Un vigilador privado baleado en el abdomen desde una moto cuando custodiaba un predio de fútbol 5 de la zona norte falleció tras dos meses de agonía. René Enrique Cisneros tenía 63 años, había sido herido en abril en un hecho no aclarado y nunca se repuso de los disparos que lo dejaron convaleciente e internado en el Hospital Clemente Alvarez.
"No sabemos qué pasó, nosotros no tenemos problemas con nadie", contaron los cinco hijos del custodio, que sólo suponen que podrían haberlo baleado en represalia por un intento de robo de su bicicleta del que se había defendido a golpes, una semana antes, camino a su trabajo.
Cisneros había llegado a Rosario desde Chaco cuatro años atrás para reencontrarse con sus hijos, a quienes no había visto en dos décadas (ver aparte). "Quería tanto estar con nosotros, es muy triste que termine así", se lamentaba ayer una de las hijas en una vivienda muy modesta de Barra y Génova, en Empalme Graneros, que el vigilador consignaba como su domicilio aunque vivía a unas cuadras. En un pequeño patio de tierra junto a la vereda, los familiares esperaban que terminara la autopsia para preparar el velorio en alguna casa del barrio.
Los pocos datos que constan en la investigación del caso consignan que Cisneros fue baleado el 19 de abril a las 22, cuando custodiaba un predio de Fontana y las vías del ferrocarril, al oeste de Circunvalación y Baigorria. Según fuentes policiales, en las actuaciones de la subcomisaría 2ª y la Brigada de Homicidios consta que le dispararon tres hombres desde una moto y al menos un proyectil lo hirió en la región torácica derecha.
"Nos ponemos a pensar ahora y nos damos cuenta de que no sabemos qué pasó. El no pudo volver a hablar y supuestamente no hay testigos. Pero nos contaron de una filmación de las cámaras del lugar donde se ve todo", dijo Sergio, de 30 años y uno de los hijos —tres varones y dos mujeres de 28 a 34 años— de Cisneros. Es que luego de dos meses pendientes del frágil estado de su padre, su preocupación se centra ahora en esclarecer el crimen.
Sin robar. Cisneros trabajaba de 20 a 8 para una empresa de seguridad llamada Lala. Iba al predio deportivo en bicicleta, uniformado y sin arma. En la entrada había una garita donde dejaba sus cosas y de noche recorría el lugar.
"Por las filmaciones sabemos que llegaron en dos motos y uno, sin bajarse, le metió uno o dos tiros", dijo Sergio en un relato con diferencias respecto del oficial. "Las motos entraron, dieron una vuelta, él se arrimó y le dieron", añadió. Los agresores se fueron sin robar nada.
Los familiares sostienen que Cisneros fue alcanzado por dos disparos y que una de las balas quedó alojada en el cuerpo. Esa noche ingresó inconsciente al Heca, estuvo en terapia intensiva y a lo largo de su agonía lo operaron cuatro veces. Mejoró y lo alojaron en una sala común donde logró cruzar palabras sueltas con sus hijos.
Pero hace una semana empezó a sufrir convulsiones y volvió a terapia. Su estado empeoró y falleció ayer a las 0.30. "Era un hombre morrudo, de buena salud, y al final el corazón ya no le funcionaba", refirió otro hijo, Virgilio, que trabajaba como vigilador en la misma empresa que su padre y renunció para poder cuidarlo en el hospital.
Una semana antes de ser baleado, contó Virgilio, Cisneros había sido golpeado por ladrones que quisieron robarle su bicicleta a tres cuadras de su trabajo. "Lo golpearon y él se defendió con un fierrito que llevaba en la bici".
Si bien evitó el robo, recibió palazos en una pierna, un codo y las costillas que lo dejaron cinco días en cama. Cuando se repuso decidió volver a su puesto, aunque sus hijos intentaron disuadirlo. Esa misma noche de viernes fue baleado y sus familiares suponen que pudo haber sido en represalia por aquel incidente. "Tenemos dudas, pero es lo único que se nos ocurre relacionar".