En el ámbito del mundo de las aves ,pájaros es la denominación de las aves pequeñas, que la dulzura infantil llama pajaritos. El motivo de la elección de estos dos pájaros es lo que podría llamarse la virtud que han tenido de introducir sus nombres en la sociedad humana como lo demuestran las distintas instituciones, canciones, cantores, personaje de escritores e incluso como apodos en personas. El gran número de ejemplares, variedades y dispersión territorial que ocupa territorios de estados y diferentes regiones, es la causa de la gran pluralidad de nombres llamados vulgares. Es el caso de los elegidos, cuyo territorio de habitad en Argentina se extiende por toda la Pampa Húmeda y semiárida y sus nombres no responden a un conocimiento de la especie, sino a como se la ha venido llamando en el lugar. Los ornitólogos resuelven el problema de las diferencias y semejanzas por medio de la taxonomía que determina los respectivos nombres científicos que se pueden conocer por la nomenclatura binominal de género y especie expresados en latín. Además, también aportan las características a observar para conocer el sexo, cosa que los nombres regionales no lo hacen por cuanto no diferencian hembras o machos, por ejemplo, la calandria o el hornero. El cachilo y la cachila no son una excepción, porque son de distintos géneros y especies, cada uno con los respectivos sexos. Pero justo estos dos, casi no tienen dimorfismo sexual, significa esto que hembra y macho tienen muy escasas diferencias. Se los encuentra lejos de pueblos y ciudades, en llanuras herbáceas no cultivadas, en yuyales, anidan en el suelo por donde caminan y se alimentan con semillas y pequeños insectos. Sus vuelos son cortos y bajos y gustan de mecerse en largas y débiles ramas de plantas rastreras. Sus plumajes, con algunas variaciones, son bastante parecidos al de los urbanos gorriones como a su tamaño. Cachilo es usado en apodos, los hay de deportistas, de artes marciales, jinetes y compositores, de éstos, Julián “Cachilo” Díaz, es autor de la chacarera “La humilde”, que Atahualpa Yupanqui arregló para guitarra; y más específico al pájaro, Atahualpa compuso la chacarera titulada “Cachilo dormido”, que guitarreando canta sus primeros versos avisando que “cuando pasen por Santiago, pasen despacito sin hacer ruido, porque en un rincón del pago está el cachilo dormido”. La cachila, fue muy popular en la región rioplatense y mucho en Uruguay a principios del siglo pasado donde prestó el femenino nombre a clubes y estancias, pero su mayor popularidad se la dio el compositor argentino Eduardo Arolas, con el tango de la guardia vieja “La cachila”, estrenado en Montevideo en 1921, en este caso referido a otro de los receptores del nombre: autos viejos y desvencijados. Como broche final, fue personaje de una pluma de jerarquía como la de Leopoldo Lugones que en su serie de poesías dedicadas a pájaros no podía faltar la cachila, que en su primera estrofa nos dice: “Un gemidito titila. / Por el aire, donde en vilo, / como colgada de un hilo / va subiendo la cachila”.