La mañana del viernes 1º de octubre dos cadáveres aparecieron en un camino rural en el limite entre Rosario y Pérez. Con el paso de las horas se supo que se trataba de dos jóvenes, de 18 y 22 años, que habían sido asesinados a balazos la noche anterior en ese mismo lugar. En este punto del oeste extremo de la ciudad en lo que va de 2021 fueron hallados los cuerpos de cuatro personas asesinadas del mismo modo. En los años anteriores hubo otros casos que reúnen al menos 7 historias violentas con esa ubicación como punto en común.
El cruce de las avenidas Las Palmeras y Uriburu es el último tramo de pavimento del oeste rosarino. Hacia el sur comienzan caminos de tierra que conducen a quintas, campos y otras calles mediante las cuales se puede llegar a localidades como Pérez o Soldini. En ese paisaje abundan los cañaverales, las plantaciones de frutos y pastizales abultados que angostan los caminos. No hay alumbrado público, por lo cual por las noches el ciclo de la luz natural envuelve a ese sector en la oscuridad total.
El movimiento de vecinos y trabajadores es escaso en la profundidad de los caminos, donde ya no circulan tantos camiones como sí ocurre en los últimos tramos de Uriburu. A esto se le suma la ausencia total de cámaras de vigilancia. Esas características convirtieron a este punto geográfico de la ciudad en escenario ideal para cometer asesinatos o arrojar cadáveres.
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Celina Mutti Lovera
Cuando ocurren estos hechos para los investigadores no es una tarea fácil encontrar testigos que puedan suplir la ausencia de registros de las cámaras de vigilancia. El esclarecimiento de estos casos dependerá, en buena parte, de las historias que las propias víctimas dejaron escritas, con sus vínculos o antecedentes, antes de ser asesinadas.
"Mi hijo no tenía problemas con nadie", dijo Ramón Molina,conmocionado, después de que identificaran a su hijo Brian, de 22 años, como uno de los dos cadáveres hallados la mañana del viernes pasado en uno de aquellos caminos del extremo oeste. El otro chico, Dylan Joaquín Valenti, tenía 18 años. Eran amigos y fueron asesinados a balazos en ese lugar, donde también quedó abandonado y con las puertas abiertas el auto del padre de Molina, en el que el chico había salido al anochecer del jueves. En la escena del crimen se halló un cartel con una leyenda: "Con la mafia no se jode".
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"Estas personas llegaron a este lugar con el vehículo de uno de ellos. Las víctimas recibieron disparos a corta distancia", dijo sobre el caso el fiscal Alejandro Ferlazzo, quien indicó que se va a investigar la pista del cartel con la amenaza, una frase que ya se ha utilizado en crímenes ligados a disputas narco.
Un chico de Empalme Graneros
El doble crimen de Valenti y Molina se inscribe en un contexto de violencia que mantuvo altas las cifras de homicidios durante 2021 pero sobre todo en septiembre, mes en el que se registraron 28 crímenes de un total de 176 en lo que va del año. De todos ellos hubo dos más que ocurrieron, o tuvieron su punto cúlmine, en la zona de Uriburu y Las Palmeras.
El 5 de abril pasado Mirta Gómez miraba el noticiero en la televisión de su casa cuando vio el móvil en directo desde aquel camino rural. Las cámaras enfocaban el cadáver de un joven que había sido asesinado a balazos pero que no había sido identificado. Al día siguiente la mujer volvió a ver en el informativo televisivo la actualización del caso y entonces tuvo un presentimiento.
"Vi un pedacito de la ropa porque mucho no enfocaron. No sé qué me agarró, un presentimiento de madre. Empecé a llorar, mi nena me preguntó qué me pasaba y le dije que su hermano no había vuelto porque era ese chico que estaba ahí", contó Mirta a La Capital. Esa sensación la llevó al Instituto Médico Legal, donde le confirmaron que el cadáver era de su hijo: Alejo Bravo, de 19 años y apodado Pipi.
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Sebastián Suárez Meccia
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El chico tenía tres disparos en el cuerpo. Con la poca información recabada por los peritos en el lugar del hecho se supo que Alejo no había sido asesinado donde encontraron su cadáver, sino que hasta ahí habían ido a arrojarlo. Los médicos confirmaron como hora del fallecimiento las 15.15 del 5 de abril, 45 minutos después de que el chico saliera de su casa de Jacques al 900 bis, barrio Empalme Graneros.
Mirta contó que su hijo tenía causas en un Juzgado de Menores por robo y agresiones y que en ese contexto había forjado un vínculo conflictivo con la policía del barrio Empalme Graneros. Ya mayor de edad había estado unos meses detenido en la cárcel de Piñero y había sido investigado por la participación en un homicidio ocurrido en noviembre de 2020. Sin embargo, después de ser detenido, quedó desvinculado de ese hecho por falta de pruebas. Los meses pasaron y Mirta continúa sin saber quiénes y por qué mataron a su hijo.
Varios casos más en la misma zona
A Miguel Ángel "Rulo" Giupponi, de 35 años, lo asesinaron a balazos el 13 de febrero de 2021. Su cadáver fue hallado por vecinos del barrio El Fachinal, también en la zona de Uriburu y Las Palmeras. El hombre estaba en el foco de investigaciones que lo habían identificado como vendedor de drogas en la zona de Colombres y Rivarola. A su vez tenía antecedentes por robo calificado y su nombre había aparecido en la investigación por el homicidio de un hombre del barrio Santa Lucía con el que había tenido problemas.
El 24 de noviembre de 2018 en la misma zona rural fue hallado el cuerpo calcinado de un hombre que también tenía tres disparos en la espalda y uno en la cabeza. Dos días después fue identificado como Marco Antonio García, de 44 años.
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El 27 de octubre de 2015 el llamado de un vecino al 911 alertó la presencia de una persona tirada al costado del camino de Las Palmeras casi en el cruce con Uriburu. Al llegar la policía se constató que se trataba de un hombre que había sido asesinado con un disparo en la cabeza entre 12 y 20 horas antes de ser hallado. Dos días más tarde, y luego de que nadie fuera a reclamar el cuerpo, la víctima fue identificada como Nahuel Jonatan Callejas, de 19 años. Tenía varios antecedentes por robo calificado, lesiones y amenazas.
El 15 de abril de 2015 fue hallado el cadáver de un joven en el mismo punto. Estaba en estado avanzado de descomposición y en ese momento los peritos no pudieron establecer ni la identidad de la víctima ni las causas de la muerte. Luego fue identificado como Agustín Manuel Barea, de 25 años, y se constató que su cuerpo tenía disparos de arma de fuego.