"Turandot", drama lírico, con música de Giacomo Puccini, y libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni, sobre el drama de Carlos Gozzi, subirá a escena en el Teatro El Circulo, mañana a las 19, el jueves 1º de noviembre, a las 20.30 y el sábado 3 de noviembre en el mismo horario, en una nueva producción de la Asociación Cultural El Círculo, con la colaboración de la Opera de Rosario y auspicio del Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe y la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario.
El elenco está integrado en los roles protagónicos por primeras figuras de la lírica nacional e internacional: la soprano Mónica Ferracani en el rol de Turandot, el tenor chileno José Azocar como Calafy, el bajo Lucas Debevec Mayer como Timur, junto a los cantantes rosarinos Ivana Ledesma en el papel de Liu, Ismael Barrile, Germán Polón, Daniel Gomez Lopez y Luis Nine. El maestro Mario Perusso estará al frente de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, mientras que la dirección escénica y diseño de escenografía es de Marcelo Perusso, el diseño de vestuario, de Ramiro Sorrequieta, y el de iluminación, de Rubén Conde. Además, participará el Coro de la Opera de Rosario, que dirige Horacio Castillo.
"Qui il Maestro finí" ("Aquí terminó el maestro"), fue la gélida y respetuosa frase que marcó el fin de la primera función en el estreno de "Turandot"; la pronunció Arturo Toscanini, a las 23.16 del 25 de abril de 1925 en La Scala de Milán, a pocos meses que un cáncer de garganta terminara con la vida de Giacomo Puccini, dejando trunco su ultimo trabajo, la historia de la princesa Turandot. El final de la ópera, sobre las anotaciones de Puccini, fue entregada al compositor Franco Alfano. Al respecto, el director musical Mario Perusso comentó: "El pobre Alfano hizo lo que pudo; le cayó el encargo, tuvo que estudiarse toda la obra en manuscrito y si bien conocía a Puccini era de otra escuela, algo más moderna. En realidad, cuando Puccini vio próxima su muerte dejó el encargo para que la obra la terminara Riccardo Zandonai, pero luego de su muerte, su hijo la entregó a Alfano. Alfano hizo, musicalmente, algo parecido a Richard Strauss, pero mucho de lo que inventó Alfano, Toscanini se lo corto, falta mucha música, por lo cual hay partes que parecen no tener sentido, pero si uno se ajusta a la versión completa de Alfano, la cosa cambia".
El maestro Perusso, sabe de lo que habla, es sin duda una de las glorias de la música nacional. Comenzó su carrera en el coro de niños del Teatro Colon, en la década del 40, cuando en el Colon actuaban artistas de la talla de María Callas, Renata Tebaldi, Mario del Monaco o Beniamino Gigli.
"Esta ópera es un gran espectáculo, que requiere un gran coro, una gran orquesta y la necesidad de muy buenos cantantes", dijo también Perusso, y añadió: "Esta es una obra espectacular de Puccini, difiere de la mayoría de sus otras creaciones, donde los personajes desarrollan sus vivencias emocionales en ámbitos íntimos. Esto es una obra espectáculo a la manera de la «Aida» de Verdi, con una presencia constante del coro. En general, Puccini es muy detallista para las puestas en escena, pero no lo es en «Turandot», permite mayor libertad para la dirección escénica, no da tantas explicaciones y, sin embargo, esto pone más responsabilidad para el director, dado que se ve obligado a lograr esa espectacularidad que le impone la música de Puccini".
La protagonista, Turandot, es una princesa de hielo, y su imposibilidad de amar es fruto del resentimiento por la violación y posterior muerte, que su antepasada, la princesa Lou-Ling, sufrió en manos de un extranjero. Los pretendientes saben que si no responden a los enigmas que Turandot les plantea, deberán morir. Odio y muerte como constante de su personalidad, esto un gran desafío para las cantantes, que tienen la responsabilidad de dar vida a esta mujer de oscuros ángulos pero que, sin embargo, en el acto final derrite su armadura emocional ante el amor de Calaf".
Para Mónica Ferracani, una de las grandes intérpretes de este rol en nuestro país y en el ámbito internacional, Turandod "es un papel fuera de lo común, es una princesa de hielo, hierática y temperamental, aunque tiene los sentimientos de cualquier mujer, que termina enamorándose. Turandot no se permite nada porque está rodeada por una coraza emocional", La cantante aclaró que "ese recurso lo usamos todos y hace que a veces las cosas no nos lleguen, pero cuando se quiebra la coraza llega un tsunami de emociones que nos desprotege, así le pasa a Turandot, una vez que el pincipe Calaf rompe su coraza, es una mujer con pasiones y deseos, como todas las heroínas de Puccini".
Ferracani además señaló sobre la obra que "«Turandot» es la magia de la ópera, pero si uno se va a empezar a preguntar sobre qué es creíble y que no, no iremos a buen puerto, porque lo mejor es dejarse llevar por la ilusión de lo ve y escucha".
"Estrené este papel en Chile y ahora tengo la posibilidad de hacerlo en mi país y en este gran teatro, El Circulo", aseguró la cantante. También señaló que Turandot "es un papel distinto y atrayente, porque es una mujer que no se permite nada, y una vez que le quitan la coraza se encuentra totalmente perdida. En síntesis, es una mujer amenazada, y hay tres momentos claves en la ópera: la presentación que expone sus causas y terrores, donde hace mención al horror que vivió su antepasada, y donde está vivo en su corazón; cuando expresa el Tercer Enigma, y dice que ella es «hielo que inflama y con fuego aún más se hiela» y en el dúo final con Calaf, donde se puede entender, mejor su transición emocional. Calaf la besa y ella se abandona a nuevos sentimientos, y recién allí podemos decir que se hace mujer", explicó y luego recitó: "¡A cuántos he visto morir por mí! Y los he despreciado; ¡pero a ti te temí! Había en tus ojos la luz de los héroes. Había en tus ojos la enorme certeza...!".
El momento clave de la ópera, que todos esperan, el es famoso, "Nessun dorma" (¡Nadie duerma!) , cantado por Calaf. Esta aria se ha transformado en parte de la cultura popular, llevada por Pavarotti a los conciertos de los Tres Tenores para celebrar los campeonatos mundiales de fútbol, por lo que se la ha relacionado con las gestas deportivas, como si llegar a la nota, extendida intencionalmente hasta el infinito por Pavarotti, fuera lograr un gol olímpico o llegar a un clímax sensual.