"Lo vi tranquilo por streaming porque tuve la oportunidad de ir seis veces a la premiación y esta vez me quedé en Cañada de Gómez por cuestiones laborales. La verdad uno nunca espera ganar, más con los artistas que estaban en la terna: Cristina Aguilera, Sebastián Yatra, Camilo, Fonseca", dice Pablo Governatori tras alzarse con su noveno Grammy, entre latinos y norteamericanos. Este autodidacta ingeniero de grabación desde hace 20 años, productor y baterista desde hace 30, es oriundo de Cañada de Gómez.
Esta vez, Governatori participó del galardón en la categoría Best Latin Pop Álbum por grabar todas las voces del disco Pasieros que hicieron en conjunto Rubén Blades y el grupo brasileño Boca Livre. El cantautor panameño de hecho le abrió "generosamente la puerta", dice, para grabarles sonido a Serrat, CJ Ramone y Rosana y música para una película con De Niro ("Hands of Stone", sobre la vida de Mano de Piedra Durán), experiencia en la que trabajó con ingenieros de audio de la serie "Game of Thrones".
De perfil bajo, este cañadense de 44 años ganó sus primeros Grammys en 2015 (con el disco "Son de Panamá", de Rubén Blades, y tres, incluido mejor álbum de salsa del año por “Salsa Big Band”).
Este lunes, le dijo a La Capital que "los premios Grammys son premios a la grabación, por eso entramos los ingenieros" y aclaró que no se lleva la estatuilla de un gramófono pero sí un certificado por porcentajes de grabación.
Governatori sigue trabajando on line desde su estudio en la la localidad ubicada a solo 71 kilómetros al oeste de Rosario y lejos de los brillos de Los Ángeles (Estados Unidos), desde donde este último domingo se transmitió esta entrega anual 2023.
Governatori armó varias bandas desde la adolescencia, dio clases de batería, trabajó en una mueblería y en una metalúrgica y también incursionó en el sonido en vivo. Los caminos de la vida lo llevaron a Panamá en 2009, donde un cuñado era director técnico de fútbol. Fue por una década socio de un estudio de grabación con inserción en la industria discográfica mainstream. Así se lo había contado a este diario en 2021.
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Su socio, Ignacio Molino, era guitarrista y metalero y lo convenció en abrir las grabaciones más allá del rock. Produjeron un álbum de salsa, de Alfredo Arauz quien le muestra el resultado al arreglista y director de la banda de Rubén Blades, Roberto Delgado. Bingo.
Un día, cuando él y su socio trataban de subsistir, Delgado les pide que graben cinco discos de Blades, de quien el cañadense era ni más ni menos que admirador. Y así fueron los siguientes diez años. Seis discos, nueve Grammys sobre once nominaciones, incluyendo el más destacado: álbum del año en solo una década.