En Rosario nadie cuida a los vecinos. Algo tan básico como la prevención del delito no existe desde hace mucho y la gente está abandonada a su suerte. Que a una persona le suceda algo malo o que no le pase nada depende casi exclusivamente del azar. La vida y los bienes materiales valen cada vez menos.
La policía hace rato cedió el control de la calle y la conducción política de la fuerza no tiene la menor idea de cómo encausar esa locura suicida. El resultado es que quienes cometen delitos tienen luz verde para hacer lo que quieran. Solo tienen que animarse.
El Estado y quienes lo gestionan abandonaron hace tiempo la responsabilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Los responsables son los gobiernos provinciales, y no uno en particular, sino todos, porque este estado de cosas comenzó a cocinarse hace años y no hizo más que empeorar. Hoy parece haber llegado a un punto sin retorno.
Casi no hay habitante de la ciudad que no haya sido víctima de un delito. Y no debe haber uno que no sienta que puede serlo en cualquier momento. Es desesperante, pero verosímil.
"El Estado y quienes lo gestionan abandonaron hace tiempo la responsabilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos" "El Estado y quienes lo gestionan abandonaron hace tiempo la responsabilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos"
El miedo con el que convivimos ya no se reduce a que alguien nos robe la cartera, el celular o la bicicleta: lo más angustiante es el temor a perder la vida.
El gobierno que deja mañana la Casa Gris llegó con el compromiso de mejorar la seguridad pública. “Paz y orden”, prometía. Cuatro años después se va con un rojo gigantesco en esa materia que hasta el propio Omar Perotti reconoce en tibias autocríticas. Su gestión fue un fracaso en esa materia y el costo lo paga la gente.
En Rosario hace mucho que no se observa nada parecido a una política de seguridad pública y el resultado es catastrófico. No hay lugar ni horarios seguros. La calle es una boca del lobo y la gente va por ella en un desamparo casi absoluto. Es al mismo tiempo deprimente y aterrador.
Todo se agravó desde que la actual administración provincial supo los santafesinos votaron a otro gobierno. En los últimos días ya ni siquiera se ven móviles policiales en la calle y tampoco la propagandizada presencia de agentes federales, que solo aparecieron para la foto. Es la síntesis que pinta a quienes gobernaron estos años: nos abandonaron.
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