En un contexto de extrema violencia, con ajuste de cuentas y vendettas mafiosas vinculadas a los aspectos más oscuros de la criminalidad, en barrios conflictivos de Rosario también ocurren homicidios cuyas motivaciones parecen insignificantes pero representativas de la dinámica social. Aunque no coincide con las versiones originales que hablaban de disputas territoriales por venta de droga, según la Fiscalía la afrenta por el robo de una gorra fue el detonante de la discusión previa a la muerte de Sergio Emanuel Lorio, de 27 años, ultimado de un disparo en el abdomen el sábado último en el barrio Tablada. Por el hecho fue imputado y quedó en prisión preventiva sin plazos un joven changarín de 19 años.
A la muerte de Sergio Lorio, ocurrida el sábado a las 13.30 en un pasillo de Biedma 140 bis, la continuó una feroz balacera el domingo a pocas cuadras de allí. En ese segundo incidente perdieron la vida con tiros calibre 9 milímetros Marcos Escobar, de 27 años, y Gastón Hernán Duarte, de 30.
Conflictos interpersonales
Si bien la cercanía geográfica y temporal hizo suponer cierta relación entre los casos, la muerte de Lorio aparece vinculada a conflictos interpersonales y no a la feroz guerra entre grupos poderosos y con actores que se mueven a las sombras, como es el caso del doble homicidio de Escobar y Duarte.
Y así quedó reflejado ayer en la audiencia imputativa celebrada en el Centro de Justicia Penal (CJP), donde el fiscal de la Unidad de Homicidios Miguel Moreno le achacó a Alan Leonel J., de 19 años y detenido el martes, la autoría material del crimen de Lorio.
El imputado se presentó como desocupado pero de profesión changarín y no quiso declarar. Según la hipótesis que elaboró el fiscal, el joven ingresó al pasillo donde vivía Lorio, lo convocó a la calle y tras una áspera discusión sacó un arma y le efectuó un disparo.
Por una gorra
Entre las evidencias que sostienen esa idea del caso, el fiscal citó la declaración testimonial de tres personas. La pareja de la víctima dijo haber visto salir de la casa a su esposo y posteriormente escuchar un disparo tras lo cual observó escapar a Alan por calle Biedma. También recordó la bronca que se origino días antes, cuando el acusado le robó una gorra color gris a Lorio y le apuntó con una pistola, pero ella se puso como escudo y evitó que le disparara.
Otro joven que estaba en el pasillo escuchó parte de la discusión y vio ingresar a un joven "flaco y alto" que comenzó a discutir con su vecino Sergio quien le recriminó: "el otro día te zarpaste delante de mi mujer". Después se tomaron a golpes de puño y Alan sacó un arma, momentos en el que él entró a su casa y escuchó el disparo.
Además, una vecina describió al agresor como un muchacho "flaco y alto", escuchó un disparo y luego lo vio salir con el arma en la mano. Esa mujer escuchó que un chico que estaba sentado en el pasillo le preguntó qué había hecho, y Alan respondió: "Le pegué un tiro a ese gil", en referencia a Sergio.
El fiscal enumero además las actas preventivas, el informe de autopsia que confirmó que Lorio falleció a las 15.20 por shock hipovulémico por heridas contusos penetrantes por proyectiles de arma de fuego. Ante eso Moreno calificó el hecho como homicidio agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con el delito de portación de arma de fuego de uso civil en calidad de autor.
La jueza Mónica Lamperti le corrió traslado a la defensa, ejercida por el abogado público César Baroni, quien no opuso reparos al encuadre, mientras que su defendido prefirió no declarar.
Una disputa nimia
Al argumentarel pedido de la medida cautelar, el fiscal remarcó que la motivación del hecho estaba asentada en una "disputa nimia", pero que el acusado en libertad podría entorpecer la pesquisa (es vecino de la zona), además de que el delito preve una pena de cumplimiento efectivo con un mínimo de 10 años y medio, por lo cual solicitó la prisión preventiva sin plazos.
El defensor se opuso. Apuntó a que las evidencias no son suficientes para endilgar el hecho a su asistido, sobre todo por ciertas incongruencias en el señalamiento de la mujer de la víctima y en la descripción física y la vestimenta que hicieron del acusado.
Baroni recordó que Alan no tiene antecedentes penales, por lo cual pidió su libertad, o que subsidiariamente se le otorgue el arresto domiciliario con control con tobillera electrónica, además del pago de una fianza de 5.000 pesos.
Sin embargo la jueza Lamperti rechazó los pedidos de la defensa. Entendió que la calificación legal y la hipótesis planteada por la Fiscalía en esta instancia se ajusta a los hechos, que se sostiene en la evidencia, y alcanza para obtener el grado de sospecha suficiente de participación del acusado. Como creyó reunidos los requisitos para la medida de cautelar, dictó la prisión preventiva de Alan por el plazo de ley.