Cuando el calor aprieta, la sombra puede ser el único alivio en el espacio público. Rosario hace ya muchos años que hace gala de su arbolado y sus espacios verdes, incluso eso le valió reconocimientos internacionales. Sin embargo, los ambientalistas pusieron en la mira las intervenciones llevadas adelante este año desde el municipio y afirman que "será difícil encontrar sombra por la agresividad de la poda que se llevó adelante".
Así lo señaló el activista y naturalista César Massi. El señalamiento no solo es que "falta sombra en un mal momento porque dejaron apenas palitos", sino que además no dejó de recalcar que en el caso particular de Rosario y su zona, "viene perdiendo masa arbórea desde hace tiempo, con los incendios en el humedal".
Cómo se interviene sobre el arbolado no es un tema menor en medio de una temporada con alertas roja y amarilla para toda la provincia y más aún, cuando Rosario es víctima de uno de los fenómenos que aqueja a las grandes urbes: la llamada isla de calor. Se trata nada menos que de falta de arbolado en zonas densamente edificadas que acentúa el calor que atraviesa la ciudad, todavía a un mes del inicio del verano.
El especialista no dejó de reconocer el capital que Rosario tiene en su arbolado y espacios verdes, la distinguió de la Ciudad de Buenos Aires (Caba), que "hace ya muchos años aplica una poda drástica"; e incluso reconoció que "teniendo en cuenta que hay que pensar en el arbolado futuro de la ciudad, la Municipalidad hizo bien y convocó a una mesa para discutir eso".
Sin embargo, no se ahorró decir que "en la práctica, y el modo en que se intervino este año, va a contramano de todo eso".
Las redes sociales fueron el espacio donde Massi dejó asentado su malestar, "que es el de muchos", dijo, donde sin dejar de entender el reclamo de los vecinos por las intervenciones y la necesidad de mantener mejor iluminadas las calles por cuestiones de seguridad y la colocación de luces led, dejó en claro que "es un atentando contra la vida de la ciudad: no resolvemos la inseguridad con eso y nos quedamos sin árboles".
A la demanda social en los barrios, en tanto, le antepuso la "educación ambiental" y agregó: "Se anuncia la poda en redes sociales porque es un pedido de los vecinos que quieren que el árbol no moleste, pero lo que hay que hacer es apostar por la educación ambiental, que se entienda cuánto de nuestra vida en las ciudades depende de tener un buen arbolado y más cuando el clima se pone áspero, hace más calor y hay más viento, y el vivir y dormir va a depender mucho de esta infraestructura de árboles que se está deteriorando".
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Sin tiempo de reemplazo
La primera crítica que apuntó Massi es la de "una temporada de poda muy extensa", que comenzó en abril y que incluso se extendió hasta los días de noviembre. "Aún estamos viendo intervenciones y eso está mal, llegamos a ver árboles en floración, yo personalmente los vi con pezuñas de vacas en flor, que estaban siendo podados; es decir en un momento de mucha energía y ya fuera de la época de reposo", afirmó.
De hecho, incluso durante la primera semana de noviembre, el municipio informó cortes de tránsito por trabajos de mantenimiento integral en el arbolado urbano en la zona norte y los barrios Saladillo, Bella Vista Oeste, La Carne, República de la Sexta, Belgrano y Ludueña.
A ese punto, sumó la "agresividad" de los cortes y, en ambos casos, señaló que las consecuencias de esas intervenciones no son pocas.
"La primera la estamos viendo ahora y es que en medio de una ola de calor tenemos todos los árboles convertidos en palitos y con poca superficie de sombra. Estamos cerrando una temporada de Niña con mucha sequía, calor y viento y los árboles han quedado desprotegidos", señaló el especialista. Sin embargo, lo más grave que remarcó es "la falta de tiempo".
"Estamos frente al gatillo fácil del árbol: hacen una cochera frente a un árbol, lo sacan; hay que hacer una pileta, sacan árboles; se hacen estacionamientos y se tumban árboles. El problema que tenemos es que cada vez que sacamos un árbol de 50 o 60 años, aunque los repongamos no nos queda tiempo", recalcó.
Frente a los efectos del cambio climático, dejó en claro que la ciudad no tiene medio siglo para esperar que un árbol crezca, ni Rosario ni ninguna otra. "En diez años nomás estaremos en el 2030, que es la fecha de los compromisos climáticos, ya allí va a hacer mucho más calor y si bien hay que seguir siempre plantando, los que saquemos o los que se pierdan por malas intervenciones, no tendrán reemplazo para ese tiempo; no tenemos 50 años", concluyó.