La obra de teatro independiente “Apurate, hermoso traidor” vuelve a escena en la ciudad. Luego de su estreno en mayo de 2022 y sus dos funciones a sala llena en julio y noviembre, regresa este sábado, a las 21, en el Cultural de Abajo (Entre Ríos 579, planta baja). Esta función es a beneficio de la biblioteca Vigil (La Vigil) y es gratis para sus asociados. Las reservas se hacen al número 3412776867 o por Instagram en @apurate.hermoso.traidor.
El unipersonal escrito y protagonizado por la actriz Paula Luraschi y dirigido por Mauro Lemaire se basa en una noticia de principios de 2020 que alentó la escritura y puesta en escena de un hecho que interpela por su horror y su falta de trascendencia en los medios.
Esta obra tiene como principal objetivo desnaturalizar las vivencias del horror que forman parte de nuestra sociedad y que se enmarcan dentro de la problemática de violencia institucional. También, poner en debate la Ley de Salud Mental que rige en Argentina, sus aplicaciones, modos de interpretación y su relación con tres tipos de poder, el médico, el judicial y el de los medios de comunicación.
Sin embargo, la compañía sostiene que “decir que una obra de teatro está basada en hechos reales es una redundancia”.
Es por eso que “sin reproducir la violencia, se interroga acerca de la complicidad, el lugar de la ternura, el miedo como opuesto al placer y plantea problemas contemporáneos como la violencia institucional, la salud mental, el lugar del testigo y el del espectador en una sociedad cada vez más indiferente”.
En la obra, un cuerpo se transforma en una huella de un testigo, de un cazador, un enfermero, un médico, un traidor para interrogar al espectador: “¿Sos quien traiciona?”
En la puesta, el director Mauro Lemaire interviene en escena detrás del lienzo proyectando sombras desde una perspectiva de animación de dibujos, en combinación con teatro de objetos y sombras. Quien interpreta el texto es Paula Luraschi, actriz que combina elementos de la danza contemporánea, del clown, del “Método de las acciones físicas”, de Kontastin Stanislavsky y de la técnica conocida como “La máquina”, de Pompeyo Audivert.
La obra se desarrolla sobre un piso blanco de las mismas dimensiones que el lienzo y en conjunto con las luces se generan atmósferas adecuadas a la ficción que se realiza. En escena hay quince jaulas de distintos tamaños y formas con las que las luces y la intérprete juegan para reforzar los signos que apelan a la soledad, el encierro y a la metáfora recurrente de los pájaros a la que alude el texto.
Por último, tres butacas viejas de teatro sobre bases rectangulares negras terminan de delimitar un espacio geométrico que busca una estética surrealista.