La idealización masiva y popular acerca de la aventura mundialista del equipo nacional en Qatar, de gran parte del pueblo patriótico, nos invade en las calles, los bares, las redes, la TV.
La idealización masiva y popular acerca de la aventura mundialista del equipo nacional en Qatar, de gran parte del pueblo patriótico, nos invade en las calles, los bares, las redes, la TV.
Y el pueblo se embandera en sus ilusiones, hacia quizás un logro que les dé cierto alivio en medio de la catástrofe que es existir en Argentina.La alegría compartida, aunque sesgada por las diferencias sociales, pareciera un mantra que libera por un rato.
Después, la agonía de sobrevivir en una patria destartalada lo vuelve a dominar todo. Es la realidad. La misma que se puede modificar con un ideario de convivencia social coherente, responsable, solidaria.
Pero la política, como herramienta de cambio superador por estas tierras, no existe.
Avanza el pibe de la zona sur rosarina con el balón al pie y todos se conmueven hacia un estallido que agite la red, con el gol en la garganta. Debajo de las plateas, la sangre de los migrantes aúlla en silencio sepulcral. Mientras el negocio de las corporaciones y la corrupción flotan sobre montañas de billetes. Mientras algunas y algunos solo deseamos, como decía el Flaco, nuestro aliado de las sombras: “El juego solo quiere jugar”.
Osvaldo Marrochi