Brian Ojeda ya es un hombre de 24 años, que vive solo en su casa en el extremo noreste rosarino, y sueña con terminar la secundaria para luego ser técnico en higiene y seguridad. Una voz gruesa y pausada, muy distinta a la fotos de aquel niño inquieto que posó junto en el palco presidencial cuando un 20 de junio de 2005 Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner lo alzaron en sus brazos. Es el ahijado de un presidente, el séptimo hijo varón y es rosarino. En estas dos décadas, el joven vivió situaciones intensas, como el accidente ferroviario en el que perdió un pie en 2010 y lo tiene a maltraer con fuertes dolores musculares por la falta de una prótesis actualizada que le brinde calidad de vida. "Voy a pescar al río, y me olvido de todo. Es mi cable a tierra, mi hobby. Ahí me desconecto", le cuenta a La Capital. "Del acto con Néstor me acuerdo hasta el día de hoy. Y cuando tuve la desgracia de la pierna, me ayudaron y pude tener mi casa", rememora.
El 20 de junio de 2005, el séptimo hijo varón de Abel y Rosana Ojeda llegó junto a su madre al Monumento a la Bandera. Y lograron su cometido. Se subieron al palco presidencial y el nene que sonríe en las fotos patrias agitaba una bandera celeste y blanca en brazos del presidente Néstor Kirchner, quien resultó finalmente su padrino tras la renuncia de Fernando De la Rúa. La experiencia se reeditó en 2007, también para el Día de la Bandera, donde el ex presidente también se hizo presente junto a su esposa Cristina.
El rosarino ahijado de Kirchner
La costumbre de ser ahijado de un presidente se remonta a un 20 de octubre de 1907, cuando José Figueroa Alcorta asumió el primer rol porque una familia rusa de descendencia numerosa que vivía en Coronel Pringles quería conservar la tradición zarista; la leyenda dice que los séptimos hijos se convierten en lobizón o las séptimas hijas en brujas. La figura recién se instituyó en forma oficial en 1973 y un 28 de septiembre de 1974 Isabel Perón la convierte en ley de padrinazgo presidencial que otorga una beca estudiantil y una medalla a los beneficiarios. Se estima que a lo largo de la historia Argentina tuvo más de 11 mil ahijados o ahijadas. El que más apadrinó fue el ex presidente Juan Domingo Perón y Kirchner más de 300. Ahora el propio presidente Milei ya tiene pedidos de apadrinamiento.
20 años después, en primera persona
Dos década después aquellas fotos del palco presidencial dan lugar para diversos comentarios políticos. No sólo Kirchner está junto a Cristina Fernández de Kirchner sino que aparece Daniel Scioli (en su momento vicepresidente de la Nación) y Aníbal Fernández, ministro de Seguridad, el ex gobernador Jorge Obeid y el ex intendente Miguel Lifschitz.
Brian mira las imágenes en las que se reconoce con una bandera argentina y sonriendo. "Recuerdo todos los lugares que me llevó mi vieja, las fotos con todos los políticos, mantuve contacto hasta el 2013 después nos mudamos y no hubo más vínculo", recuerda el joven para seguir rememorando los actos por el 20 de Junio: "Ibamos re temprano, hacer malabares para poder subir al palco, era imposible llegar a un presidente pero mi madre no paró hasta estar al lado de Néstor y Cristina". Al matrimonio presidencial los recuera con gestos cariñosos. Repasa en la charla con La Capital toda su infancia, los lugares y actos donde lo llevó su madre Rosana, el álbum de fotos con los Kirchner. El tiempo transcurrió en estos 20 años, entre el laburo, la relación más fluida con tres de sus seis hermanos, los cumpleaños, las juntadas y una vida que quedó del otro lado de Rosario, en zona sur. "Mi mamá dice por todos lados con orgullo que soy el único rosarino que es ahijado presidencial, y capaz que sea cierto", comenta.
Una travesura que terminó en desgracia
Un 4 de septiembre de 2010, por la tarde en Presidente Quintana y Circunvalación. Brian jugaba con un grupo de pibes a la pelota. Por la zona de cañaverales y pasto alto pasan las vías ferroviarias rumbo al puerto rosarino. Y la travesura terminó en desgracia. Al chico de 9 años sufrió la amputación de media pierna derecha. Fue un antes y un después.
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Fue atendido de urgencia en el Hospital de Niños Vilela, recibió los mayores cuidados, y cuando irrumpió la trágica noticia, desde el gobierno nacional kirchnerista hicieron gestiones para ayudar a la familia. Brian ahora tiene su propia casa en el extremo de la ciudad, cerca de la autopista a Santa Fe y recibió apoyo escolar. Luego de la infancia, la Escuela Nº 114 donde hizo la primaria, la rehabilitación en Ilar, la natación en el Club Tiro Suizo, luego vino la adolescencia y la juventud. Su recuperación y voluntad nunca estuvieron en juego. Sin embargo, el ahijado presidencial recibió tratamiento hasta hace 4 años atrás cuando su situación de salud empeoró ante la falta de cobertura social.
Al cumplir la mayoría de edad, y luego del fallecimiento de su padre se quedó sin Pami y desde entonces la necesidad de una prótesis cada un año, le provoca terribles dolores musculares.
"Hasta el día de hoy la paso mal, me acuerdo el momento vuelvo a ése día. Y si bien puedo caminar solo estoy teniendo un desgaste en la cintura a la altura de la cadera que me está liquidando. Se me torció la columna y ando rengueando. El dolor hace que se me hinche la espalda y tengo que estar acostado porque no puedo caminar, se me hace imposible. No recibimos ayuda de nadie. Empezamos a sentir que nos soltaron la mano, ignorados, nadie aparece para ayudar", se confiesa Brian.
Por eso, más que un sueño a cumplir lo que el ahijado presidencial tiene como anhelo es poder caminar bien. "No me gusta que me sientan lástima, me cae mal. En vez de sentir empatía, gente que te puede dar una mano miran para otro lado. Es como está la sociedad ahora", reflexiona.
Pero el joven no baja los brazos. Llega a la tarde de hacer trabajos de pintura y se focaliza en terminar sus estudios en el Eempa Nº1312 Bandera Santafesina donde cursa el último año de la secundaria. Su vida se reparte entre su casa de barrio Fontanarrosa (conocida como Zona Cero), la escuela de Cristalería y los momentos que comparte con su novia. Tuvo una barbería hace un mes atrás pero no pudo afrontar un aumento del alquiler y la cerró. Pero Brian se levanta una vez más y sonríe como aquella foto ante la mirada de todos los rosarinos, un Día de la Bandera de 2005.