisis”, señaló. Recordó que la convertibilidad, que durante diez años estableció por ley la paridad entre el peso y el dólar, fue instrumentada después de una hiperinflación. Y en este momento caracterizado por la alta inflación, “se discute en términos monetaristas, suponiendo que el problema de los precios está vinculado a un problema monetario”.
Este pensamiento, describió, “se remonta a un viejo malentendido que tiene que ver con la idea que la moneda sería la sustitución del trueque, nos hacen el cuento de que los seres humanos habríamos inventado la moneda para facilitar el intercambio”. Algo que, aseguró, es “falso en términos históricos y antropológicos”.
“La moneda surge de un sistema de pago de deudas, el objeto monetario fue algo que se usó para pagar deudas y, aunque sorprenda, en particular para pagar deudas con los dioses. Las primeras formas monetarias eran objetos que servían para pagar tributo. No tienen nada que ver con una herramienta práctica sino con una institución, con un conjunto de imaginarios que circulan”, señaló. Prueba de ello, agregó, es que “en el dólar hoy en día el billete sigue teniendo una referencia a Dios y los canadienses, que son independientes desde hace mucho tiempo, siguen usando la figura de la reina de Inglaterra en sus billetes”. Son ejemplos, aclara, de la importancia que tiene “la dimensión institucional de un imaginario colectivo de una moneda”.
El ex presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) aborda los debates sobre la dolarización y la política monetaria desde las ideas de la Escuela de la Regulación Francesa, una corriente teórica que nace en los años 70, cuando el régimen económico que se construyó después de la Segunda Guerra Mundial entró en crisis y “los países centrales empiezan a tener un problema serio de acumulación y de regulación de los conflictos”.
“Una de las instituciones que entra en crisis”, explica Roig, es la monetaria. Eran tiempos de alta inflación en Europa, devaluaciones, guerras de monedas. “En Francia se van a preguntar qué es una moneda y hay un texto muy importante de Michel Aglietta y André Orleán (“La violencia de la moneda”), en el cual se plantea una teoría que recupera el análisis histórico y antropológico”, apunta. El texto señala, por ejemplo, que “la idea de que la moneda es una sustitución del trueque es una fábula que se desarrolla en el siglo XVII y que todos los trabajos antropológicos que se desarrollan en el siglo XX dan cuenta de que no viene de ahí”. Es el punto de partida de las teorías institucionalistas de la moneda, en las que se inspiraron “muchas de la reformas económicas en los 80, como las que llevaron a la estabilización monetaria del franco en su momento y, a su vez, abrió toda una línea teórica que sigue en curso sobre cómo pensar la moneda y cómo modificar los sistemas los sistemas monetarios”.
La teoría de la regulación está impresa en las disputas monetarias a nivel global. “En Argentina tenemos un presidente que se otorga el Premio Nobel por pensar teóricamente pero en otros países las prácticas incorporan las dimensiones de este corriente”, explicó. Y citó las políticas monetarias en Estados Unidos y de China, cuyas prácticas “corresponden más a la teoría de la regulación que a la teoría monetarista”. En el primer caso, a partir de su conciencia sobre “su capacidad de emisión casi infinita de deuda a raíz de su posición económica, política y militar”. En el caso, con su política de convertir gradualmente al yuan en una moneda internacional a nivel del dólar. “Hoy ya es el caso pero luego de la crisis de 2008, China intentó acelerar ese proceso y lo pausó luego de que fracasara una prueba de lanzamiento de un misil de media distancia, una prueba de todas las dimensiones que juegan en este terreno”, indicó.
En cambio Europa, señaló Roig, “ha pensado la moneda en términos demasiado instrumentales”, y parte del auge de las extremas derechas “tiene que ver con una crítica al euro como institución política”.
“En Argentina se sigue pensando la moneda en forma instrumental, el único que la pensó como institución, fue Domingo Cavallo. La forma en la cual piensa la institución monetaria no necesariamente corresponde ideológicamente a lo que uno defiende pero por lo menos quería evitar la dolarización, manteniendo el peso”, señaló el autor del libro sobre la convertibilidad.
Lo cierto es que el peso quedó en el banquillo de los acusados por la inflación. “Argentina está entre los diez países con relación más baja entre crédito y PBI, y el grueso va a financiar el consumo o al Estado, no a la producción”, describió el investigador. Y agregó: “¿Qué significa que gran parte del dinero que tenemos sea especulativo o financiero? Parte del problema inflacionario tiene que ver con que los actores económicos necesitan acceder al capital para su financiamiento y muchos se autofinancian anticipando precios, esto tiene que ver con la institución monetaria”. La dimensión simbólica y la del sistema bancario son solo dos ejemplos de esta complejidad. “Mientras sigamos pensando en la moneda solamente con una herramienta, seguiremos chocando con el problema monetario”, aseguró.
Roig se referirá a este tema el 4 de julio en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNR durante la conferencia “Moneda y modelo de desarrollo en la Argentina contemporánea”, que se realizará en el marco del ciclo “La economía argentina”, un ciclo organizado por el grupo Surplus y Unidad por la Universidad (UxU).
Estudioso, militante y referente del mundo de las cooperativas y la economía popular, Roig es también impulsor del Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (Renatep). Desde esa experiencia, advirtió que la crisis actual “va a ser mucho más compleja que la de 2001”. Aunque destacó que “en tiempos de crisis, los argentinos y los argentinas confían más en el sector cooperativo que en otros sectores”, con lo cual confió en que “pueda atravesarla situación actual”.