Jorge Fandermole es sinónimo de música rosarina. Auténtico trovador, sus canciones no sólo son parte de la identidad sonora de la ciudad, sino que constituyen una forma de ver el mundo, atravesada por una mirada y una escucha siempre atenta a su época, y una sensibilidad única. A comienzos de noviembre, lanzó “Tiempo y lugar”, su primer disco enteramente inédito en más de diez años. Acompañado por Fernando Silva en bajo y violoncello, lo presenta el sábado 29 de noviembre, a las 21, en el Teatro Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
Al recorrer los doce temas que conforman “Tiempo y lugar”, resulta evidente que la espera valió la pena, en varios sentidos. Como si los once años que transcurrieron desde “Fander” (2014), y que incluyeron el regreso de la Trova, la pandemia, y el advenimiento de tiempos hostiles a nivel global, hubieran tenido que pasar para que el cantautor hiciera exactamente este álbum.
La canción que da nombre al disco condensa la impronta y la potencia del lanzamiento: una incitación a poner los pies en el presente, en el territorio, en la propia historia. Fander repasa la vertiginosidad, el individualismo y la hostilidad del contexto, el ruido informativo que no deja sentir ni pensar, la desestimación de la memoria y la repetición frustrante de los acontecimientos. Arranca sus estrofas con “ahora”, “aquí” y también “voy”: atiende lo que lo rodea y mira hacia adelante con convicción. “Voy con los viejos despabilados por caminos demorados que ya supimos andar”, dice una de las frases del tema que, en clara referencia a la lucha de los jubilados, eriza la piel.
Musicalmente, y fiel a su estilo, el cantautor apela a distintos géneros para revestir sus composiciones: algunas con rasgos claros del folklore argentino y latinoamericano y otras “carentes de rasgos específicos”. Pero a diferencia de discos anteriores, la sonoridad de “Tiempo y lugar” es austera, como si invitara a hacer foco en lo esencial: su voz y guitarra conducen todas las canciones, sumados al bajo o violoncello a cargo de Fernando Silva (en todos los temas menos dos), y la participación de Juan Quintero (a dueto con el autor en “Pilar y Juan”) y Julio Ramírez (“bandoneonista y gran acordeonista de Barranqueras, Chaco”, presente en “Campo Rincón”) como invitados.
En las últimas semanas, arrancó la gira de presentación, que ya lo llevó a San Luis, Mendoza, Paraná, y Córdoba. Antes del show en su ciudad, Fandermole habló con La Capital y dio detalles del proceso del nuevo disco, atravesado
¿Cómo apareció este nuevo disco?
Siendo productor independiente desde el disco de 2012 en adelante, después de terminar el último que fue en el 2014, empecé a pensar en lo que vendría. Al no tener ese compromiso con una discográfica, los tiempos son más largos y uno va dejando de lado algún repertorio que no le termina de convencer. El asunto es que hay una carpeta con el inicio del disco allá por el año 2020. Lo fui haciendo por etapas, con la pandemia de por medio, que fue un corte importante en el trabajo y en el modo de ver las cosas. En este último año, me propuse terminarlo como una especie de compromiso personal para ir renovando mi repertorio y para ir renovándose uno en términos de composición y de propuesta. Este disco, debido a una convicción pero también a las posibilidades, es mucho más austero en cuanto a la sonoridad. Se llama “Tiempo y lugar” porque una de las canciones tiene ese título, y es una de las más significativas desde mi punto de vista. Las canciones son de diversos géneros, un poco también como los discos anteriores. Algunas tienen rasgos abiertamente folklóricos, otras son canciones urbanas.
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Decías que la sonoridad austera responde en parte a una convicción. ¿Cuál es esa convicción?
Desde que empecé a tocar y a llevar adelante un proyecto de forma profesional, tuve muchos períodos en los que toqué solo, sin banda, en formato estrictamente solista. Hay un par de canciones en el disco que responden a ese formato: una es una milonga, “Invocación”, y la otra tiene un ritmo inespecífico de los ritmos latinoamericanos, “Décimas de identidad”. Posteriormente a la pandemia, por dificultades personales, tuve que seguir presentándome solo. Después se incorporó la posibilidad de la compañía de Fernando Silva. Un poco por eso y un poco porque son canciones tranqui, surge la idea de la sonoridad austera del disco.
Un disco atravesado por su época
El título “Tiempo y lugar”, al igual que la canción homónima, plantean una invitación a conectar con el presente en toda su dimensión.
Hay canciones que son estrictamente líricas en el sentido de que parece que transmiten vivencias interiores muy profundas, que tienen que ver con sentimientos personales. Hay otras canciones en las que aparece el peso del entorno en el que uno vive, porque en definitiva no somos estrictamente individuos. Somos comunidades y cada uno de nosotros forma parte de una comunidad más o menos amplia, hasta llegar a ser parte de una comunidad planetarias. Y tiempo y lugar son dos referencias inmediatas que todos los humanos tenemos, siempre ubicamos dónde estamos y para cuándo hacemos lo que hacemos, en qué momento estamos actuando. Evidentemente, la canción “Tiempo y lugar” hace referencia a un sitio y una temporalidad que son indudablemente muy críticas. Estamos en un presente crítico para la humanidad. Se puede ver desde lo más cercano, desde el vecindario, pasando por lo nacional y yendo a la geopolítica global. Somos pasivos participantes de un genocidio, estamos observando una guerra que escala, la marginación de la mayor parte de la población del planeta. En términos humanitarios me da la sensación que estamos en la crisis más profunda de la que yo tenga recuerdo. Este es el tiempo y lugar que nos toca habitar y que en todo caso merece reflexión, resistencia y acción.
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¿Cómo preparan el repertorio de los shows de presentación?
Nos hemos propuesto presentar primero las doce canciones que componen el disco, en el mismo orden en el que están en las plataformas. Por supuesto, complementamos el repertorio del disco, que es la centralidad de nuestro show, con canciones anteriores y que por una cuestión sensible son canciones que quiero seguir cantando. Me parece que dialogan especialmente con el público y que son canciones que sigo cantando con mucho gusto. Pero el eje principal son las doce canciones nuevas, algunas de las cuales ya venía cantando en vivo, así que no son todas de primera escucha.
¿Qué se armó en esa sociedad musical con Fernando Silva?
Con Fernando venimos tocando hace tiempo. Era parte del cuarteto en el que tocábamos junto a Juancho Perone y Marcelo Stenta. Fernando es un músico muy dúctil, es muy creativo. Es un gran bajista y contrabajista, y además toca el violoncello muy bien. Esa sonoridad es la que venimos trabajando en los últimos dos años. Me resultó muy agradable esa sonoridad del bajo que canta, del violoncello con las líneas en contrapunto. Además, Fernando es un músico que yo admiro mucho, es un gran profesional, es un tipo que te acompaña, un gran amigo. Tiene todas esas cualidades pero además esas condición artística del tipo sólido en el cual uno se puede afirmar en el toque.
¿Cómo sentís que es tu relación actual con el público rosarino?
Yo no lo puedo evaluar. Creo que en todos los lugares, tengo la impresión de que en general el público accede a mis conciertos con una impronta de buena fe, con buena disposición a escuchar y a dejarse emocionar si la cosa cuadra. Nunca me he encontrado con público hostil, jodido, o con público que es de movida analítico y crítico. El público rosarino siempre nos ha acompañado bien a los rosarinos, y ha sido muy atento en el sentido de la atención que presta. Es un público muy respetuoso y que te acompaña. Yo creo que tengo una buena relación con el público rosarino. Siempre he recibido buena respuesta y buena devolución, me he sentido siempre muy bien tratado.
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Llevás muchos años en la música, ¿qué te sorprende todavía?
Me sorprenden muchas cosas. En principio, lo inexplicable y lo imprevisible de las realidades a las que nos someten diariamente factores y condiciones que las comunidades no podemos prever ni manejar. De modo que, desde lo político, me sigue sorprendiendo que estemos en una crisis como la que estamos, pero también que los lenguajes artísticos afortunadamente siguen teniendo respuestas. Respuestas creativas que pasan por diferentes ramas discursivas, pero siempre accionando y resistiendo a una realidad que ofrece violencia, crueldad, caída de algunos valores básicos relacionados a imaginarios poderosos como el amor. Todas esas cosas me sorprenden porque seguimos reeditando experiencias dolorosas dentro de la historia. Pero también que las generaciones nuevas tienen cómo responder a eso, desde sus propios lenguajes artísticos. Por supuesto, creo que estamos en un momento de mucha vulnerabilidad desde lo individual y desde lo social, porque tenemos muchísima dificultad para desentrañar cuál es la certeza dentro de la cantidad de información infinita que nos llega. Son condiciones críticas que hace unos años no existían y ahora están exacerbadas, desde la mentira sistemática en los medios, a lo que va proponiendo la Inteligencia Artificial. Esos son los emergentes que yo tengo a la vista, y siempre me pregunto cómo podremos nosotros superar esas cosas, qué soluciones encontraremos desde lo comunitario y desde la conciencia de cada uno.