Leonel Chiarella: "Queremos un radicalismo moderno, protagonista y cerca de la gente"
El intendente de Venado Tuerto señala sus objetivos como presidente nacional de la UCR, plantea la postura del partido sobre Milei y destaca el rol de Pullaro
Leonel Chiarella sostiene que la UCR “es un partido de gobierno” y tiene “hechos concretos para mostrar”.
Con 37 años recién cumplidos, Leonel Chiarella es un veterano de la política. Tras un paso por la militancia universitaria en la UNR, donde se recibió de abogado, fue concejal de Venado Tuerto, va por su segundo mandato como intendente de la ciudad y fue elegido presidente del comité nacional de la UCR. Su objetivo, plantea, es que “la Unión Cívica Radical sea un partido moderno, protagonista y cerca de la gente”.
Como titular de la UCR, Chiarella tendrá el gran desafío de amalgamar a las distintas tribus radicales y que el partido sea un actor relevante en la escena nacional, en un momento que en La Libertad Avanza domina el campo del no peronismo. En diálogo con La Capital, Chiarella sostiene que el radicalismo tiene que “dejar de hablar de rosca, de interna, y empezar a hablar de gestión”, señala las coincidencias y diferencias con el gobierno de Javier Milei y destaca el rol del gobernador Maximiliano Pullaro, su referente en la provincia y principal impulsor en el radicalismo nacional.
¿Qué significa en lo personal ser presidente nacional de la Unión Cívica Radical con apenas 37 años?
Para mí es un enorme orgullo. Presidir la Unión Cívica Radical de la República Argentina es un honor inmenso. Yo milito en la Juventud Radical desde los 15 años y hoy ocupar el lugar que ocuparon figuras como Raúl Alfonsín, Ricardo Balbín o Leandro Alem es una responsabilidad muy grande y muy linda. Algunos dicen que es agarrar una papa caliente. Para nosotros es la responsabilidad más hermosa que nos puede tocar en la vida política partidaria. La asumimos con mucho compromiso, con mucho trabajo por delante y con la convicción de dar lo mejor de nosotros para aportar nuestro granito de arena.
¿Cuáles son los principales objetivos para estos dos años?
El principal objetivo es llevar adelante un proceso para que la Unión Cívica Radical sea un partido moderno, protagonista y cerca de la gente. Queremos dejar de hablar de rosca, de interna, y empezar a hablar de gestión, de lo que hacemos todos los días desde los lugares donde gobernamos. La UCR es un partido de gobierno: gobernamos cinco provincias, tenemos más de 500 intendentes, legisladores locales, provinciales y nacionales. Tenemos mucho para mostrar. No son solo ideas: son hechos concretos. Para nosotros no robar es un valor, la honestidad es un valor, y lo demostramos en cada gestión. Cuando no hay corrupción, los recursos alcanzan para hacer obras. Creemos en el superávit y lo practicamos desde hace mucho tiempo, pero el superávit por sí solo no alcanza. Hay que tener superávit y hacer obra pública, garantizar educación, salud y seguridad. También creemos en el coraje. El coraje de Arturo Illia para enfrentar a las corporaciones, el de Alfonsín para enfrentar a los militares y el coraje actual para enfrentar al narcotráfico, como lo hace el gobernador Maximiliano Pullaro denunciando con nombre y apellido a los narcos.
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El radicalismo tiene hoy cinco gobernadores. Sin embargo, muchas veces cuesta articular posiciones comunes frente al gobierno nacional. ¿Por qué ocurre esa dispersión?
Hay un trabajo muy importante entre los cinco gobernadores, con diálogo y coordinación permanente. Obviamente hay temas que responden a realidades distintas de cada provincia, y es lógico que cada gobernador defienda los intereses de sus ciudadanos. Además, a ese trabajo conjunto se suman gobernadores de otras fuerzas políticas con una matriz de pensamiento similar hacia adelante, como Rogelio Frigerio o Ignacio Torres. Lo importante es que entre los gobernadores radicales hay diálogo, coordinación y una mirada común de futuro.
La relación con el gobierno de Milei
Viene a suceder a Martín Lousteau, que tuvo una postura muy crítica frente al gobierno y generó tensiones internas. ¿Habrá un cambio en la relación con el gobierno de Milei?
Nosotros miramos hacia adelante. El mensaje de la sociedad en las últimas elecciones fue claro: no volver atrás. El kirchnerismo es un ciclo agotado, que le hizo mucho daño a la Argentina y cuyo principal exponente, Cristina Fernández de Kirchner, está presa por corrupción. Lo que tenemos para aportar es sentido común. Sentido común es poder decir: en esto estamos de acuerdo, en esto no, y en esto creemos que se puede mejorar. En un contexto de tanta grieta, de grito y agresión permanente, esa es una postura racional y muy representativa de la sociedad. No estar de acuerdo en algo no te convierte en enemigo ni te pone de un lado u otro. Tenemos que superar la grieta, que tanto daño le hace al país.
Si tuviera que dar un ejemplo concreto de esas tres categorías: acuerdo, desacuerdo y mejora posible, ¿cuáles mencionaría?
Coincidimos en que hay que gastar menos de lo que se recauda. Eso no es ideológico, es sentido común, y lo practicamos desde hace años en municipios y provincias. No estamos de acuerdo cuando no se respetan leyes votadas por el Congreso, como la de financiamiento educativo universitario, la emergencia en discapacidad o la emergencia pediátrica. Creemos en el acompañamiento del Estado a las personas con discapacidad, en el funcionamiento del Garrahan y en el enorme poder transformador de la universidad pública. Y creemos que hay cosas para mejorar, como la infraestructura. No hay ciudad, provincia ni país que se desarrolle sin rutas, puertos, aeropuertos. Esa es nuestra mirada y nuestro aporte.
En la última sesión de Diputados se aprobó el presupuesto en general, pero el gobierno perdió artículos clave. ¿Ve al oficialismo demasiado cerrado al diálogo?
Creemos en el diálogo y el consenso porque lo ejercemos permanentemente. Es necesario que el gobierno tenga presupuesto, porque es la herramienta para planificar y también para que la oposición controle y limite la discrecionalidad. Pero ese presupuesto debe respetar las leyes vigentes, el federalismo y las obras necesarias en cada provincia. Mirá lo que pasó hace pocos días en Chile: el presidente saliente y el entrante, uno de izquierda y otro de derecha, dialogando con total normalidad. Eso es democracia, convivencia política. Para nosotros eso es lo normal. No es normal imponer las cosas ni aprobar cargos a las tres de la mañana sin que estén en el orden del día. Eso no le hace bien a la Argentina y lo dijimos públicamente.
El camino de la UCR rumbo al 2027
Habla de un radicalismo moderno. ¿Qué tiene hoy la UCR para ofrecerle a los jóvenes?
Gestión y soluciones concretas. Resolver problemas desde los lugares de poder. Hay muchos intendentes, concejales, legisladores y gobernadores jóvenes en el radicalismo, como el caso de Pullaro y Juan Pablo Valdés. Cuando empecemos a hablar de los problemas reales de los jóvenes y de cómo los estamos enfrentando desde la gestión, vamos a mejorar el vínculo con la sociedad. Mostrar que se puede gobernar con honestidad, eficiencia, coraje y una mirada de desarrollo productivo e infraestructura. Durante mucho tiempo el partido habló más de interna y cargos que de los problemas reales de la gente. Eso es lo que queremos cambiar.
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Le va a tocar atravesar el ciclo 2026-2027, con definiciones electorales importantes. Algunos piensan en Provincias Unidas, otros en un nuevo Juntos por el Cambio. ¿Dónde imagina al radicalismo en ese escenario?
Falta mucho para eso. Primero viene un 2026 de mucho trabajo, de recorrida, militancia y cercanía con la gente. Eso tiene que fortalecer al partido y recién en 2027 se tomarán las decisiones que correspondan.No ponemos el carro delante del caballo.
¿Uno de los objetivos es que el radicalismo vuelva a tener un candidato a presidente, como no ocurrió en las últimas elecciones?
Ese es un deseo y un objetivo, pero primero hay que trabajar.
La referencia de Maximiliano Pullaro
¿Qué representa para usted y para el radicalismo el liderazgo de Pullaro?
En lo personal estoy muy agradecido por su respaldo. Maxi representa coraje para enfrentar el narcotráfico, una gestión honesta y austera, y una mirada clara sobre desarrollo productivo e infraestructura. El modelo de Santa Fe es mirado por todo el país, como también los de Mendoza, Corrientes, Chaco o Jujuy. A través de nuestros gobernadores y más de 500 intendentes, el radicalismo demuestra que es un partido de gobierno.
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La presidencia del partido implica recorrer todo el país. ¿Cómo va a compatibilizar ese rol con la Intendencia de Venado Tuerto?
La Intendencia es una prioridad porque la gente me eligió para gobernar la ciudad. Tenemos un gran equipo, un método de planificación y seguimiento que permite que las cosas funcionen. Todo va a seguir sobre rieles en Venado Tuerto, con un esfuerzo adicional para presidir la UCR, donde también hay un gran equipo y una mesa directiva con funciones bien repartidas.
En el radicalismo muchos lo ven como un dirigente con proyección. ¿Dónde se ve de acá a diez años?
Trabajo día a día. Después, Dios y la organización a la que pertenezco dirán dónde estaré. Yo me concentro en el presente y en los desafíos de cada día.
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