"La Vigil es nuestra…no nos han vencido". La frase, acompañada por el aplauso de unas 70 personas, dio cierre el sábado al recorrido guiado por la biblioteca que fue señalizada como "Sitio de la Memoria" del Terrorismo de Estado en 2015 por el "genocidio cultural" a la que fue sometida. Eran poco más de las 13 y habían pasado tres horas de una visita que arrancó puntualmente a las 10 en Alem 3078 y que fue generosamente guiada y estrictamente documentada por Natalia García y Carolina Zoppi.
En la cálida mañana de sábado las puertas de la Biblioteca Popular Vigil volvieron a abrirse al público, en esta ocasión en forma excepcional _ya que las convocatorias son los últimos sábados de cada mes_ como parte de las actividades preparatorias por el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia.
El público fue muy heterogéneo y esa mixtura generacional, que reunió a pibas y pibes con adultos, algunos de ellos ex alumnos de la Vigil, fue dándole matices a la historia durante el recorrido por el edificio de Alem y Gaboto. Algunos jóvenes pudieron hojear por primera vez los libros editados por la "Editorial Biblioteca" y otros, emocionarse en la proyección de fotos al encontrar familiares que trabajaron en la institución como docentes, bibliotecarios, cuidadores en la Guardería y el Centro Materno Infantil, como personal especializado en el Museo de Ciencias Naturales, en el Observatorio Astronómico, en la Universidad Popular o en la Caja de Ayuda Mutua, entre tantas actividades que desarrolló la Vigil en el corazón del barrio Tablada y Villa Manuelita.
Cada cual a su tono y a su tiempo los que fueron parte de la visita repasaron un pedacito de la historia de una de las experiencias pedagógicas y de construcción social más importantes de Rosario, esa que la dictadura buscó borrar a fuerza de sangre y fuego.
Entre mates, risas y mucho respeto por el espacio, el grupo comenzó el recorrido por el edificio del servicio bibliotecario. Allí se proyectó un video con la historia que arrancó en 1944 cuando en la vecinal del barrio obrero se inauguró una modesta biblioteca que tres décadas más tarde era un complejo que tenía más de 650 empleados, 3.000 alumnos en escuelas formales y no formales y aproximadamente 20 mil socios.
Para dar cuenta del genocidio cultural al que fue sometido el proyecto basta recordar el "odio clasista" que lo motivaba. "Cuando llegaron los militares, uno se acercó a los instrumentos que había y dijo: Si los negritos quieren tocar el piano, que se lo compren", para luego destruir todo a su paso, recordó García entre tantas nefastas anécdotas.
De los más de 80 mil libros que tenía la Biblioteca, apenas se lograron recuperar unos 30 mil, dijo la experimentada guía que además es autora del libro "El caso Vigil" destacando el simbolismo del número. Y recordó el fatídico viernes 25 de febrero de 1977 cuando camiones del Ejército y de la policía provincial rodearon el edificio y con el genocida Agustín Feced a la cabeza y un grupo de civiles, tomaron posesión del complejo.
Atentos a cada detalle del relato, ayer todos recorrieron una parte de la biblioteca donde se conservan revistas que lograron sobrevivir a la feroz garra de la dictadura y que ahora está en proceso de rearmado. Y llegaron a la azotea donde se encuentran los vestigios de lo que fue el Observatorio Astronómico que llegó a tener la tecnología más desarrollada del país y la región con una lente de la que sólo había tres en el mundo y que también fue saqueada por los militares.
Más historias, repasos, preguntas, muchas fotos y paredes pobladas de imágenes de los desaparecidos de La Vigil, entre los que se encuentran socios y trabajadores de la institución que refuerzan a cada paso la lucha por la memoria. La institución es querellante en la causa que se tramita por los delitos económicos cometidos contra la biblioteca, en el marco de los crímenes de lesa humanidad.
Ya casi sobre el tramo final del recorrido, la visita al fenomenal teatro adquiere otro tono cuando las guías conducen al subsuelo, ideado como un espacio en espejo con las mismas dimensiones que la planta superior que fue pensado para los ensayos y que quedó trunco con la llegada de la dictadura.
Allí las emociones se hacen un nudo en la garganta. Humedad, un viejo auto de origen desconocido de la década del 70 presuntamente abandonado por los militares, escombros y los vestigios de una intervención criminal y genocida, aún persisten al paso del tiempo.╠
Pero de ese subsuelo se puede salir, como lo pudo hacer la Biblioteca Vigil, que logró recién en 2018 volver a reescriturar a su nombre los bienes muebles e inmuebles que le restituyó la provincia en 2013. Hoy es una organización recuperada por la tozudez de vecinos, asociados, ex alumnos y ex directivos que quieren devolverle su vínculo con la sociedad.
A través de numerosos talleres, actividades culturales, la editorial y también la famosa rifa que en los años 70 fue un ícono de la ciudad y el país y el motor económico del proyecto, vuelve a abrir sus puertas, como lo hizo este sábado, para todas y todos. Porque como ocurrió ayer, al cierre de la visita y mientras se sacaba una foto grupal, el grito sigue vivo: ¡La Vigil, presente…ahora, y siempre!!.
Para interiorizarse de las actividades de La Vigil se puede enviar un correo a [email protected]