No parece haber respiro para los vecinos de barrio Ludueña que viven en las inmediaciones de la plaza Pocho Lepratti. Este lunes poco antes de las 20 dos hombres en moto pasaron por delante de una casa ubicada Gandhi al 5500 y dispararon con calibre 9 milímetros impacto en la cabeza de Alexis Nicolás C., de 25 años. Malherido, el muchacho fue evacuado del lugar por su madre y quedó internado en estado grave en la sala de terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Desde noviembre pasado, en un radio de seis cuadras al lugar de ese ataque, se produjeron media docena de asesinatos, entre ellos dos doble crímenes, todos ellos teniendo como telón de fondo la lucha por el control de las calles y la narcocriminalidad. “Con otros vecinos de la zona hacemos la broma que vivir en Ludueña es como vivir en Ucrania”, dijo sarcásticamente un residente de la zona.
El 8 de enero de 2013 la militante social Mercedes "Mecha" Delgado quedó en medio de una balacera entre dos gavillas enfrentadas por controlar el territorio para el narcomenudeo en barrio Ludueña. En medio de los tiros la mujer corrió para sacar a uno de sus hijos de la línea de fuego y un proyectil 11.25 la fulminó por la espalda en Bielsa y Garzón. Nueve años atrás, en medio de la ferocidad de las armas, la opinión pública rosarina tenía ante sus ojos una visión descarnada de lo que sucedía en los barrios de la periferia. Un acercamiento al pandemónium en el que viven los vecinos en este caso de Ludueña. Un lugar donde el tiempo pasa pero el presente nunca parece mejorar.
En 2013 la disputa fue entre los Riquelme y los Ferriolls; a mediados de 2020, en plena pandemia, las huestes que chocaron fueron las de "Milanesa" Almaraz y "El gordo" Gastón. Hoy ya nadie puede distinguir que intereses hay detrás de cada arma gatillada. Cada vecino hace una lectura particular. La última víctima conocida de la prepotencia armas es Alexis Nicolás C., quien pelea por su vida en el Heca, a donde fue trasladado en un Chevrolet Onix negro de uno de sus vecinos. En la escena del ataque también fue alcanzado por los proyectiles un Peugeot 208 gris que estaba estacionado. La madre del pibe herido relató a los investigadores que estando dentro de su casa escuchó detonaciones y al salir se topó con un hijo herido de bala en la cabeza. La investigación del ataque quedó en manos del fiscal de la unidad de homicidios Ademar Bianchini.
Saga de muerte
El último incidente en inmediaciones de la plaza Pocho Lepratti terminó en el asesinato de Lidia Mabel Mensegue, de 45 años, la noche del 23 de marzo pasado en Liniers al 300. La mujer estaba atendiendo "El quiosco de Claudia", como se reconoce a uno de los puntos de venta de drogas que lleva activos más de una década, cuando una moto se estacionó al lado de la ventana de la casa y el acompañante arremetió con balas de plomo calibre 9 milímetros de una pistola semiautomática. Mensegue era hermana de un hombre cercano a Elbio “Cato” Molaro, histórico referente canalla y peso pesado de barrio Ludueña. La dueña del punto de venta, Claudia P., es la viuda de Sergio Ariel “Gitano” Luraschi, un sindicado transero fue asesinado en febrero de 2008 en la misma zona.
En el barrio se comenta que Claudia P. tiene además un parentesco político a partir de su yerno, conocido como “Peladito”, con Sebastián Eduardo Ibarra, un policía en disponibilidad de 37 años que fue víctima de un doble crimen a balazos el 12 de febrero 2022 en Vélez Sársfield al 5500, a la vuelta del quiosco de Claudia. La otra víctima de aquel hecho fue Iván Nicolás Ferreto, de 23 años.
Sebastián Ibarra era, además, hermano del también policía (adscripto a la Oficina de Gestión Judicial) Cristian Ibarra, ejecutado de seis balazos en la cabeza dentro de su Peugeot 308 negro el lunes 22 de julio de 2019, alrededor de las 21.30, en la esquina de Deán Funes y Larralde, en el barrio Godoy. Cristian Ibarra fue asesinado en el marco de una disputa narco y Ariel Maximiliano “Chanchón” Cantero fue condenado a 14 años por esa ejecución mafiosa. “Chanchón” es uno de los hijos de Ariel Máximo Cantero, “El Viejo”.
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Doce horas antes del doble crimen de Ibarra y Ferreto, la madrugada de aquel sábado, Brian Ortigoza, de 26 años, caminaba por las inmediaciones de Vergara al 2200, a unos 600 metros de Vélez Sársfield al 5500, cuando fue emboscado por dos hombres en moto que lo persiguieron hasta el ingreso a un pasillo y le dispararon en la cabeza. Ortigoza murió la madrugada del domingo 13 de febrero.
Cuarenta y seis días antes del doble crimen de Ibarra y Ferreto, otro crimen múltiple sacudió los cimientos de Gandhi al 5500. Pasadas las 18 del lunes 29 de noviembre pasado, una moto con dos ocupantes pasó por Gandhi entre Liniers y Teniente Agnetta. El acompañante gatilló contra un pasillo de mitad de cuadra. Los proyectiles impactaron contra Gerardo Miqueo, un albañil de 50 años que estaba haciendo una changa para un vecino, y Miguel Farías, de 30, quien estaba parado en el ingreso al pasillo. Ambos fueron alcanzados por algunos de los veinte proyectiles que según el vecindario habían sido disparados con una pistola ametralladora, una “metra”, y murieron en el lugar. Media docena de crímenes en una de las batallas por el control de las calles de Ludueña.