El gobierno de Santa Fe finalizó el año pasado con un superávit superior a los $32.000 millones. La cifra es motivo de orgullo para las autoridades -se trata del tercer período con signo positivo en las cuentas públicas- pero genera rechazo en la oposición, que reclama al Ejecutivo un mayor ritmo en la ejecución de los gastos.
La discusión sobre la gestión financiera no es un tema que escale en la agenda pública, pero en el círculo rojo está planteada desde el primer día del gobierno de Omar Perotti. Se sabía que Walter Agosto, escogido para ocupar el Ministerio de Economía, tenía un perfil conservador antes que audaz en el manejo del erario. Y así se viene cumpliendo, con sus defensores y detractores.
Los funcionarios de Economía pueden jactarse de que acumulan tres años con superávit en las cuentas públicas, una verdadera rareza en Argentina. Ahora bien, ¿hasta qué punto se debe mantener este férreo control de caja cuando las necesidades que debe atender el Ejecutivo no paran de crecer? Sobre esa pregunta gira el debate.
Polémicas aparte, lo cierto es que según la información generada por la Secretaría de Hacienda, el año pasado finalizó con un superávit de $32.541.847.052,60. Esta cifra es 60 veces más de lo que fue el resultado positivo del 2021 -cuando había sido de apenas $294.992.496,71- y se asemeja bastante a la del 2020, cuando el superavit fue superior a los $18.000 millones.
>> Leer más: "Billetera Santa Fe y obra pública ponen contra las cuerdas al superávit de la provincia"
Los números se conocen apenas después que el gobierno logre encaminar la paritaria con estatales y docentes. Si bien no se firmó, los principales gremios exteriorizaron su decisión de aceptar la última propuesta oficial, que implica un aumento del 40% en los salarios, con clausula gatillo y reapertura de negociaciones al 31 de julio.
Gastos por debajo de la inflación
El análisis de las cifras oficiales permite entender, a grandes rasgos, cómo se llegó a un nuevo superávit. El elemento principal es que mientras que el nivel de gastos creció por debajo de la inflación, el de recursos lo hizo varios puntos por arriba.
Así, siempre según el análisis de finanzas provinciales que realizó la Secretaría de Finanzas e Ingresos Públicos, en 2022 se ejecutaron gastos por $1.232.629 millones (92% más que el año anterior), en tanto que los recursos ascendieron a $1.200.087 millones (99% más que en 2021).
De nuevo: para las autoridades este desempeño es motivo de orgullo y la razón principal que le permite mantener estabilidad fiscal (es decir, no aumentar impuestos). Asimismo, inflan el pecho por no haber reestructurado sus deudas en dólares -como sí lo hicieron otros distritos-, inclusive teniendo que pagar un pesado vencimiento por deudas contraídas en la anterior gestión. En diciembre, el gobierno recibió una importante masa de fondos correspondientes a los bonos recibidos como parte de pago de la Nación por la deuda histórica.
Del otro lado del mostrador están quienes achacan que el superávit muestra la dificultad de gestión que tiene el gobierno, sobre todo en áreas como la obra pública. Para muestra vale un botón: recién en los últimos días el gobierno logró sacar la licitación de los desagües cloacales del Hospital Regional Sur, un proyecto que está en carpeta desde el inicio de la gestión.
El ritmo de ejecución de la obra pública es uno de los caballitos de batalla de la oposición para criticar al gobierno. Durante 2022, los gastos de capital crecieron un 103% (es decir, por arriba de la inflación), pero siguen representando -en la masa global de gastos- un porcentaje menor a lo que fue la gestión anterior: 7,5% frente al 12% (del año 2018).
Como se dijo anteriormente, la gestión financiera del Ejecutivo no es un tema que escale en el debate pública. En parte ello se debe a que los actuales funcionarios de Hacienda retacean sus contactos con la prensa, una constante durante la actual gestión.