El fiscal federal Federico Reynares Solari requirió una pena de 18 años de prisión para Ariel Máximo "Guille" Cantero como jefe organizador de una red de narcotráfico que lideraba desde la cárcel de Piñero y cuya actividad fue acreditada, según su planteo, entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015.
Por el mismo delito, pidió idéntica condena contra Jorge Emanuel "Ema" Chamorro, a quien consideró su principal cómplice, aunque para definir el monto de la sanción agregó la pena relacionada a otra causa que el imputado arrastraba desde 2012, cuando se le encontraron estupefacientes en una vivienda de Pasco 60 bis, en barrio La Siberia.
Reynares Solari también solicitó una condena de 9 años de prisión para Patricia Celestina Contreras, la madre de Guille Cantero, a quien atribuyó un rol relevante en la comercialización de drogas que era actividad de la red.
Estos pedidos de condena son los primeros que miembros de la llamada banda de Los Monos reciben en una causa por narcotráfico que se les sigue en Rosario. Por los mismos delitos el fiscal pidió doce años de prisión para Vanesa Barrios y Jésica Lloan, parejas de Guille Cantero y Ema Chamorro respectivamente.
Cuatro de los señalados como abastecedores de cocaína o marihuana para la banda recibieron distintos pedidos de pena. El fiscal requirió 11 años y 6 meses para Diego Fabián Cuello, a quien se le encontraron casi 5 kilos de cocaína pura en su casa de Dorrego al 100; 9 años y 6 meses para Horacio Castagno, acusado de controlar un laboratorio de fabricación de cocaína en un departamento de Corrientes al 1900; 9 años para Alejandro Flores, también considerado abastecedor.
Por los delitos de transporte de estupefacientes, el fiscal requirió 14 años para Elías Sánchez, quien trasladaba 400 kilos de marihuana desde Corrientes que fueron interceptados en un camión que conducía en Santa Sylvina, Chaco. Por este mismo hecho pidió 10 años de prisión para Luis Pedro Peñalba, un hombre de Ibarlucea al que se le atribuye la logística para el traslado de este cargamento de marihuana localizado en una ruta chaqueña.
El alegato de Reyares Solari insumió toda la jornada de hoy del juicio. El fiscal pidió la absolución por falta de evidencia suficiente para cinco de los 39 juzgados. Para mañana se espera el inicio de la exposición de las defensas. La sentencia se conocería los primeros días de diciembre.
La trama que desbarató la banda
Todo empezó el 18 de noviembre de 2014. Esa tarde tres efectivos de Drogas Peligrosas de la Policía Federal de Rosario se llegaron hasta Laprida y Chávez, en el extremo sur de la ciudad, por una denuncia telefónica que indicaba que en un pasillo seguía activo un quiosco de drogas muy modesto que solía controlar un personaje del narcomenudeo conocido como "el sordo Juan" y que había sido allanado años antes. Los vigilantes que llegaron de civil no entraron al corredor pero notaron a los que reponían mercadería y les pareció reconocer a uno. Tras informarlo a la Justicia federal, los autorizaron a seguirlos.
Los policías ignoraban que en sus manos estaba la punta del hilo de un acontecimiento inédito. Esa investigación terminó desembocando en el juicio en el que, desde el jueves 20 de septiembre, la llamada banda de Los Monos debió sentarse en el banquillo de los acusados (los cabecillas lo siguieron a través de videoconferencias desde los lugares donde están presos por otra causa) por primera vez en Rosario por cargos de narcotráfico.
No es que los 39 acusados que están en la causa estén enrolados en la organización surgida hace 20 años en barrio La Granada, pero, según la pesquisa, todos ellos forman parte de una red de comercio de drogas. En este juicio sentaron en el banquillo a los organizadores, abastecedores mayoristas, cocineros de cocaína, proveedores minoristas, embaladores de mercancía, vendedores en búnkeres y encargados de seguridad.
Para la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) y la Fiscalía Federal 3 todas estas personas están unidas por relaciones —acreditadas en escuchas telefónicas, seguimientos y filmaciones— que prueban la pertenencia a un mismo grupo.
Este juicio, que comenzó el 20 de septiembre, es un acontecimiento histórico porque pese a la reiterada evidencia de las actividades de narcomenudeo de la familia Cantero, cabeza de la banda de Los Monos, la Justicia Federal de Rosario nunca llevó a ninguno de sus miembros a juicio. En 1999 uno de los históricos líderes del clan, Máximo Ariel "Viejo" Cantero, fue interceptado en Itatí llevando en un auto 76 kilos de marihuana y condenado en 2001 por la Justicia Federal de Corrientes.
Ya desde entonces el grupo fue señalado por reiterados hechos vinculados a tráfico de drogas. Pero jamás la esfera federal local, hasta ese momento, había avanzado en las investigaciones.
Todo quedaba en familia
Los policías apostados en Laprida y Chávez aquella tarde de 2014 fueron detrás de un hombre que contaba con el apoyo de otros que oficiaban de soldaditos. Ese seguimiento les permitió ubicar el punto de acopio de drogas en Platón al 1400, en el corazón de barrio Las Flores, donde reside una familia de apellido Reyna, parientes cosanguíneos de los Cantero.
Con esa confirmación vinieron las intercepciones a los primeros teléfonos. Y de allí la sorpresa: toda la trama logística de la empresa criminal, dicen los fiscales, provenía de dos celulares que estaban dentro de la cárcel de Piñero.
Los dueños de esos teléfonos fueron juzgados en esta instancia como los jefes de la banda. Son Ariel Máximo "Guille" Cantero y Jorge Emanuel "Ema" Chamorro. En el mismo escalón que ellos están imputadas sus esposas, Vanesa Barrios y Jésica Lloan, respectivamente.