No hace falta ser un erudito egresado de Harvard para saber en qué estado se encuentra Central. Tampoco para decodificar al entrenador. Leandro Somoza está técnicamente perdido. El Flaco no comulga su relato con la realidad canalla. Ya no puede apelar al manual de las excusas porque el capítulo que escribió supliendo al Kily González pertenece al pasado, que también fue imperfecto. Desde lo futbolístico carece de confianza y crédito. Improvisa jugando con un enganche “inventado”. Correr no significa jugar. Para entregarle la pelota al pie a un compañero no se necesita un GPS. Se requiere de técnica. O trabajo. Decidió prescindir de varios profesionales sin tener en claro cuándo llegarían los refuerzos. Ahora clama por ayuda públicamente cuando hasta hace muy poco se mostraba con una postura hermética. Frente a Huracán ratificó que ni los más experimentados pueden torcer el rumbo en lo inmediato. Y los nombres que sugirió para completar el plantel no cuentan con un currículum acorde a lo que necesita el elenco auriazul, que hace varios campeonatos se acostumbró a bucear en el fondo de los torneos. La campana suena en cualquier instante, claro está.
Ver a Central y no saber cuál es el estilo que pregona en cancha habla de que algo no está funcionando bien. Los hinchas aún claman por una idea. Por un hilo conductor. Desde que Somoza tomó las riendas del primer equipo lidia con varias pesadas mochilas. La de la inexperiencia en su rol es una. La del desconocimiento del club, es otra. La de respetar el sentido de pertenencia es una mueca más.
El entrenador canalla está contra las cuerdas. Se puso solito en ese incómodo lugar. También es cierto que colabora para que madure el nocaut. Contra Huracán le agregó un eslabón más de duda a su gestión. Y otro más de desilusión al pueblo centralista. Lo futbolístico amerita una inmediata atención. Peor no podría estar. O sí, porque Central se las ingenia para sorprender todo el tiempo. Así lo marca su historia.
La alineación no seduce ni al más radical de los fanáticos. Pero el apoyo incondicional siempre está. La lealtad no se negocia en el verdadero hincha, que viene suplicando otra realidad desde antes de la pandemia. Aunque hay cuestiones de base que deben modificarse puertas hacia adentro en pos de torcer el torcido rumbo auriazul.
El equipo del Flaco
Somoza expone un libreto confuso. En el arco se basa y apoya en las manos de Gaspar Servio porque Fatu Broun sigue recuperándose de una operación ligamentaria. Mientras que en fondo, los cuatro que vienen saliendo en la foto gozan de diversas realidades. Ninguno logró mantener una regularidad que le permita ser fuente de firmeza.
Damián Martínez volvió a mostrar el bajo nivel que casi siempre lució desde que se puso la camiseta canalla. Facundo Almada es un juvenil de la casa que paga caro los platos rotos cuando erra. Pero a su lado tiene a un Juan Cruz Komar, que dista lejísimo de lo que alguna vez mostró en Talleres. El club invirtió casi tres millones de dólares por un capricho del Kily González. En tanto, en este modelo auriazul hasta Lautaro Blanco pasó a jugar mal.
El medio amerita más atención. El entrenador limpió antes de jugar por la Copa Argentina a varios apellidos justificando que fueron por una decisión netamente futbolística. En algunos casos fue así. En otros, no. El Flaco borró del mapa de las alternativas a Emmanuel Ojeda. Le terminó haciendo un bien porque el correntino firmó en Universidad de Chile. De yapa, le dejó casi 400 dólares al club cuando hace cuatro meses podrían haber sido un millón 100 mil.
Apostó por Claudio Yacob. Un jugador que ante Huracán y Lanús demostró un bajo nivel. El DT no se puso colorado en suplirlo en Parque de los Patricios por un pibe de 18 años como Tanlongo. Pero hay más. Inicialmente solicitó un volante central. Por eso llegó Francis Mac Allister, quien prácticamente no tuvo actividad en todo lo va del 2022. Viene de Talleres, que paradójicamente tiene competencia internacional y nacional, pero decidió no tenerlo en cuenta. En este sentido, desde la dirección deportiva tienen la particularidad de contratar a profesionales que no vienen jugando. Sin embargo, Somoza fue por más. Ahora pidió otro mediocampista central. Y está al acer el colombiano José Luedo
También es verdad que el equipo juega con enganche. Lo llamativo es que no hay un jugador que sea el típico volante creativo. Improvisó a Luciano Ferreyra en ese rol. Aunque por el momento, más que ayudarlo a crecer lo está exponiendo en cada partido porque Pupi ratifica no sentir esa función y responsabilidad a nivel colectivo.
Otro punto que resalta es que el técnico limpió a los dos 10 que tenía a mano: Emiliano Vecchio y Michael Covea. El capitán terminó rescindiendo y firmando en Racing. El venezolano busca sellar su arribo a otro club. A eso hay que sumarle que en su lista no figura un volante creativo. Ni hablar que también se sacó de encima a otros futbolistas antes de tiempo. Hoy se lamenta que no tiene refuerzos, cuando en realidad indica que diezmó el plantel sin antes saber si llegarían los refuerzos. O cuándo lo harían. En el medio de la tormenta institucional hay que resaltar que Central también busca y espera que llegue prontito un 9 tras la baja de Marco Ruben, quien se retiró de la actividad.
El panorama en Arroyito es claro. No hay una línea de juego. No hay un conductor sólido. Hay un plantel que espera por caras nuevas. Mientras que también un entrenador que está técnicamente desorientado.