Durante miles y miles de años las especies han evolucionado, han aprendido de generaciones anteriores cosas para preservar la raza. El hombre se fue comunicando con sus semejantes y así fueron dirimiendo sus diferencias. Pero los pueblos atrasados y también las personas, cuando carecen de argumentos, usan la fuerza. Como la fuerza está prohibida ya que siempre hay un abogado para defender los derechos (y a los torcidos) se usa la astucia y la mentira. Si se tiene poder los demás integrantes de la sociedad lo aceptan, porque en caso contrario se desplaza al mentiroso. En las civilizaciones avanzadas los gobernantes, al mentirles al pueblo, renuncian y se van. Es que el engaño es considerado algo muy pero muy feo. Es traicionar la confianza de las personas que, en el momento de votar, creyeron en ellos. En nuestro país, a pesar de ser uno de los más avanzados culturalmente, no se aplica esa premisa. Si a fin de mantener una imagen hay que mentir, engañar, falsear, falsificar, inventar, urdir, aparentar, desvirtuar y calumniar, se hace sin problemas. Lo que la población crea, no importa. Por eso deberíamos ir pensando en que no debemos permitir que una persona se siente en un lugar sagrado por cuatro años, haga lo que haga. Debemos dar un voto de confianza cada año porque sino estaremos gobernados por caprichosos y estaremos imposibilitados de defendernos. Pensemos.