El piedrazo que impactó en la cabeza de Joel Nicolás Bello fue tan fuerte que le destrozó el casco, lo hizo caer de la moto en la que iba con su novia por el puente de avenida Sorrento y le causó muerte cerebral; una agonía que cerró su familia al donar sus órganos a los tres días. Al día siguiente del ataque un joven chocó en el centro de Rosario con la Honda Wave negra robada al chico de 19 años y quedó preso. “Esa cara me va a acompañar el resto de mi vida. Pude hacerlo, reconocí al que mató a Joel”, dijo al señalarlo en una rueda judicial la novia de la víctima. Esa medida dio pie al juicio oral contra Jonatan Zapata, de 21 años, condenado este lunes a prisión perpetua como autor de un crimen para robar.
El fallo de Hernán Postma, Pablo Pinto y Rodolfo Zvala fue unánime. Los jueces condenaron a Zapata por homicidio criminis causa _figura que pena con prisión perpetua a quien mata para cometer otro delito, en este caso un robo_ además de robo calificado por uso de arma impropia. Es el encuadre que habían solicitado el fiscal Gastón Avila y el abogado querellante Luis Rossini en representación de la madre de Joel, Jorgelina. La defensora pública Andrea Siragusa había pedido la absolución tras señalar que la prueba era insuficiente, plantear dudas sobre el reconocimiento y cuestionar la figura del criminis causa.
“No conocemos los fundamentos del fallo pero todo indica que el tribunal consideró acreditada la mayoría de la prueba ofrecida por la Fiscalía”, dijo tras escuchar el veredicto el fiscal Avila. “Estoy conforme con la decisión. Fue lo que pedimos, era un caso sólido y el fallo resolvió sobre lo que se planteó en el juicio”, evaluó.
En el debate, que comenzó la semana pasada en el Centro de Justicia Penal, fue decisivo el testimonio de Selene, la novia de Joel. En el momento del ataque tenía 16 años. Iba como acompañante en la moto, vio caer desvanecido a su novio y estuvo cara a cara con el agresor. Contó que el atacante se acercó tras el piedrazo, tuvo un momento de duda, hizo el gesto de portar un arma y finalmente se llevó la moto mientras ella gritaba pidiendo ayuda. Joel estaba tendido sobre un charco de sangre, sin reaccionar.
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El ataque fue el 19 de julio de 2019, alrededor de las 23, en la noche previa a un sábado en que se festejaba el Día del Amigo. Joel iba con Selene en su moto negra de 110 centímetros cúbicos. Cuando comenzaban a cruzar el puente de avenida Sorrento, a la altura de Cullen, un golpe con un objeto de grandes dimensiones que pudo ser un adoquín o un bloque de cemento le dio de lleno en la cabeza. El golpe fue tan fuerte que le destrozó el casco. El chico sufrió hundimiento de cráneo y muerte cerebral. Los médicos contaron en el juicio que la ambulancia del Sies actuó con celeridad al trasladarlo hasta el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria pero el cuadro era irreversible.
A las 9 de la mañana siguiente Jonatan Zapata se estrelló en Entre Ríos y Catamarca cuando iba a bordo de la Honda Wave robada a Joel. Luego de cuatro días de averiguaciones la policía lo detuvo mientras estaba internado en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez con una lesión maxilofacial. Si bien primero fue acusado de encubrimiento por tener en su poder una moto robada, meses después la pareja de Joel lo reconoció como el agresor y quedó imputado de homicidio.
“Pensé que podía desmayarme, pero esa cara me va a acompañar el resto de mi vida. Pude hacerlo, reconocí al que mató a Joel”, le dijo Selene a Jorgelina, la madre de Bello, el día de la ronda de reconocimiento. Así lo contó la madre de Joel en una entrevista con este diario: “Selene estaba muy nerviosa pero no dudó. Ellos estaban todo el día juntos. Iban a buscar a mi hijo de cinco años al jardín de infantes, salían a todos lados juntos, realmente se amaban”.
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“El era un chico alegre y con muchos proyectos”, contó. Joel vivía con su familia en la zona de Nicaragua al 100 bis. Había cursado la secundaria hasta tercer año y quería ingresar a la escuela de Marina. Su mamá cambiaba de turnos en su trabajo como gastronómica para que él pudiera ir a la escuela.
Para el fiscal Avila, una instancia decisiva en el juicio fue la declaración de la novia de Joel. La chica contó que empezaban a subir el puente cuando de repente sintió polvillo en la cara, Joel se desvaneció y cayeron al lado del guardarrail. El atacante se acercó y se ubicó entre medio de los dos. Tras un momento de vacilación le hizo señas de que tenía un arma y se fue con la moto.
La chica contó que gritaba con desesperación y le pedía a Joel que se levantara pero el chico convulsionaba. Empezaron a acercarse vecinos de las casas linderas al puente. Según declaró, no sabía si venían a asaltarla o a ayudarla. “El reconocimiento fue muy creíble. En el juicio ella declaró que, cuando levantaron la cortina de la sala judicial, casi se desmaya al verle la cara”, indicó el fiscal.
A ese testimonio se sumó el de otros testigos que no fueron presenciales. Una vecina que subió al puente escuchó decir que “Jonita” Zapata acababa de robar una moto. Un familiar que hizo una investigación de campo en el barrio ofreciendo recompensa por la moto escuchó el mismo nombre como quien la ofrecía en venta y pasó el dato a los policías que trabajan con el fiscal Miguel Moreno, primero en intervenir en el caso.
Zapata no declaró en el juicio pero sí lo hizo en la primera audiencia imputativa, antes de ser operado por la lesión que sufrió en el choque. Entonces dijo que le había comprado la moto a un vecino. Cuando este vecino fue interrogado dijo que tenían una mala relación, que se habían peleado a las trompadas porque Jonatan le había robado algunas cosas a su papá y que la mañana posterior al crimen lo había visto en una moto Honda Wave negra.
El objeto que golpeó en la cabeza de Joel no fue secuestrado. El neurocirujano que operó al muchacho dijo que el impacto le produjo hundimiento de cráneo y muerte cerebral casi instantánea. Y que fue sometido a cirugía para descomprimir el cráneo por tratarse de una persona muy joven, pero la esperanza de revertir la muerte cerebral era casi nula.
El profesional, especialista en emergencias y catástrofes, dijo en el juicio que nunca había visto un hundimiento craneal semejante, lo que hace presumir que le arrojaron un elemento muy pesado. El fallecimiento se decretó tres días después por una cuestión protocolar, al cumplirse el tiempo de espera indicado tras la cirugía.
Entonces la familia de Joel tomó la decisión de donar sus órganos. “Fueron días muy duros, difíciles y dolorosos. Una vez que se hicieron las ablaciones fue una satisfacción familiar que mi hijo pudiera ayudar a otros. En realidad fue lo que hizo siempre. Me llamaron de la Fundación Favaloro y me contaron que el corazón fue a una chica de 19 años. Y las córneas, los riñones y otros órganos también ayudaron a otras vidas”, dijo su madre a este diario en marzo de 2020.