Hay momentos en la historia del fútbol que quedan grabados para siempre. Momentos determinantes porque alteraron un resultado, porque propiciaron otros totalmente distintos. Flashes imborrables, que los hubo por supuesto en las conquistas mundiales de Argentina. Imposible olvidar al Pato Fillol y sus tapadas monumentales a Rep y Rensenbrink en la final del 78 ante Holanda, no hubo tanto de Nery Pumpido en México 86 como sí en los penales de Sergio Goycochea en Italia 90, que no alcanzaron a valer un título. Y no podía estar ausente en esta enorme conquista albiceleste un instante así de fundamental. Estuvo en las manos de Emiliano Dibu Martínez, que le negó el gol de la victoria a Francia en el último minuto del adicional, un mano a mano con Kolo Muani que le hubiera sacado el dulce de las manos a la selección de Lionel Scaloni. Después vendría su primera magnífica contención del penal de Coman, que encaminó la victoria definitiva. Un héroe, sin dudas.