Por el contrario, Pullaro ubica a Santa Fe en el concierto nacional y plantea a la provincia como un tractor para sacar a la Argentina del estancamiento. Una incipiente nacionalización del discurso del gobernador, uno de los pocos jefes locales que goza de autonomía política en un tablero que se está reconfigurando. El resto de los mandatarios cuentan con menos oxígeno financiero o tienen un margen juego político más acotado.
“Maxi no se pasa de rosca ni se tira de cabeza, pero ¿por qué habría de cerrar una puerta antes de tiempo?”, desliza un socio de Unidos que sueña con exportar la experiencia hasta acá exitosa al plano nacional.
El mensaje de Pullaro también contrasta con el de Javier Milei. Lejos del anarcocapitalismo exótico del presidente, para el nacido en Hughes el equilibrio fiscal no es un fin en sí mismo sino un medio para la inversión pública, sobre todo en infraestructura.
En todo caso, uno de los desafíos de una eventual proyección nacional será matizar la contraposición interior productivo versus Amba parasitario, útil para acumular en el pago chico pero que pone una barrera a la penetración en una zona donde vive el 35% de la población argentina.
Los consultores Julio Burdman y Viviana Isasi hicieron un sondeo de opinión pública, con el sugestivo título "El potencial de la Región Centro: cuando la sociedad la ve antes que el establishment". El estudio, realizado entre el 24 de agosto y el 5 de septiembre, muestra a Pullaro en la cima del podio de valoración de imagen de los tres gobernadores (45% positiva en promedio y 52% en Santa Fe), resalta al espacio de coordinación como una plataforma desde donde plantarse ante el gobierno central. "La Región Centro es valorada como una herramienta estratégica. Se le pide promoción de inversiones y, sobre todo, ejercicio de influencia en una política nacional dominada por el Amba", señalan los especialistas.
Más allá de la nacionalización de hecho de su figura por gobernar el tercer distrito del país, en el entorno del gobernador aseguran que están con los pies y la cabeza en la provincia. En este sentido, para el pullarismo el Santa Fe Business Forum, del que participaron 209 potenciales compradores, de 40 países y 900 empresas, es “el primer hito de la Rosario pos violenta”.
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“Esperemos que sea una vuelta de página para la ciudad. Estamos tomando medidas para que cicatricen las heridas, pero Rosario está muy dañada y cualquier raspón que sufra duele más que en otro lugar”, dice uno de los hombres de mayor confianza del gobernador, rosarino por adopción.
Son embrionarias demostraciones de soft power santafesino, como el partido de Los Pumas en Santa Fe, al que Pullaro invitó al presidente de Paraguay, Santiago Peña.
La medalla de la paz en Rosario
La baja abrupta de los homicidios en la ciudad incuba una disputa, por ahora de baja intensidad, por quién se cuelga la medalla del éxito. El lunes, Patricia Bullrich subió un video en el que destacó que agosto cerró sin homicidios en la ciudad. Dos días después, los secretarios provinciales de Seguridad Pública, Omar Pereira, y de Análisis y Gestión de la Información, Esteban Santantino, salieron a presentar los datos del Observatorio de Seguridad Pública. Un timing que no parece casual.
Aunque niegan una competencia entre ambos niveles, en la Casa Gris dejan entrever que la ministra nacional es generosa con su presencia en las buenas y austera en las malas.
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Lo cierto es que la pelea puede intensificarse en 2025. Será seguramente un eje en disputa entre los candidatos referenciados en el gobierno provincial y aquellos que se pongan la camiseta de Milei. “El rosarino no come vidrio. Ve mucha policía y el ajuste en el servicio penitenciario. Cuando llegue el momento va a poner todo en su justo lugar”, confían en el primer anillo del gobernador, que sumó a su relato épica histórica y elementos religiosos. Dos cuestiones que refuerzan una idea de misión.
Victorias en la Legislatura
En este sentido, este jueves Pullaro ganó dos batallas importantes. La Asamblea Legislativa aprobó los cuestionados pliegos para la Cámara de Ejecución Penal y el Senado dio media sanción a la reforma previsional. Ambos temas pusieron a prueba el sistema de comunicación entre el Ejecutivo y la Legislatura —con tiempos, rituales y equilibrios de poder diferentes— y la cohesión de Unidos.
La conformación del tribunal que estará integrado por Valeria Haurigot, Horacio Pueyrredón y Mario Guedes es el último capítulo de una serie de modificaciones legislativas en el ámbito penal, que tuvo como principales hitos la adhesión de Santa Fe a la ley de desfederalización del narcomenudeo, la reforma al Código Procesal Penal y los cambios en la organización del Ministerio Público de Acusación.
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En el socialismo, que controla 14 de las 28 bancas en Diputados, quedaron satisfechos con el trámite referido a la Caja de Jubilaciones y Pensiones, tanto con el proceso como con el resultado. Joaquín Blanco, presidente del bloque y secretario general del PS provincial, recorrió todo el espinel gremial. Recogió sugerencias de halcones y palomas del mundo sindical y varias de ellas se plasmaron en el texto final. “En las difíciles aportamos un plus de experiencia, de aplomo y de diálogo”, dice un integrante de la primera plana del PS.
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Los sindicatos tienen viento en contra para salir a la calle. Incluso a un gremio más combativo y con una extendida capilaridad como Amsafe le cuesta sostener las medidas de fuerza y ni ATE ni UPCN provincial participaron el jueves de la protesta frente a la Legislatura.
Un rival perfecto
Con el peronismo acéfalo y disperso, los cabecillas criminales encerrados y neutralizados y los gremios con poder de fuego limitado, Pullaro encontró en la Justicia su principal adversario. Un rival perfecto: un grupo de empleados públicos con integrantes que perciben salarios muy por encima del promedio y que forman parte del más opaco de los tres poderes del Estado.
Un sector que difícilmente genere un arco de solidaridad con asalariados y sectores de clase media con ingresos licuados pero que tendrá que definir en distintas instancias sobre la legalidad de reformas que afectan directamente sus intereses materiales.
Es en este marco escala la tensión entre el gobernador y la Corte Suprema. Pullaro está convencido de que allí se encuentra la autoría intelectual de la inédita protesta en la puerta de los tribunales rosarinos. Un desafío, entiende, de un sector corporativo a un gobernante que sacó más de un millón de votos y un espacio con mayoría en ambas Cámaras.
Las posiciones se polarizan al calor del conflicto y se resiente el andamiaje institucional. De un lado se acercan a una concepción plebiscitaria de la legitimidad, mientras del otro amagan con ponerse por encima de las reglas. Una disputa que va camino de la pelea por intereses a una puja política de suma cero.
A la reunión convocada para este domingo a primera hora en la Casa Gris la delegación de los cortesanos encabezada por su presidente, Rafael Gutiérrez, tenía preparado un pliego de demandas sectoriales —como las vacantes y el presupuesto— pero desde el gobierno avisaban que Pullaro no iría en modo pasivo.
“El tono del gobernador va a ser respetuoso pero claro y firme. El gobierno cree que hay que renovar y ser eficientes, no sólo pedir recursos. Si pedís y veo que sos un gastador compulsivo a mí me genera preocupación”, agitaba en la previa uno de los principales integrantes del gabinete.
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Se verá en los próximos días los resultados del encuentro, aunque la estación de la salida acordada con los ministros de la Corte parece haber quedado atrás. El gobierno pone todas las opciones sobre la mesa, como un decreto o un jury. “Están fuera de la norma. ¿Cómo hacés para construir una Santa Fe institucionalmente moderna con jueces que están pasados de edad y siguen con los mismos métodos”, interpelan desde la mesa chica de Pullaro.
Inquietud
De todos modos, la confrontación abierta con la Justicia plantea dos riesgos al gobierno provincial. Uno es que, paradójicamente, la pelea anti casta lo desenganche de la agenda social y lo meta en una discusión hacia el núcleo duro ante eventuales fallos adversos. De ahí a la denuncia de lawfare hay sólo un par de pasos. El otro peligro es que se instale que el Ejecutivo busca subordinar la Justicia y pretende convertir a Santa Fe en la Formosa, o la Jujuy, de la franja central del país.
La pulseada genera inquietud puertas adentro de la alianza de gobierno. “Una cosa es la renovación de la Justicia, y otra pensar que vale todo, que no hay sociedad civil y un entramado institucional que le pone reglas de juego a la política. Estamos en la Argentina de Milei, pero corrés el riesgo de que la sociedad te pique el boleto. Los climas sociales pueden cambiar en un instante”, observa un dirigente de peso del oficialismo.
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En la sala de situación de Pullaro están convencidos de que se trata de una pelea legítima. “No buscamos los conflictos ni son un capricho. Hay un mandato social de renovar todo”, aseguran.
Como a nivel nacional, en Santa Fe el clivaje es reforma versus statu quo. Por su amateurismo, su escasez de recursos institucionales y la fragmentación del escenario político, Milei no termina de plasmar políticamente esa mayoría social.
Una situación opuesta a la de la provincia. Aquí ambas mayorías están alineadas. El desafío es cómo administrar el superávit de poder.