La mayoría sabe "qué es lo que no quiere más", lo otro, se verá después. Es probable que hoy los sondeos y encuestas no definan todavía lo que pueda suceder en las próximas elecciones presidenciales. Es posible que aquel que resulte electo tal vez hoy no esté entre "los probables". Pero lo que es seguro, muy seguro, es lo que la mayoría de la gente "no quiere más". Puede ser que los sondeos hoy, a la luz de los continuos tropiezos del "mejor equipo de los últimos 50 años" muestren cierta paridad (dentro de un techo de 32% tendiendo a la baja) entre el PRO y el kirchnerismo, con un muy tranquilo e imprevisto, hasta hace cuatro meses, Lavagna, que tiene la más alta imagen personal. Aunque esto, sabemos, no signifique que sea trasladable a la intención del voto, pero que lentamente crece, semana a semana, en el concepto de un electorado que empieza a darse cuenta que tal vez sea preferible descartar lo que "no se quiere más" por sobre lo que puedan prometerle la mayoría de los candidatos instalados, porque está cansado de soportar promesas incumplidas. Desde que Néstor Kirchner lo desplazó, a fines de 2005, nadie le pidió un reportaje ni le publicó un artículo de opinión, siquiera. Era el más ex de todos los ex de la política. Volviendo al principio, en medio de esta nebulosa indefinida que muestran los vaticinios de consultores y encuestadores, surge muy nítidamente que hoy hay más certezas (en la ciudadanía) sobre "qué cosas de la política no quiere más"; lo otro, se verá después.