La tercera jornada de la Competencia Internacional del Bafici mostró a “Blondi”, ópera prima de Dolores Fonzi, quien contó con una sonora hinchada en la sala 1 del cine porteño Gaumont.
Por Agustín Argento
La tercera jornada de la Competencia Internacional del Bafici mostró a “Blondi”, ópera prima de Dolores Fonzi, quien contó con una sonora hinchada en la sala 1 del cine porteño Gaumont.
La cinta de Fonzi fue la encargada de cerrar la noche del sábado en una abarrotada sala Leonardo Favio, con un público que aplaudió todo lo que pudo y que agotó las entradas en tan solo una hora y media desde que salieron a la venta online.
Contenta, la actriz, debutante en la dirección, estuvo acompañada por su pareja y productor de la película, Santiago Mitre, y un elenco encabezado por ella misma, Carla Peterson y Toto Rovito, además de colegas como Joaquín Furriel y Mex Urtizberea.
La película, con mucha autorreferencia —según admitió Fonzi—, narra el día a día de una joven madre y su hijo entrando a los 20 años, que viven como amigos: comparten gustos, consumen marihuana, van a recitales y toman alcohol. La única diferenica que se deja ver entre ambos es que Mirko (Rovito) vive su edad con miras a un futuro, mientras que ella, Blondi, se encuentra anclada y sin ningún tipo de remordimiento, en una adolescencia que pareciera no terminar de largar. Se puede intuir en ello el nacimiento de Mirko cuando la madre tenía 15 años.
También Blondi sirve como ancla para los desvaríos de su hermana, atrapada en una rutina de clase media alta de la que quiere escapar. Así, la protagonista se transforma en el antiestereotipo en el que pueden convivir la responsabilidad y el desenfreno.
Sorprende, por ser una ópera prima, el gran manejo en la dirección de cámara ya desde la primera escena, con un plano cenital que se transforma en un americano secuencia. También la buena decisión que tuvo en la fotografía y el diseño de arte de la película. Sin embargo, queda un sinsabor en el desarrollo de algunos personajes que quizá tenían más tela para cortar, como el de la hermana (Carla Petersen) y su marido (Leonardo Sbaraglia) o en la relación Mirko-Blondi. Párrafo aparte merece el excepcional trabajo de Rita Cortese, aportando puntadas esenciales para traccionar la comedia.