Miguel Lifschitz asegura haber tomado nota del mensaje que surgió de las urnas el 19 de abril pasado. Sobre todo por la performance oficialista en Rosario, su bastión. "Nos preocupa. Fue una elección por debajo de los resultados históricamente obtenidos", reconoce a La Capital el candidato a gobernador del Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), que de inmediato advierte: "Haré un gran esfuerzo para recuperar el voto de sus habitantes, que me conocen bien".
Dispuesto a "pelearla y corregir no pocas cosas", el socialista confía en poder revertir los resultados de las primarias. En pos de ese objetivo, intentará imantar una importante cantidad de sufragios en estado de dispersión tras las Paso. Tanto los votos de los frentistas que quedaron al costado del camino como los de "aquellas personas que no nos elegirían habitualmente pero que, frente a un escenario de polarización (con el PRO), estarán más cerca de lo que representamos políticamente", explica en alusión al justicialismo.
Para Lifschitz, la insatisfactoria cosecha electoral está directamente ligada a la disconformidad del ciudadano frente a la inseguridad. Por eso, adelanta su decisión de profundizar medidas contra el delito: "Habrá que desplegar una estrategia de blindaje del territorio santafesino. Evidentemente no existe una planificación nacional para frenar al narcotráfico".
—¿Cuál es el mensaje directo que dejaron las Paso?
—Un mensaje generalizado, porque todos los candidatos esperaban sacar más sufragios de los que obtuvieron. De todos modos, quedó planteado un escenario de paridad entre el FPCyS y el PRO, obviamente con una exigencia mayor para nosotros. Es algo que nos obliga a retener el voto a Mario Barletta, un punto resuelto a partir del acto del jueves pasado. Todo el radicalismo estará trabajando codo a codo con nosotros y al resto de los partidos que integran el Frente Progresista. También hay que definir la elección sobre la base de captar nuevas voluntades, porque muchas personas no votaron, u optaron por hacerlo en blanco, por impugnar o por otro candidato. En ese universo encontraremos a muchas personas, incluso a aquellas que no nos elegirían habitualmente pero que, frente a un escenario de polarización, estarán más cerca de lo que representamos políticamente: un proyecto progresista, democrático, republicano y decente.
—Para doblegar a Miguel del Sel necesitarán el respaldo del centro-norte provincial, pero también el voto de Rosario...
—Tenemos tres estrategias territoriales definidas: una, en la capital provincial, junto a (el intendente) José Corral y al candidato a senador Emilio Jatón, quienes hicieron una muy buena elección, y mi postulación y la de Antonio Bonfatti para la Cámara baja. Esto nos permitirá cosechar muchos votos en la ciudad de Santa Fe. La otra es para el resto de la provincia, donde hay muy buenas expectativas con varios senadores, intendentes y presidentes comunales que realizaron buenas elecciones, al igual que Bonfatti. Hay un margen importante para achicar la diferencia. Luego está Rosario, el gran desafío y el más importante en lo personal. Porque no me sentiría feliz ganando la provincia sin los votos de la ciudad. A Luis Cándido Carballo le ocurrió lo mismo (en 1961): después de ser intendente fue electo gobernador sin lograr un triunfo en Rosario. Por eso, haré un gran esfuerzo para recuperar el voto de sus habitantes, que me conocen bien, al igual que mi obra a lo largo de ocho años de gestión. Una labor oscurecida por nubes tóxicas de violencia e inseguridad, pero que sigue estado allí. Además, me considero uno de los pocos dirigentes que, por entendimiento de la realidad, está en condiciones de despejar el cielo para que vuelva a salir el sol.
—¿La exigencia de medidas para revertir la inseguridad torna más pesada la mochila de campaña?
—Tengo un plan de acciones muy específicas para aplicar en el cortísimo plazo con la finalidad de retrotraer esa realidad. Hay que concretar un inmediato llamado a los tres poderes del Estado (Legislativo, Judicial y Ejecutivo) para unificar propuestas y encarar la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico. Una iniciativa que incluirá reformas de leyes y un ajuste en la estructura policial y la norma que la rige. Y, fundamentalmente, hay que alambrar la provincia. Evidentemente no existe una planificación nacional para frenar al narcotráfico, razón por la cual el próximo gobierno desarrollará una estrategia de blindaje del territorio santafesino, controlando exhaustivamente, con tecnología y recursos humanos acordes, los ingresos fluviales y terrestres. Si bien es una responsabilidad que no nos compete, frente a la vacancia hay que dar un paso adelante.
—Su rival directo afirma que se llegó tarde en la lucha contra el delito...
—La Argentina llegó tarde. Si queremos ser más precisos, el narcotráfico comenzó a instalarse en el país en la década del 90 por la ausencia de políticas nacionales. Obviamente, las provincias tuvimos que hacernos cargo de un problema que no nos correspondía, y Santa Fe es una de las más vulnerables por su situación geográfica. Pero la reacción fue contundente y no pueden pretenderse resultados rápidamente.
—Tras las Paso, la performance frentista en su bastión, Rosario, seguramente activó las alarmas...
—Obviamente, es algo que nos preocupa. Hicimos una elección por debajo de los resultados históricamente obtenidos. De todos modos, nos permitió ganar la ciudad pero con un margen muy ajustado. Hubo un voto que, en parte, fue al Frente Progresista, pero en lo local se repartió entre Mónica Fein y Pablo Javkin. Un mensaje de enojo, de disconformidad de buena parte de la ciudadanía con la inseguridad, pese a que hay obras como nunca antes, y que incluso no pude lograr durante mis mandatos, como las cloacas o la nueva estación de trenes en la zona sur de la ciudad. El malestar por la inseguridad es omnipresente, por eso les ofrezco a los rosarinos la posibilidad de que vuelvan a confiar en nosotros, porque siempre afrontamos los problemas.
—¿Hay tiempo suficiente para revertir los resultados de las primarias?
Creo que sí, que creceremos en votos en toda la provincia y mi expectativa es recuperar los de Rosario. Nos merecemos una oportunidad. Podemos haber cometido errores, no actuar con la efectividad que el ciudadano pretendía, pero siempre pusimos lo mejor, con honestidad y transparencia. Como lo hicimos con tantas otras cosas, demostraremos que se puede generar un modelo santafesino de seguridad exitoso.
—Más allá de la postal de unidad de días atrás, ¿hubo autocrítica en el Frente Progresista?
—Todos sentimos el resultado de las Paso. Algunos seguramente pensaban que podíamos tener una performance más cómoda. Si algo quedó demostrado en las primarias es que no estamos condenados al éxito. Si queremos ganar, habrá que pelearla, salir a buscar el voto y corregir no pocas cosas. Creo que vamos a ganar, sobre todo porque el santafesino no va a hipotecar el futuro de la provincia. Le pregunto a cualquier vecino: ¿si tuviera una empresa, a cuál de los candidatos se la confiaría?
—En medio del accidentado escrutinio provisorio no ocultó su malestar y hasta aludió a un funcionario que, finalmente, se fue del gobierno. ¿Hay garantías para que no vuelvan las sospechas en junio?
—Sí. Sería muy tonto incurrir en las mismas pavadas. Supongo que extremarán los recaudos para informar correctamente, sin problemas en el volcado de los datos. Aparte, el gobernador anunció la convocatoria de veedores. Como pienso ganar las elecciones, soy el más interesado en que no haya ningún manto de sospecha sobre el resultado de la votación.