Mirar atrás, pensar y volver al presente como un movimiento indispensable para seguir avanzando es una dinámica compartida por Hernán Camoletto y Luis Rodríguez en sus formas de producción. Esa cadencia del pensamiento venía siendo explorada por ambos y profundizada en charlas extensas que se produjeron durante el aislamiento de los primeros tiempos de pandemia. Un impasse que funcionó como limbo ante el caudal de incertidumbres que emergieron, propiciando idas y vueltas que derivaron en gran parte de lo expuesto hasta el 10 de diciembre en la planta baja de la Galería de Arte Crudo.
La dupla Rodríguez-Camoletto viene conversando hace años sobre los procesos de trabajo y para esta ocasión se sumó Florencia Battiti como curadora, generando con sus intervenciones nuevos interrogantes y respuestas que se materializaron en obras realizadas específicamente para esta muestra. En este sentido, es importante señalar el apoyo del Fondo Nacional de las Artes para la concreción de gran parte de lo exhibido a partir de dos becas obtenidas para el desarrollo de proyectos y para la finalización de obra.
Un recorrido sinuoso por la sala alterna obras de distintos momentos a partir del recorte propuesto por Battiti que incluyó diferentes líneas de trabajo de cada uno de los creadores en esta “muestra individual de a dos”. Una instancia que mantiene lo propio pero que se proyecta en el otro para generar un feedback que refuerza el intercambio que los artistas vienen desplegando en el tiempo a partir de sus encuentros y conversaciones. Es justamente el proceso de creación en el que se generan diálogos e intercambios lo que hace crecer la producción individual, que nunca está exenta de otros y deriva en una lógica doble que se sostiene todo el tiempo.
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“Caprichos”, de Hernán Camoletto.
En Sistema copiador, Hernán Camoletto trabaja varias series con una materialidad compartida pero con sutiles diferencias. Un papel especial que se utilizaba en empresas desde los años cuarenta del siglo pasado para hacer copias de originales cuando no existían las fotocopiadoras, oficia como soporte de todas ellas. Con la aparente levedad de un papel vegetal pero mucho más resistente, es intervenido con líneas y manchas de acrílico negro y, en algunos casos, grafito. El carácter translúcido de este material le permite jugar con el otro lado, ya sea de la misma hoja como también de la parte posterior cuando se superponen dos papeles. La copia como original o el original como copia es un tópico recurrente en su trabajo que, en este caso, se suma al hecho de que cada hoja está foliada y oficia como un archivo personal que pueda traducir un rango sensible para simbolizar el mundo. En la serie Ensambles se combinan pares de referencia: pintores y escritores que Camoletto selecciona y pone a convivir en las transparencias del papel a partir frases elegidas de libros de su biblioteca y de jarrones con flores de artistas locales e internacionales, tópico transitado asiduamente por la historia del arte que sigue demostrando su vigencia. En su producción, como en la vida, una sola mirada no alcanza para la utópica aprehensión de la totalidad que necesita, paradójicamente, de una visión fragmentada, desdoblada en el tiempo y en el espacio.
Luis Rodríguez también coincide en este abordaje para sus obras como las que tienen espejos como material predominante. Estas piezas se construyen a partir de módulos que componen un tacelado de destellos y múltiples puntos de vista a partir de la repetición de fragmentos que incluyen, además del reflejo, el color como variante. En Otro deseo o Simétrico desorden emergen composiciones fractales, caleidoscópicas, que incluyen al espectador y al espacio a partir de su carácter reflectante, reiterando el juego de dos: la obra y el espacio, el artista y el espectador. Una serie de dibujos muestran aspectos recientes de su producción en los que traza una grilla en grafito, un sistema geométrico que replica las bases de sus obras con espejos pero donde se anima a romper la estructura permitiéndose desórdenes o devenires aleatorios que desestabilizan el patrón de base. En Táctica sintáctica la réplica de la trama se constituye a partir de lápices de color que configuran una instancia de “regresión” a partir de un abordaje lúdico, algo que le ofrece más libertad en el devenir pero que no está exento de la rigurosidad del punto de partida, siempre a la vista. El lenguaje y su estructura, la forma en que se articulan letras, palabras y frases es una referencia compartida por ambos artistas que condensan en sus obras y capitalizan de manera muy diversa.
Las piezas site-specific, las ceraciones individuales y una obra compartida dialogan en este espacio que escapa a las convenciones del clásico cubo blanco. Otrora un banco, estuvo cerrado durante veinticinco años y ahora funciona Crudo, una galería de arte cuyos responsables –Yuyo Gardiol y Fepi Farina– generan condiciones para que artistas jóvenes puedan experimentar, habilitando modificaciones en la infraestructura y en los tiempos de montaje para potenciar lo expuesto y hacer posible producciones que respondan a su singularidad.