Podemos identificar ciertos recursos de los que se valió la escuela para cumplir su función nacionalizadora que se mantienen hasta la actualidad: el calendario patrio -las efemérides relacionadas con nuestra historia-, los actos que se realizan en algunas de esas fechas y la evocación de los símbolos patrios en los patios y las aulas, como la escarapela, la bandera o el himno, entre otros. Pero lo que sí fue variando fue la importancia que se le asignaba a tal o cual fecha, canción o prócer en relación a las interpretaciones sobre la historia que dominaran en las distintas coyunturas políticas. Tampoco fue siempre igual la forma en la que distintos contenidos se trasmitieron en las aulas. Muchas de estas transformaciones fueron, en parte, reflejo de las distintas formas en que se fue pensando al Estado, sus funciones y los diversos proyectos de país.
La cuestión Malvinas -como un conflicto territorial y diplomático- fue convirtiéndose en una causa nacional en el ámbito escolar, es decir, en un reclamo de justicia relacionado a la soberanía y a la identidad nacional. Sin embargo, no fue abordada siempre igual en los últimos casi 140 años, así como también fue modificándose el día y la nomenclatura de la efeméride elegida para recordar las Islas y su significado para el pueblo argentino.
La (poca) presencia de las Malvinas en los contenidos escolares entre 1884 y 1930
Desde la década de 1880 hasta la década de 1940 la cuestión Malvinas se encontró prácticamente ausente en los manuales escolares para niños de escuelas primarias. Por aquellos años, la problemática de la usurpación británica de las Islas y los reclamos de soberanía no se habían convertido aún en una causa nacional que movilizara sentimientos patrióticos y de adhesión ciudadana. Los pocos manuales que mencionaban el tema lo hacían en relación con la geografía, con poca atención a los reclamos soberanos, y tenían errores en los datos, dado el poco conocimiento histórico que se tenía sobre las Islas. Esta ausencia se relacionaba en gran parte con el interés de los gobiernos del Partido Autonomista Nacional por mantener una relación comercial, económica y diplomática positiva con el gobierno de Inglaterra.
Aun así, para la década de 1880 ya se comenzó a relacionar a Malvinas con dos efemérides: el 3 de enero -día en que los británicos usurparon las islas en 1833, expulsando a la población de la pequeña colonia que había fundado el gobierno de la provincia de Buenos Aires - y el 10 de junio -fecha del nombramiento del primer gobierno rioplatense en las Islas en 1829-.
En cambio, el tema se encontraba mucho más trabajado en los manuales de educación secundaria, con fuertes referencias a la defensa de la soberanía y a la ilegitimidad de la presencia británica y con una interpretación histórica basada en una visión "esencialista" de la nación: tanto el territorio continental como el insular eran desde siempre argentinos, aun antes de la existencia del Estado argentino, que se construyó en el siglo XIX. Pero el porcentaje de población que llegaba a la escuela secundaria era mínimo comparado con la escuela primaria, por lo que no tenía la misma eficacia a la hora de crear un sentimiento nacional.
La década de 1930 y el impacto de los discursos nacionalistas
La década de 1930 fue un punto de inflexión en el tratamiento de la cuestión Malvinas, ya que pasó a convertirse en un símbolo muy fuerte del nacionalismo territorial. Distintas disputas y proyectos que se dieron entre los sectores políticos e intelectuales impactaron en la forma en la que se pensaban las Islas. Tanto desde la izquierda como desde la derecha del espectro político comenzó a cuestionarse la tradicional amistad diplomática y la dependencia económica de la Argentina respecto a Gran Bretaña, que prácticamente monopolizaba las exportaciones argentinas.
En 1939 fue creada la Junta de Recuperación de las Malvinas y en 1941 fue introducida en el ámbito escolar la recientemente creada Marcha de las Malvinas, la cual todos conocemos y hemos entonado por las mañanas cuando transitábamos la educación primaria. Todas estas acciones hicieron que las Malvinas pasen a ser un tema mucho más presente en la opinión pública. Sin embargo, estos cuestionamientos a la relación con Gran Bretaña que se dieron entre las elites culturales no se vieron reflejados en la importancia que se le daba al tema en el ámbito escolar, y el tema siguió brillando por su ausencia en los manuales y contenidos de la escuela primaria, que era la institución que realmente tenía alcance entre las masas populares.
¿Por qué le damos tanta importancia a los manuales y textos escolares? Porque fueron producciones que, al ser leídos y estudiados por miles y miles de niños en todos los puntos del país, tuvieron un rol clave en la construcción de sentidos comunes y de la identidad nacional. Además, poseían para las familias un carácter casi venerable como objeto, ya que contenían “el saber” y una dimensión de verdad que no se discutía. Era la herramienta que le posibilitaba a los niños la adquisición de conocimiento.
Exposición “Cartografía de Malvinas en los textos escolares (1890-1940)”
La incorporación de mapas fue un recurso muy usado en los manuales escolares. Los mapas son elementos con los cuales se construye y se le da sentido a un espacio, por lo que la inclusión o no de las Islas como parte del territorio argentino implicaba una declaración respecto a los reclamos de soberanía.
“Pedazo de Patria nuestra florecida en el océano”: las Malvinas para el peronismo
El cambio más significativo en el abordaje de Malvinas en la escuela se dio a partir del primer gobierno de Juan Domingo Perón. La gran presencia de la temática en manuales y libros escolares fue reflejo de una política orientada al reclamo por la soberanía, no solo de las islas Malvinas sino también de la zona antártica y los territorios australes. El gobierno buscó ocupar efectivamente los territorios de la Antártida, instalando bases científicas y militares, para así ganarle la posesión a otros países que también pretendían instalarse en el continente austral.
Los tres aspectos principales de la cuestión Malvinas presentes en los manuales escolares eran la descripción de su geografía; los argumentos geográfico-geológicos, jurídicos e históricos que sostenían el reclamo argentino; y la denuncia del acto de usurpación cometido por Gran Bretaña en 1833.
Las ilustraciones coloridas y el uso de mapas que incluían por primera vez a los sectores antárticos y a las Malvinas fueron dos recursos muy utilizados. Con ellos se buscaba construir sentimientos patrióticos y de amor por aquellos lejanos territorios, logrando la adhesión de la población a la defensa de la soberanía territorial. La bandera argentina flameando en el cielo estaba siempre presente en las imágenes de las Islas.
Cuando el peronismo volvió al poder en 1973, la cuestión Malvinas fue incluida en el calendario litúrgico nacional estableciendo el 10 de junio como “Día de la afirmación de los derechos argentinos sobre las islas Malvinas, islas y sector antártico”, asociando por primera vez los derechos soberanos a la efeméride.
Un antes y un después: la guerra de Malvinas
Desde 1950 hasta la década de 1970, los sucesivos gobiernos argentinos fueron logrando notorios avances en el plano diplomático, consiguiendo apoyos internacionales y manteniendo muy buenas relaciones con los isleños. Sin embargo, todos esos esfuerzos se vieron interrumpidos cuando el gobierno militar decidió invadir las Islas y recuperarlas por la fuerza en 1982. El gobierno de facto se valió de la causa Malvinas en su momento de mayor debilidad para recuperar apoyos, buscando convertirse en el héroe que resolviera la causa pendiente.
Desde los inicios de la dictadura en 1976, el gobierno buscó utilizar las escuelas como vehículos para difundir una idea belicosa de nacionalismo territorial, según la cual los estados vecinos eran una amenaza constante a la integridad territorial de la Argentina, principalmente Chile. Los estudios geopolíticos tuvieron gran impacto en las políticas culturales y educativas, así como en los manuales escolares y en los contenidos de historia y geografía. Estas disciplinas debían, en teoría, contribuir en la defensa de los intereses nacionales, buscando justificar el ejercicio militar de gobierno dado que los límites del territorio argentino estaban en peligro. En este contexto, Malvinas fue uno de los casos referenciados, y la pretensión de recuperarlas militarmente cobró fuerza luego de que se desvaneciera la posibilidad de un conflicto bélico con Chile por el canal de Beagle.
Tras el inicio de la guerra, la sociedad argentina unió esfuerzos y esperanzas en la lucha por la recuperación de las Islas. Las escuelas se convirtieron en lugares de fervorosa actividad en donde se organizaron colectas para abastecer a las tropas, se tejieron abrigos y los niños escribieron cartas mostrando su apoyo a los soldados.
La derrota fue el golpe de gracia para el gobierno militar. La noticia tomó desprevenida a la sociedad luego de que por semanas los medios publicaran notas sobre la supuesta aplastante victoria argentina en las islas. Antes de retirarse, el gobierno estableció una nueva fecha conmemorativa distinta de las anteriores: el 2 de abril, día del inicio de la guerra, aunque la denominación que se eligió, “Día de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur”, no hacía ninguna alusión ni al conflicto bélico ni a la soberanía.
Durante la presidencia de Alfonsín se inició un proceso de “desmalvinización”, invisibilizando el tema, que pasó a ser una especie de tabú ya que el gobierno consideró que la causa había quedado muy vinculada a la dictadura que se intentaba dejar atrás. El feriado se movió nuevamente a uno de los días originales, el 10 de junio, borrando cualquier referencia a la guerra y al 2 de abril.
En los años 90, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, la pretensión de reformar el sistema educativo cristalizó finalmente en la Ley Federal de Educación en 1993. En ella, se intentó renovar la enseñanza de la Historia, con lo cual también se modificó la forma en la que se abordaba Malvinas. La atención se desplazó de los contenidos históricos del siglo XIX a los temas del siglo XX, ya que los reformistas consideraban que enseñar el pasado cercano generaba mayor interés en los chicos y permitía comprender mejor el presente, haciendo hincapié en el rechazo a la dictadura y la necesidad de reforzar el sistema democrático. En los manuales escolares la guerra aparecía como una decisión irresponsable del gobierno militar, con la que intentaron encubrir los problemas económicos y la debilidad política del gobierno: fue una "guerra absurda", con la cual se engañó a una población ingenua movilizada por sentimientos patrióticos justos. Los soldados aparecían como los “chicos enviados a morir”, y el eje estaba puesto en los abusos cometidos por los oficiales argentinos contra los conscriptos, más que en el enfrentamiento con Inglaterra.
Tiempos de re-malvinización
En el año 2000, el gobierno de Fernando de la Rúa estableció el 2 de abril como el “Día del veterano y de los caídos en la Guerra de Malvinas”, volviendo a poner sobre la mesa la fecha de inicio de la guerra, y mencionando por primera vez a los veteranos y caídos en Malvinas, olvidados en los años previos. En el 2006, pasó a considerarse también como feriado inamovible, lo cual lo puso a la par de las fechas patrias más importantes: el 25 de mayo y el 9 de julio.
En ese mismo año, se sancionó la Ley de Educación Nacional, que estableció la causa de la recuperación de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur como un contenido curricular obligatorio, que suele darse en las aulas en las fechas cercanas a la efeméride del 2 de abril. La cercanía de esta efeméride a la del 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, también elevado a la categoría de feriado inamovible, hizo que ambos temas -la dictadura y la guerra de Malvinas- quedaran irremediablemente relacionados. Ante esto, se instó a que las escuelas hicieran hincapié en “el valor y compromiso con la Patria de los jóvenes conscriptos y voluntarios que pelearon en la guerra de Malvinas en cumplimiento de su deber cívico”, homenajeando a los caídos y a los excombatientes en los actos escolares.
Por aquellos años la cuestión Malvinas adquirió una gran centralidad en el debate público y en las aulas. En los manuales escolares y en las producciones audiovisuales diseñadas para las aulas se buscó articular dos "tiempos" distintos para pensar las Islas: un tiempo largo, los 180 años transcurridos desde la usurpación británica en 1833, y un tiempo corto, reciente, más vinculado a la guerra y sus consecuencias. El ministro de educación Daniel Filmus incluso convocó a más de setenta excombatientes para construir en conjunto las políticas educativas referidas a Malvinas.
Malvinas fue utilizado como punto de encuentro entre muchos temas diferentes: la dictadura militar, los derechos humanos, la memoria y la defensa de la soberanía nacional desde una perspectiva nacionalista y antiimperialista. Hubo por aquellos años una explosión de producciones literarias y audiovisuales destinadas a escuelas primarias y secundarias que tenían a Malvinas como punta de partida para abordar todos esos otros temas. Podemos mencionar, a modo de ejemplos, la serie documental producida por el canal Encuentro “Pensar Malvinas”, de 2012, en la cual hay un capítulo específico titulado “Malvinas en la escuela”; o el capítulo especial destinado a Malvinas en la serie “Las aventuras de Zamba”, del canal infantil estatal Paka Paka, orientado a chicos de primaria.
. Link al capítulo “Malvinas en la escuela”, de la serie Pensar Malvinas.
Las dificultades de enseñar la historia reciente
Enseñar la cuestión Malvinas desde la historia reciente, es decir, vinculándola a los acontecimientos producidos en los últimos 40 años (la guerra, la dictadura militar y los procesos de memoria y defensa de los derechos humanos) tiene ciertas particularidades. A diferencia de hechos históricos que ocurrieron hace muchísimo tiempo, el recuerdo traumático de Malvinas está muy fresco en la memoria colectiva y en el debate público actual: la mayoría de las personas de más de cincuenta años recuerdan la guerra y pueden relatar cómo vivieron ese acontecimiento; la temática Malvinas también aparece frecuentemente en los medios de comunicación o en producciones televisivas, literarias y cinematográficas.
De modo que los chicos ya llegan al aula habiéndose encontrado con diferentes voces que les trasmitieron algún tipo de información, que a veces puede no coincidir o ser contradictoria. Esas diferencias pueden depender de las posturas y posicionamientos políticos e ideológicos, o simplemente del hecho de que las personas procesan lo que viven de diferentes maneras según sus experiencias de vida, su clase social, sus grupos de sociabilidad, su profesión, etc., recuperando y reconectando entre sí los hechos del pasado de modos diversos.
La presencia de veteranos de Malvinas en las aulas -quienes, por iniciativa propia o con invitación de los docentes, se acercan a compartir sus experiencias- suele mover las emociones de alumnos y docentes. No es lo mismo escuchar de boca de un docente el relato sobre el cruce de los Andes del general San Martín, ocurrido hace más de 200 años, que dialogar con un excombatiente que no sólo vivió y sufrió la guerra en primera persona sino también sus consecuencias psicológicas y el olvido de la sociedad y del Estado.
La organización del acto escolar conmemorativo del 2 de abril muchas veces deja en evidencia las tensiones en torno a lo que hay que representar. ¿Cómo mostramos la guerra? ¿Fue una gesta heroica o una “guerra absurda” impulsada por los dictadores? ¿Los excombatientes fueron héroes o “chicos enviados a morir”? ¿Cómo mostramos el rol de la sociedad argentina, que primero festejó la guerra y la vivió con frenesí para luego desentenderse de ese apoyo?
Todas estas cuestiones generan ciertas dificultades a la hora de enseñar la cuestión Malvinas, pero al mismo tiempo la convierten en un tema de enorme riqueza y profundidad para trabajar en las aulas. Tan rico como desandar y comprender las raíces históricas de lo que aprendemos.
(*) Historiadora y conservadora de museos. Trabajó en el Equipo de Conservación y Restauración del Archivo Histórico del Convento San Carlos de la ciudad de San Lorenzo. Actualmente es becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el Instituto de Investigaciones Socio-Históricas Regionales (UNR-Conicet) y miembro del Programa de Investigación y Extensión Universitaria "Malvinas y el Atlántico Sur " de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.