A pesar de vivir en una cuadra de Villa Manuelita acostumbrada al ruido de los disparos, Josefa Estela Retamozo no se resignaba a abandonar los hábitos que había mantenido toda su vida. Sí tenía ciertos cuidados, como todo el vecindario de calle Spiro entre Grandoli y la barranca, a partir de los cambios que se dieron en los últimos años por las broncas entre bandas de la zona que se disputan con violencia la venta al menudeo de drogas. En ese contexto, tomar mates en la puerta de su casa era una actividad que esta mujer de 63 años mantenía casi a diario. Este martes al anochecer estaba a punto de entrar a su casa para mirar al noticiero cuando quedó en medio de un ataque a balazos dirigido a otra persona. Intentó escabullirse, pero una bala que rebotó en la pared la alcanzó por la espalda y le generó una hemorragia interna que le provocó la muerte. Los vecinos hablan de una bronca sostenida en el tiempo, pero que tuvo una antesala en el doble crimen ocurrido el domingo, a pocas cuadras de allí, en el bajo Ayolas y la colectora de Circunvalación.
Josefa Retamozo tenía dos hijos, se había jubilado tiempo atrás después de trabajar como portera en un edificio del centro. En estos tiempos una de sus costumbres era sentarse con su marido a tomar mates en la puerta de su casa de Spiro y Cepeda. En eso estaban este martes al anochecer cuando, pasadas las 20, cuando quedaron en medio de un ataque a balazos. No es la primera vez que sucede un hecho así en ese lugar, por lo cual entre el desconsuelo de los vecinos aparece también el disgusto por la ausencia total de prevención cuando la dinámica de los hechos violentos es siempre tan similar.
Los dos se aprontaban a entrar a la casa para ver el noticiero local, como cada noche, cuando vieron un auto oscuro que se acercaba por Spiro desde Schmild, la calle que da a la barranca desde la cual se ve la Circunvalación y más allá el puerto y el río Paraná. Con el cuidado típico de los vecinos de este tipo de zonas, acostumbrados a encender alertas cuando ven autos desconocidos circulando a baja velocidad, se apresuraron a ingresar. Pero Josefa, que caminaba con dificultad por un problema en sus piernas, no alcanzó a refugiarse. Una bala que rebotó en la fachada de su casa le impactó en la espalda y le generó una herida de gravedad por la que murió unos minutos después en el Hospital Roque Sáenz Peña.
"Le tiraron a uno de los pibes que vende acá atrás. Se escucharon dos disparos y a ella le pegó de rebote y cayó en la puerta", contó a La Capital un vecino de la cuadra. Hacía referencia al pasillo que nace a metros de la casa de Josefa, el cual tiene una pintada azul que dice "los pibes de Spiro". En esa descripción, y en los antecedentes de hechos violentos ocurridos en los 300 metros que tiene Spiro desde Schmild hasta Grandoli, se explica el contexto social en el que ocurrió la muerte de Josefa. En los pasillos que nacen desde Spiro hacia el norte, y llegan hasta Seguí o Convención, son frecuentes los movimientos de vendedores de drogas al menudeo. Tan habituales como los balazos con los que se mantienen las disputas con otros transeros de la zona.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
A unos 500 metros de ahí, en la zona del bajo Ayolas y la colectora de la Circunvalación, el pasado domingo fueron asesinados dos hombres que pertenecen a una familia ligada al narcomenudeo. A César Luis Pucheta, de 40 años, y a su cuñado Gregorio Benítez, de 37, los mataron a balazos dos hombres que ingresaron por la fuerza a una vivienda de la familia. Este miércoles en calle Spiro se comentaba que el ataque a balazos que acabó con la vida de Josefa pudo ser una represalia de aquel hecho.
Zona de venta
La descripción de los vecinos sobre lo que ocurre en ese sector de Villa Manuelita en relación a la venta de drogas es tan compleja como la que se desprende de algunas investigaciones policiales y judiciales. Los nombres de distintos vendedores, así como de referentes de renombre que serían sus líderes, se entrecruzan en entramados en los que no queda claro si los hechos violentos corresponden a disputas internas o entre competencias.
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En la zona del bajo Ayolas hay integrantes de la familia Pucheta que están detenidos y ligados a gente de peso. Leonardo Pucheta cayó tras ser acusado de administración fraudulenta por el manejo de las cajas de alimentos del Plan Cuidar de la Municipalidad de Rosario que habían sido secuestradas en un allanamiento a la casa del fundador de Los Monos, Ariel Máximo "Viejo" Cantero. Pucheta, titular de una asociación civil que era destinataria de las cajas, fue considerado parte de la asociación ilícita de la que el Viejo fue imputado como líder en mayo pasado. Otro de los Pucheta, José Damián, de 24 años, está condenado a prisión perpetua por un doble homicidio, en cuya investigación se lo consideró parte de un grupo que también tiene una referencia histórica con los Cantero y a su vez estaba enfrentado a los clanes Funes-Ungaro. Y un tercer Pucheta, Joel, está condenado por la Justicia Federal por narcotráfico como parte de una banda que tenía como líder a Máximo Ariel "Guille" Cantero.
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Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
A 500 metros de ahí, ya en calle Spiro, hay puntos de ventas de droga que investigaciones de 2020, a partir de denuncias vecinales, ligaban a un hombre llamado Gastón F. y apodado "Cara de Papa". Esta persona, según dichas denuncias, administraba la venta al menudeo junto a su pareja Silvana V., también conocida como Marisol. Los rumores decían que respondían a René Ungaro, quien desde hace años maneja -desde los distintos lugares de detención por los que pasó- los hilos de bandas de transeros de los barrios Tablada y Parque del Mercado.
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Sin embargo, en agosto pasado, "Cara de Papa" y su pareja fueron imputados como miembros de la asociación ilícita liderada por el "Viejo" Cantero. El fiscal Franco Carbone los acuso de administrar en el territorio, mediante parientes en libertad, la venta de drogas que conseguían a través de Nelson "Pandu" Aguirre, otro de los imputados de peso en la banda del "Viejo".
En la audiencia imputativa a "Cara de Papa" aparece un chat que mantuvo con Silvana V. Ella le dice: "Voy a hablar así vendo para los Cantero acá. Voy a poner mi casa para hacer plata". Un ejemplo de cómo puede perderse el carácter lineal de las disputas callejeras, que no siempre se dan entre grupos antagónicos, sino que también están sujetas a reacomodamientos internos o broncas esporádicas. Sí queda claro que quienes quedan expuestos a la violencia son los que sostienen el último eslabón del narcomenudeo, cuyas estructuras superiores -desde las encargadas del abastecimiento- se desdibujan también en las investigaciones judiciales.
Spiro y sus muertos
"Siempre vemos que tiran y matan gente del palo de ellos, no a gente como Josefa", dijo este miércoles un vecino de calle Spiro para dar cuenta que los hechos violentos en la zona son frecuentes desde hace años. "Nos estamos acostumbrando a vivir así. Son las 9 de la mañana, o las tres de la tarde, y se escuchan tiros, ya no esperan a la noche. No puede ser que nadie haga nada con esto, si todos sabemos cómo se manejan", agregó.
Más allá de las balaceras habituales que narran los vecinos, el último homicidio sobre Spiro fue en julio pasado. Pablo Andrés Cabrera, un albañil de 43 años, fue asesinado a balazos dentro de su casa ubicada en el interior de uno de los pasillos que nace en Spiro al 300. Al menos dos hombres que habían bajado de un auto se metieron a la casa de Cabrera y lo acribillaron a corta distancia, generándole más de 20 heridas de bala, según constató un médico.
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Pablo Andrés Cabrera, de 43 años, fue asesinado en el ingreso de su casa, ubicada en un pasillo de Spiro al 300 bis.
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En agosto de 2021 había ocurrido otro homicidio en esa cuadra. Alexis Oscar González, de 19 años, estaba en la puerta de su casa con un amigo cuando fueron atacados a tiros. Los agresores fueron dos, se movían en una moto y uno de ellos desenfundó, apuntó y gatilló. Los chicos fueron trasladados por familiares al Hospital Provincial. González falleció producto de las heridas y su amigo quedó internado con pronóstico reservado, según detallaron por heridas de bala en el pecho.
"Los chicos estaban acá, pasaron en moto y tiraron. Son todos pibes vecinos que se juntan acá a tomar algo. Ale era un pibe sano, no tenía problemas con nadie", contó a La Capital una vecina de la cuadra en esa ocasión. Tiempo después, sus allegados pintaron la cara de Alexis en una pared de la cuadra. "Dios nos da memoria para nunca olvidar a quien amamos", es la leyenda que acompaña la imagen.