Tienen 18 años y en poco tiempo comenzarán a transitar la vida universitaria.
Aseguran que "a diferencia del secundario", seguro tendrán que estudiar más y organizarse para
cumplir con el ritmo que les impone el nivel superior. Sólo la Universidad Nacional de Rosario
(UNR) espera recibir en 2009 unos 11.000 mil nuevos ingresantes.
Aniela Troglio, Guido Marcucci y Agustín Coggiola, todos de 18 años, son tres de
los nuevos alumnos que recibirá la vida universitaria. Con distintas elecciones, y aún con dudas
sobre la vocación elegida, coinciden en mirar al nuevo nivel como un desafío. Dicen que esta nueva
etapa requiere "mayor concentración" a la hora de estudiar, que es más difícil para quienes tienen
que trabajar y no guardan alguna que otra crítica para la secundaria, donde coinciden en que "se
estudia para zafar" .
De alguna manera como expresa la educadora de la Universidad Abierta
Interamericana (UAI), Alicia Pintus, deben asumir la responsabilidad elegida (ver página 6).
Aniela aceptó este año el doble reto de empezar a estudiar bellas artes en la
UNR y terminar su 6º año de la escuela técnica para recibirse de técnica multimedial. "Mi elección
un poco viene de familia, mi papá estudió artes visuales y es profesor de plástica", confiesa.
"No pensé mucho en qué voy a trabajar cuando me reciba, pero es lo que me
gusta", dice muy decidida a hacerla caso a su vocación y agrega: "Me gusta la carrera, tengo muy
buenas recomendaciones y sé que muchos descubren cosas de sí mismos a través del arte".
Guido se inscribió para estudiar derecho en la Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad Católica Argentina (UCA). Desde los primeros días de febrero ya asiste a un curso de
ingreso que lo prepara para la vida universitaria: "Los profesores explican muy bien, interactuamos
entre todos, eso es bueno, me ayuda a entender mejor los temas".
Cuenta que también se orientó por su carrera por herencia familiar y porque le
gusta. "Pienso que el derecho forma parte de nuestras vidas, tiene mucha importancia y por eso me
gustaría entenderlo y aplicarlo", dice ya con voz de abogado.
"También yo me pregunto por qué estudiar historia", bromea Agustín cuando se lo
consulta por su elección. Todavía está un poco indeciso, porque no descartó por el momento aprender
cine o bien terminar la tecnicatura que le ofrece su escuela técnica.
Sin decirlo expresamente muestra una natural inclinación por las ramas
artísticas, como la música, el arte o el cine como bien lo afirma. La preferencia por la historia
—agrega— le llega por libros y colecciones que guarda de sus abuelos.
Como muchos compañeros de su escuela que deben estudiar y trabajar, Agustín sabe
que el ingreso y la permanencia en la Universidad será todo un desafío de afrontar.
Al margen de las vocaciones de estos tres estudiantes, las carreras que todavía
lideran el ranking de las más elegidas son las tradicionales, como abogacía, psicología, medicina y
ciencias económicas. El dato lo aporta la directora de la Asociación Civil Orientación para el
Futuro, Marta Cessaroni.
Agrega que las inquietudes se orientan además hacia nutrición, un estudio que
tomó difusión en los últimos años. Pero es enfermería —señala— la que figura entre las
más demandadas laboralmente.
"Los estudios buscados son los que tiene que ver con la formación técnica, como
mecánica y electrónica", afirma.
Los profesorados y el magisterio son opciones poco atractivas para los que
terminan el secundario. Según Cessaroni las extensiones académicas en las localidades del interior
provincial permiten que más jóvenes estudien.
Baja graduación
Más allá de las orientaciones, las bajas tasas de graduación y permanencia en la Universidad
son problemáticas comunes. Esta cuestión fue analizada el año pasado, en el seminario internacional
“Diagnóstico y experiencias para la disminución de la deserción estudiantil”, realizado
en Buenos Aires.
Allí el ministro de Educación de la Nación, Juan Carlos Tedesco, expresó que una
parte importante de este problema se debe a la necesidad de trabajar de los jóvenes, a razones
pedagógicas, a los planes de estudio y un secundario poco atractivo.
El problema no es menor: en la Argentina el 60 por ciento de los chicos que
comienzan la Universidad abandona y sólo dos de cada diez alumnos alcanzan su título.