Además de brindar información valiosa para planificar políticas públicas (o eso debería), el censo 2022 echará luz sobre cuántas bancas debería tener la Cámara de Diputados de la Nación. Se trata de una vieja deuda de la democracia argentina, en la que las provincias grandes -Santa Fe, entre ellas- son las más perjudicadas.
A diferencia del Senado, donde cada provincia tiene tres representantes, la Cámara baja se integra según la población de cada distrito. El problema es que, al contrario de lo que establece la Constitución Nacional, después de los tres censos nacionales que se completaron desde 1983 -en 1990, 2001 y 2010- la representación por provincia permaneció congelada. Y todo indica que con el de 2022 pasará lo mismo.
La actual composición de 257 bancas es un mix entre la foto que arrojó el censo de 1980 -cuando el país tenía 27.949.480 habitantes- y la ley 22.847, promulgada en julio de 1983, en el ocaso de la última dictadura militar.
Esa norma, llamada en el Congreso ley Bignone -por el último gobernante de facto, Reynaldo Bignone- dispuso un diputado cada 161 mil habitantes o fracción no menor de 80.500, y fijó un piso de cinco diputados por provincia.
Al no actualizarse la cantidad de bancas de cada provincia, se distorsiona la voluntad popular. Un ejemplo extremo: según el censo 2010, un diputado de la provincia de Buenos Aires representa a 223.215 habitantes, y uno de Tierra del Fuego a 25.441 habitantes.
En 2018, la Cámara Nacional Electoral le dio la razón a un dirigente y ex diputado provincial cordobés, que alegó que -por encontrarse desactualizada la cantidad de diputados que se eligen por distrito- el valor de su voto es inferior al de los ciudadanos de otras provincias.
El tribunal también instó al Congreso a que “extreme los recaudos para ejecutar el mandato que establece el artículo 45 de la Constitución Nacional”. Traducido: diputados y senadores, pónganse de acuerdo y adapten el tamaño de la Cámara a la realidad.
Entre otras cuestiones, el censo 2022 debería servir para actualizar la cantidad de diputados y diputadas nacionales. Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Entre 1980 y 2010, la población de Santa Fe creció de 2.465.546 a 3.200.736 habitantes y, sin embargo, su representación en Diputados sigue siendo la misma: 19. Solo por población, la provincia debería tener 20. Y, si se agrega al cálculo la ley Bignone, 23.
Además de Santa Fe, las provincias que peor salen paradas del reparto de bancas son Buenos Aires (unas 30 menos), Córdoba (entre tres y seis menos), y Mendoza y Salta (ambas entre una y cuatro menos).
Los distritos sobrerrepresentados son las provincias chicas y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Caba tiene 25 bancas en Diputados, pero por población debería tener 18.
Más allá de la justicia del reclamo, hoy cualquier iniciativa para retocar la composición de Diputados enfrenta dos grandes obstáculos.
Uno es el contexto: en tiempos de crisis y malestar creciente con la dirigencia, no hay margen social para agrandar estructuras e inflar el gasto político. Menos en el Poder Legislativo.
El otro es institucional: como muestran los fallidos intentos de avanzar con una ley de coparticipación (otra deuda de la reforma constitucional de 1994), las provincias pequeñas tienen en la otra ala del Congreso poder de veto para bloquear proyectos que afectan sus intereses. “Habría que ver qué opciones se plantean, si son en el marco de la ley actual o se pone en discusión la ley Bignone. Un esquema de reparto proporcional entre población y representación no pasaría del Senado”, adelantó la directora del Observatorio Electoral de la UNR, Lourdes Lodi.