En el corazón de los Balcanes, Bosnia y Herzegovina se presenta como un fascinante mosaico cultural, donde cada calle y monumento cuenta la compleja historia de una nación que ha dejado una huella indeleble en el devenir del tiempo. Este viaje nos sumerge en la exploración de las tres joyas del país: Sarajevo, la cautivadora capital; Mostar, una ciudad que parece surgida de un cuento de hadas; y Medjugorje, un santuario espiritual entre majestuosas montañas.
Sarajevo: donde el pasado resuena en cada rincón
La capital bosnia, atravesada por el río Miljackase y rodeada de cerros y bosques, se alza como un testamento viviente de los eventos que cambiaron el curso del siglo XX, como es el caso del “Puente Latino”. No es solo una estructura arquitectónica impresionante; es el lugar donde, en 1914, el Archiduque Francisco Fernando fue asesinado, desencadenando así la Primera Guerra Mundial. Cada paso sobre este puente es un viaje al pasado, donde la historia y la arquitectura convergen de manera impresionante.
Para conocer más en detalle esta historia y muchas otras, el museo de Sarajevo se presenta como un guardián de las memorias de la ciudad, donde sus galerías albergan no solo artefactos y fotografías, sino también la crónica de una ciudad que ha resistido las pruebas del tiempo.
Otro de los sitios históricos que no pueden dejar de visitarse se encuentra bajo tierra, el “Túnel de la Guerra” se erige como un monumento a la resistencia del pueblo de Sarajevo durante el asedio de la década de 1990, el más prolongado a una ciudad en la historia de la guerra moderna (desde el 5 de abril de 1992 al 29 de febrero de 1996).
Este pasaje clandestino, que conectaba la ciudad asediada con el mundo exterior sirvió como nexo de comunicación entre la ciudad y el aeropuerto, desde donde las tropas de la ONU hacían llegar víveres a los habitantes de la ciudad. Al recorrer sus estrechos pasillos, los visitantes pueden sentir la determinación que llevó a la población a resistir en condiciones difíciles, siendo aún hoy, una lección de tenacidad y esperanza.
Entre los encantos de Sarajevo, la Fuente de Sebilj se erige como una joya arquitectónica y cultural en el corazón del barrio de Bascarsija. Esta fuente pública, construida en el siglo XVII, ha sido testigo de innumerables encuentros y ha servido como punto de reunión para generaciones de sarajevitas. Con su diseño intrincado y sus aguas cristalinas, Sebilj no solo es una fuente, sino un símbolo de la vida urbana que fluye en armonía con la historia que la rodea.
El casco histórico, construido bajo el dominio otomano, también alberga al popular bazar, que se remonta al siglo XV y atravesado por historias y tradiciones, es el corazón vibrante de Sarajevo. Sus callejones empedrados contienen tiendas de artesanías, cafés tradicionales y el aroma embriagador de las especias. Aquí, la vida cotidiana se fusiona con la historia y los visitantes pueden sentir la autenticidad de la cultura bosnia en cada rincón.
La arquitectura otomana se manifiesta de forma más contundente en la Mezquita de Gazi Husrev-beg, una obra maestra del siglo XVI que sigue siendo un faro espiritual en Sarajevo. Sus cúpulas y minaretes son un recordatorio del legado cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Sarajevo es una ciudad donde aún se percibe su pasado bélico. A pesar de los estragos que padeció, se encuentran algunas joyas que renacieron de sus cenizas, como es el caso de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Sarajevo, que se erigen como símbolo de la resiliencia del conocimiento. Este edificio morisco alberga no solo libros, sino la determinación de un pueblo que se niega a dejar que la historia lo olvide, siendo huésped de exposiciones y muestras alusivas que invitan a ejercitar la memoria y la sensibilidad.
Los cafés tradicionales de Sarajevo son refugios donde el tiempo parece detenerse, haciendo gala de que el café bosnio no es solo una bebida; se trata de una ceremonia que invita a la conversación y la conexión, puesto que, en los países de cultura musulmana, servir un café de calidad fes considerado un símbolo de hospitalidad básico entre amigos y familiares. El café bosnio se prepara en un ibrik o ezva, una pequeña olla de cobre con cuello alto y asas largas, ideal para acompañar con alguno de los dulces típicos de la región, como las baklavas.
Mostar: entre puentes y paisajes de ensueño
Viajando al sur de Sarajevo, llegamos a Mostar, una ciudad que deslumbra con su casco antiguo, un puente medieval, calles empedradas, tiendas de artesanías y la mezcla de culturas crean un escenario encantador que respira historia en cada rincón.
Sin dudas, el Stari Most o puente viejo, es la joya indiscutible de Mostar. Construido en el siglo XVI, este puente arqueado de 27 metros de alto se erige sobre el río Neretva simbolizando la conexión entre culturas y comunidades que, durante siglos, unió la vida musulmana (bosniaks) y la católica (bosnios croatas) de la ciudad. Durante la guerra de los Balcanes en la década del 90, fue derrumbado y vuelto a construir con status de Patrimonio de la Unesco para el año 2002.
La ciudad cuenta con diferentes balcones y los miradores que regalan panoramas de ensueño, con montañas que abrazan la ciudad, el río casi turqués que refleja el cielo y los tejados de piedra componen una pintura viva que encapsula la esencia de Mostar.
Las calles Kujundziluk y Onescukova son una invitación al deleite y la exploración, con boutiques, tiendas de recuerdos y cafés tradicionales que ofrecen una experiencia única donde el encanto del pasado cobra vida, haciendo sentir al visitante dentro de un cuento de las mil y una noches. En esta zona encontramos la mezquita Koski Mehmed Pasha, construida en el siglo XVII, un ejemplo sublime de la arquitectura otomana en la ciudad. Sus detalles ornamentados y su ubicación estratégica en el corazón del casco antiguo la convierten en un punto de referencia cultural y espiritual.
Medjugorje: santuario de espiritualidad y esperanza
Enclavado en las montañas al límite con Croacia, Medjugorje se alza como un santuario que trasciende lo terrenal. Este pequeño pueblo se ha convertido en un lugar de peregrinación mundial desde que, en 1981, se afirmara que la Virgen María se apareció a seis niños locales. Desde entonces, millones de peregrinos han llegado en busca de paz espiritual y sanación.
El Santuario de Medjugorje no solo es un lugar de devoción, sino también un rincón donde la fe se entrelaza con la belleza natural de los alrededores. Las colinas verdes y los campos serenos brindan un telón de fondo sereno para aquellos que buscan conexión espiritual, convirtiéndolo en un faro de esperanza y reflexión en medio de la hermosa campiña bosnia.
La gastronomía bosnia es un deleite para los sentidos que atraviesa a todo el país. Desde los cevapi, pequeñas salchichas a la parrilla, hasta el burek, un pastel de hojaldre relleno, cada bocado cuenta la historia de las influencias otomanas y austrohúngaras en la región.
Bosnia y Herzegovina, con su historia marcada por la guerra de la ex Yugoslavia, se revela como un destino que ha aprendido a abrazar su diversidad y a construir puentes entre culturas. Sarajevo, con su Puente Latino y el Museo, nos ha recordado el impacto que una ciudad puede tener en el devenir de la historia mundial. Mostar, con su Puente Viejo y el encanto del casco antiguo, nos ha mostrado cómo la belleza puede emerger incluso de los momentos más difíciles y Medjugorje con la energía y la fe que se respira, nos regala un manto de esperanza. En cada paso, Bosnia nos ha regalado no solo su historia, sino también su capacidad para reinventarse y ofrecer al viajero una experiencia única, enriquecedora y llena de contrastes.
Datos útiles
• Moneda:
Marco convertible (BAM)
1 USD equivale a 1,79 BAM
Idioma Oficial:
Bosnio, croata y serbio.
Clima:
Diverso, desde continental en el norte hasta mediterráneo en el sur.
Transporte Público:
Sistema de autobuses y trenes bien conectado. También taxis y servicios de transporte compartido.