Dentro de las particularidades que encierra Guanajuato, hay casi 20 túneles que unen la ciudad, por donde transitan autos y peatones y el Museo de las Momias, que es un éxito en cuanto a visitas.
Dentro de las particularidades que encierra Guanajuato, hay casi 20 túneles que unen la ciudad, por donde transitan autos y peatones y el Museo de las Momias, que es un éxito en cuanto a visitas.
Dentro de las numerosas particularidades que tiene esta ciudad hay dos que se destacan nítidamente. Una es que Guanajuato es conocida también como la ciudad de los túneles, puesto que hay más de 20, algunos largos y otros como el del Amor, muy cortos. Se hicieron para cortar camino, sin tener que bordear los cerros, y la mayoría son aptos para autos y peatones, que se internan en la oscuridad sin temor. "Por suerte, es una ciudad segura y tranquila, que permite caminar sin riesgos", cuenta orgulloso Salvador.
El río Guanajuato corre por debajo de la ciudad, y en temporada de lluvias ha provocado numerosas inundaciones, varias de las cuales dejaron consecuencias trágicas en la ciudad, por lo que las autoridades en el siglo XX decidieron construir una represa y redirigir el río para detener las inundaciones. Más tarde esas represas se convirtieron en túneles subterráneos por donde ahora los automovilistas se trasladan y cruzan la ciudad.
Estos túneles y calles subterráneas fueron nombrados como una de las maravillas mexicanas hechas por el hombre.
La otra peculiaridad que tiene Guanajuato, especialmente para aquellos que quieran saciar el morbo, es el Museo de las Momias. Es que, a diferencia de lo que sucede con los mortales, para quienes la relación con la muerte es oscura y traumática, los mexicanos, en cambio, la conmemoran. Casi que le rinden culto. Una muestra elocuente de esto es que es uno de los paseos preferidos de la ciudad, incluso para los niños, que miran con asombro los cuerpos momificados y que seguramente no tendrán pesadillas.
De hecho, es un éxito de visitantes, al punto que representa el segundo ingreso para el municipio, después del fisco. "No les tengo miedo a los muertos, que aquí andan paseando por todos lados", afirma Salvador, quien asegura que detrás de las paredes subterráneas debe haber numerosos cuerpos.
El Museo de las Momias tiene más de 100 cadáveres momificados que se exhiben como si fueran un preciado tesoro. No son próceres ni santos, sino simples mortales que habitaron esta ciudad. Lo singular de esto es que no fueron sometidos a ningún proceso de momificación, sino que se dio de manera natural y se encontraron de casualidad cuando se exhumaron cuerpos cuyos familiares no habían pagado más la estada en el Panteón Municipal de Guanajuato, donde ahora está el museo.
La explicación de cómo sucede este proceso resulta más sencilla de lo esperado: "Las momias se encuentran sólo en los ataúdes que están en la zona central de los nichos. Como Guanajuato tiene clima seco, durante el verano la madera del cajón se convierte en un horno, provoca la pérdida de líquido del cuerpo y evita la putrefacción. Así se momifican", cuenta el guía, para echar por tierra cualquier explicación sobrenatural y más marketinera.
Sólo un pequeño porcentaje se momifica, el uno o dos por ciento. La expresión de los rostros de las momias, expuestas en vitrinas, especialmente conservadas, no deja duda de que se trata de muertos reales. Más allá de la curiosidad natural que esto despierta, si la morbosidad no está a flor de piel se puede prescindir abiertamente de este paseo.
Por Mariano D'Arrigo