Las versiones oficiales sobre el homicidio de Gonzalo Sebastián Contreras, el adolescente de 16 años asesinado a balazos en una casa abandonada del barrio Ludueña, indican que el hecho ocurrió entre las 22 y las 23 del domingo. Los vecinos, en cambio, aseguran que fue pasadas las 19.30. Que se sintieron los balazos pero que nadie se acercó allí hasta pasadas algunas horas. "Murió solo ahí adentro", contó una mujer. La policía notificó que la víctima tenía una pistola en su poder y en el vecindario describieron al lugar donde ocurrió el hecho como un aguantadero y punto de venta de drogas.
Desde la Fiscalía indicaron que el crimen de Gonzalo Contreras ocurrió aproximadamente a las 23, en una casa de pasaje Rafaela al 6000. Que personal de Gendarmería patrullaba la zona cuando vieron a la víctima herida en el interior de la vivienda y que se comunicaron con el Sies, cuyos médicos llegaron al lugar al cabo de unos minutos para confirmar el fallecimiento del chico. Tenía al menos 11 heridas de arma de fuego.
En tanto, el gabinete criminalístico de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) halló en la escena del hecho nueve vainas servidas calibre 9 milímetros. Además informaron que la víctima tenía una pistola calibre .380 y un cargador con 14 cartuchos. Todo quedó a disposición del fiscal Alejandro Ferlazzo, de la Unidad de Homicidios, a cargo de la investigación del caso.
Aguantadero
El pasaje Rafaela a la altura 6000 se encuentra entre las calles Garzón, Magallanes y Casilda, un tramo paralelo a las vías del tren que funcionan como una suerte de límite dentro del mismo barrio. Se trata de uno de los sectores de Ludueña donde más se destaca el contraste entre casas de material y viviendas precarias, un panorama de la pobreza estructural acentuado también por la basura que se deposita sobre las vías. En ese marco hay casas que por distintos motivos quedan abandonadas, como confirmaron este lunes los vecinos en relación al lugar donde Contreras fue asesinado.
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Foto: Héctor Río / La Capital
En esa casa vivía una mujer que falleció hace unos años. Tiempo después fue usurpada por un grupo que la utilizó como aguantadero y punto de venta de drogas. Actividad que, según el relato de los vecinos, se había interrumpido hace unos dos meses. Pero llegado el fin de semana volvieron los movimientos y en en se contexto habían visto a Gonzalo Contreras junto a una chica y a otras personas.
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Entre las versiones barriales sobre el homicidio del domingo al anochecer hay una que indica un aviso como antesala del ataque. En el barrio cuentan que dos jóvenes llegaron en moto al lugar y le preguntaron a una joven que pasaba por allí si en esa casa se seguía vendiendo droga. Ante la respuesta esquiva los individuos dejaron en claro que no preguntaban por curiosidad, sino que sabían que en esa casa se estaba vendiendo y entonces dieron el aviso: que para cuando cayera la noche no quedara nadie en la calle porque iban a volver a sacar a los presuntos transeros.
Cerca de las 19.30 los vecinos escucharon una seguidilla de disparos. "Cuando salimos no había ni un alma, nadie fue a ver quién era. Como a la hora vino la Gendarmería. Ese pibe murió solo ahí adentro", contó una vecina que habló con La Capital. Y así fue: cuando los médicos llegaron al lugar constataron que el chico estaba muerto y que tenía al menos once balazos en distintas partes del cuerpo.
Menores
Los barrios linderos Ludueña, Industrial y Empalme Graneros fueron durante 2022 escenarios de una disputa muy violenta entre dos bandas dedicadas al narcomenudeo y a las extorsiones. Ambas fueron parcialmente desarticuladas por investigaciones de la Justicia provincial que decantaron en imputaciones por asociaciones ilícitas organizadas desde las cárceles por quienes fueron sindicados como jefes. De un lado la que para la Justicia tenía como líderes a Mauro Gerez, Andy Benítez, Julián Aguirre y Matías César, que respondería a Los Monos. Del otro, la que tiene a la cabeza a Francisco "Fran" Riquelme como hombre de confianza de Esteban Alvarado.
Al menos 30 homicidios de los ocurridos el año pasado son investigados como parte de esa bronca, que en lo que va de 2023 acumuló nuevos crímenes. Incluso, ya por fuera de esa disputa, hubo personas asesinadas en el marco de reacomodamientos internos en una de estas bandas.
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La investigación del fiscal Pablo Socca, de la Unidad de Balaceras, a la banda de Gerez y compañía puso sobre la mesa una de las características más complejas de la problemática de la violencia callejera: los menores de edad que participan en grupos criminales. Sobre esta banda en particular el funcionario identificó al menos a dos chicos de 14 años y uno de 17 como integrantes. En aquella acusación el fiscal sostuvo que Gerez reclutaba pibes "aprovechando su condición de referente criminal en Ludueña".
En el barrio Ludueña los vecinos observan esta problemática. "Los atraen con dinero, con droga y con poder. Pero eso es porque hay gente que los usa, porque saben que son menores", sostuvo un hombre. "Ellos también lo eligen, pero el tema es que se meten en problemas sin medir las consecuencias", agregó. Sobre Gonzalo Contreras aseguraron que tenía vínculos con los menores identificados como parte del grupo de Gerez y que en ese marco el crimen pudo ser parte de una bronca reciente que esta persona tiene con un antiguo aliado.
Ludueña tiene una particularidad que lo diferencia de otros territorios también afectados por la violencia callejera. Es uno de los barrios con más presencia de militancia social y eclesial de base, una tradición que comenzó a fines de la década del 60 con la llegada del cura de base Edgardo Montaldo. A partir de su trabajo social fueron naciendo en los últimos años decenas de organizaciones sostenidas por vecinos militantes que coordinan con distintas áreas del Estado para intentar sobrellevar las dificultades que afectan a su población.
En ese contexto los vecinos de Ludueña tienen una lectura propia de lo que ocurre en sus calles. Los más históricos vieron crecer allí por ejemplo a Mauro Gerez o Ramón "Monchi" Machuca, considerados por la Justicia como líderes de organizaciones criminales pero recordados en el barrio cuando de pibes iban a alimentarse a los comedores comunitarios. Lo mismo sucede con los chicos que son asesinados: sobre ellos recuerdan su paso por la escuela del barrio o su vínculo con alguna organización, así como también su acercamiento a alguna actividad delictiva. Lo que queda es la intención de contener esa situación social más allá de los pormenores de cada historia, hasta que se va de las manos y se hace imposible. Este lunes por la mañana eran las organizaciones sociales las que acompañaban a los allegados de Gonzalo Contreras para conseguir un lugar y el dinero para poder velarlo.