La ruta de un celular robado en diciembre pasado, un iPhone valuado en unos 1.400 dólares, terminó este miércoles en un allanamiento en un departamento ubicado en avenida Cándido Carballo al 100, a escasos metros del escultura del Barquito de Papel en Puerto Norte. Tras ese procedimiento y otro realizado en un salón de belleza de Junín al 100, efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) se llevaron detenido a Pablo Jeremías A., de 34 años, quien será acusado por encubrimiento al tener en su poder el iPhone robado, pero que también quedó a disposición de la Justicia federal al encontrarse en su vivienda 32 pastillas de éxtasis y marihuana fraccionada. El procedimiento bien puede abrir una Caja de Pandora ya que ante los ojos de la fiscal Valeria Haurigot la forma de vida que tiene el detenido no se condice con los ingresos que declara.
El ahora apresado tenía una causa en trámite por haber participado en una fiesta clandestina en el río, habiendo violado así las restricciones impuestas por la propagación de la pandemia de Covid-19 y desobediencia a un funcionario público.
En los últimos tiempos dos camionetas ploteadas con las insignias de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) estacionadas sobre el frente de una vivienda es una mala señal. Pero si esa misma escena se da frente a edificios suntuosos como los de Puerto Norte, la sensación del inconsciente colectivo trepa a niveles desmesurados. Esta imagen se dio este miércoles sobre una torre de Cándido Carballo al 100 y otra de Junín a la misma altura.
¿Alguien sabe qué pasó? Fue la pregunta más realizada por los ocasionales transeúntes. Hasta ese lugar llegaron los uniformados de AIC a la búsqueda de un iPhone robado por un ladrón en moto el 21 de diciembre pasado en pleno centro. Un delito de los más repetidos y menos denunciados en la ciudad.
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El lunes 21 de diciembre pasado una mujer esperaba para realizar un trámite en un RapiPago de 9 de julio al 1000, entre Sarmiento y San Martín, cuando extrajo de su cartera un iPhone 12 Pro Silver de 256 GB para chequear un mensaje. Entonces un ladrón a bordo de una moto tipo enduro pasó y como si se tratara de un toque mágico, le arrebató el aparato. La víctima vio como el motociclista de remera negra, bermudas y casco se llevaba el teléfono de sus manos y un día más tarde hizo la denuncia que dio inicio a la búsqueda del celular.
Los investigadores comenzaron a trabajar a partir de los datos configurados en el iCloud del aparato (el servicio de almacenamiento en la nube de Apple que mantiene las fotos, archivos, notas y otros contenidos siempre actualizados y disponibles en cualquier momento y lugar). También desde Fiscalía enviaron un oficio solicitando información a la empresa Apple, la multinacional estadounidense dedicada al diseño, confección y comercialización de productos electrónicos, software y servicios en línea a través de Internet. Tres días después del robo el iPhone fue reactivado con un nuevo usuario: Pablo A., con domicilio en uno de los edificios de Carballo al 100, y con un nuevo número. Así los investigadores pusieron en la mira al nuevo usuario que dijo haberlo comprado de buena fe.
Con el devenir de la investigación Pablo A. apareció en distintas circunstancias judiciales. El sábado 23 de enero a las 21 fue detenido en el marco de una serie de operativos de Prefectura Naval Argentina que buscaban desalentar fiestas clandestinas en el marco de la pandemia contra el Covid-19. A la hora señalada sobre la margen izquierda del río Paraná, a la altura del kilómetros 433 y frente al parador Puerto Pirata, al norte del puente Rosario-Victoria, había seis embarcaciones: entre ellas un yate en el que bailaban 48 personas y una lancha al mando del hombre ahora detenido. Dieciséis personas, entre ellas Pablo A. y su pareja, fueron detenidas quedando a disposición del fiscal David Carizza por violar las medidas adoptadas por las autoridades para impedir la propagación de la pandemia por lo que fueron imputados el 4 de febrero.
La lancha timoneada por Pablo A. está nombre del padre de su pareja y fue retenido por la Justicia. Al ser identificado, Pablo A. dio como domicilio un departamento ubicado en el piso 10 de un edificio de Carballo al 100, a la altura de calle Thedy. También dio otro domicilio en Rioja al 1200.
Al hurgar en las redes sociales de Pablo A., los investigadores comenzaron a abrir una Caja de Pandora. Se toparon con que el sospechoso hacía “apología de narco” en sus redes sociales y se hacía llamar como miembro de “la banda el skyline”, según explicaron fuentes ligadas a la pesquisa comandada por la fiscal Haurigot. Los investigadores precisaron que incluso localizaron un posteo en una red social de la pareja de Pablo A., una foto del hombre empuñando un arma y una leyenda que, palabras más o menos, decía: “Pablo está enojado”.
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Foto: Celina Mutti Lovera.
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La investigación abrió el plano y los pesquisas comenzaron a cruzar datos. Al consultar con la Afip (Administración Federal de Ingresos Públicos) Pablo A. tiene ingresos declarados como monotributista categoría D con una facturación mensual de alrededor de 66.500 pesos. Su pareja, como monotributista categoría A tiene una facturación máxima de cerca de 21 mil pesos. “Advertimos que tienen un nivel de vida incompatible con la facturación declarada”. El hombre tiene declaradas dos empresas, una de ellas junto a su pareja, que es un salón de belleza ubicado en un edificio de Junín al 100. La fiscal Haurigot solicitó además que se levante el secreto fiscal sobre el detenido y su pareja para poder “secuestrar y analizar” información contable, tributaria y financiera que ayude a entender la lógica económica de la pareja.
“Por el momento se lo va a imputar por el delito de encubrimiento, pero no quiere decir que no se prosiga la investigación en la búsqueda de evidencia que permita esclarecer el perfil económico del detenido y su cónyugue, cuya capacidad patrimonial dista de la declarada y que podría en una serie de delitos subyacentes como evasión tributaria o lavado de activos”, explicó un allegado a la pesquisa de la fiscal Haurigot.
El departamento de Pablo A. fue allanado a primera hora de la mañana y además del iPhone robado hallaron 32 pastillas de éxtasis, droga de diseño cuyo precio oscila entre los 20 y 25 dólares la unidad, según la calidad; marihuana fraccionada y 300 mil pesos en efectivo además de una notebook, un pen drive y un dispositivo de almacenamiento de datos. Por la tenencia de la droga el hombre también quedó a disposición de la Justicia federal en turno. En principio la fiscal Haurigot lo acusará por el delito de encubrimiento agravado con ánimo de lucro por la compra del iPhone robado.