El cine de Campusano va por otra frecuencia, totalmente en las antípodas del cine mainstream, del cine tradicional, del cine de Netflix. Nada más lejos que estos ejemplos, pero a la vez, como el mismo director bonaerense lo dijo el domingo pasado en una entrevista concedida a este diario, se acerca a “rascar la tercera capa de piel”, en la vereda de enfrente del cine superficial, el pochoclero, ese que se regodea tanto la industria de Hollywood. “La reina desnuda”, rodada en la ciudad de Gálvez con actores profesionales y con no profesionales que por primera vez pisaban un set de filmación, indaga sobre el derrotero de Vicky (logrado rol de Natalia Page), una mujer bella integrante de una de las familias poderosas del pueblo, que es tildada como la desprejuicida, la que le gusta el “rocanrol” y los excesos, la que puede ir de cama en cama sin que se le caigan los anillos. Y, paradójicamente, la que es la más desprestigiada también es la más deseada. Aunque es remanido el dicho “pueblo chico, infierno grande”, aquí también aplica. En el pueblo todos y todas se conocen, pero hay pocos que les gusta sacar la basura debajo de la alfombra. Y Victoria, o Vicky, tuvo más pesares que alegrías. Primero sufrió el abuso sexual de los amigos de su hermano y después a un padrastro abusador ante la mirada esquiva de su madre. Con ese estigma se ofrece a trabajar de pasante en el área de Desarrollo Social del municipio. Es una manera de ayudar a los más vulnerables desde su máxima vulnerabilidad, aunque casi nadie conozca cuáles son sus verdaderas llagas del pasado. Utilizando drones, con un buen trabajo de cámaras y a partir de desempeños actorales más efectivos que en películas anteriores, Campusano retrata las miserias del pueblo chico. Quizá, como es un sello en su cine, haciendo demasiado foco en la grieta entre poderosos y oprimidos, en la delgada línea de tocar el estereotipo de “todos los ricos son malos, todos los pobres son buenos”. Sin embargo, sale airoso de esa tensión conceptual y le da duro a los organismos públicos que están creados para ayudar pero al momento de jugársela terminan sacando los pies del plato para no herir al dueño del circo. Otro punto alto de la película es cómo expone a los machos supuestamente piolas y los desafía a incorporarse a las nuevas masculinidades. “¿Se te fue la mano? Apurate a hacer terapia o vas a terminar preso, boludo”, le dice Vicky a un golpeador, en una frase tan cierta que le hizo sacar la careta a los supuestos “responsables” del área de Desarrollo Social. “La reina desnuda” tiene un cierre en el que confluyen el pasado y el presente, en un giro que permite cierta redención del personaje central. En ese final, José Celestino Campusano demuestra que vuelve a rascar esa tercera capa de piel tan necesaria, tan verdadera, tan urgente.